Virgen de las Viñas Tomelloso
Cuadernos Manchegos
Cuadernos Manchegos

¿A quién debo yo llamar
vida mía,
sino a ti, Virgen María?


Todos te deben servir,
Virgen y Madre de Dios,
que siempre ruegas por nos
y tú nos haces vivir.
Nunca me verás decir:
vida mía,
sino a ti, Virgen María.

Cooperativa virgen de las Viñas de Tomelloso


Duélete, Virgen, de mí,
mira bien nuestro dolor,
que este mundo pecador
no puede vivir sin ti.
No llamo desque nací
vida mía,
sino a ti, Virgen María.

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Tanta fue tu perfección
y de tanto merecer,
que de ti quiso nacer
quien fue nuestra redención.
No hay otra consolación,
vida mía,
sino a ti, Virgen María.


El tesoro divinal
en tu vientre se encerró
tan precioso que libró
todo el linaje humanal.
¿A quién quejaré mi mal,
vida mía,
sino a ti, Virgen María?


Tú sellaste nuestra fe
con el sello de la cruz,
tú pariste nuestra luz,
Dios de ti nacido.
Nunca jamás llamaré,
vida mía,
sino a ti, Virgen María.


Juan del Encina (1469-1529)


430 años como pueblo independiente de Socuéllamos. Cuánto queremos los tomelloseros a Tomelloso.

Dos días quedan, así suman, así restan, para los setenta y cinco años de Romería. Primero las mujeres, como siempre.

Setenta y cinco años de la constitución de la Hermandad.

«Ya tenemos patrona», había gritado dos años antes, D. Agustín Moreno Luján, párroco, un 9 de septiembre, en 1942.

Para este domingo, sol, solo sol. Ni una nube tiene que estar en el horizonte porque viene Madre, nuestra Madre, la Virgen Madre, la Virgen María.
Nosotros somos muy jóvenes. Cuatrocientos treinta años de ser pueblo emprendedor, trabajador, cariñoso, acogedor; «sencillo, humilde y leal». Sesenta años más tiene el poema La Virgen María, vida mía, de Juan del Encima que ha abierto este pregón.

Sí, Ella, vida mía, vida nuestra: «¿A quién debo yo llamar vida mía, sino a ti, Virgen María?»

Este pregón, escrito, inmerecido, pronunciado con temor y temblor, con responsabilidad sobrecogedora por el profundo cariño a este Tomelloso. Este pregón, sí, no es mío, es de todos, es de Ella que nos cuida desde el Cielo; es de Ella que viene a visitarnos, que nos quiere y nos cuida. Nunca la Virgen de las Viñas viene sola, siempre nos trae, nos ofrece a Jesús. ¿Cómo querer a la Madre sin querer al Hijo? Y qué orgulloso tiene que estar el Hijo de que queramos tanto a su Madre.

Como toda madre se mete en nuestra vida, porque nos quiere nos corrige, pero con ternura, con amor. Y espera, siempre espera: «Haced lo que Él os diga».

Gloria a Dios en el cielo. En ese único pregón posible de esperanza, los que lo escuchan dan gloria a Dios con los ángeles, con la Virgen María en Belén, con el niño nacido en brazos. El pregón es para todos, y como es para todos, para vosotros, por favor, decid ya conmigo:

VIVA LA VIRGEN DE LAS VIÑAS. ¡VIVA!
VIVA LA REINA DE NUESTROS CAMPOS. ¡VIVA!
VIVA LA SEÑORA DE NUESTROS CORAZONES. ¡VIVA!
VIVA LA MADRE DEL DIVINO ENCANTO. ¡VIVA!
VIVA SU NIÑETE QUERIDO. ¡VIVA!
VIVA EL CRUCIFICADO Y RESUCITADO. ¡VIVA!
Y QUE VIVA LA MADRE DE DIOS. ¡VIVA!


Rvdo. Sr. Consiliario de la Hermandad de la Virgen de las Viñas, querido Matías. Contigo, un cariñoso saludo a todos los sacerdotes de nuestro pueblo: Julio, Jesús, Eustaquio, Antonio, José Luis, José Carlos, Miguel Ángel. Sois vosotros los que hacéis un poco más presente a Dios. «En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con
uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis».
Al ver a un sacerdote tenemos que reconocer la entrega generosa de vuestras vidas. Sois la inversión de vida de Dios en el mundo a fondo perdido. Tomelloso ha tenido y tiene buenos sacerdotes: Mónico, Santiago, Damián, Antonio, Miguel, Jesús. También religiosos y religiosas. Y de los que han venido a servir: Esaú, Pepe, Paco, Leopoldo, Tomás, Leandro, Luis Miguel, Alfredo, Emilio, Manuel, Manuel y Manuel, multiplicado por tres de un nombre que significa «Dios con nosotros». Federico, Felipe,... Jaime, el último en partir. Alguna vez, entre risas, cuando ha coincidido que estaban aquí de Argamasilla, de Alcázar, de Villahermosa, de Bolaños, les he dicho que los habían mandado a Tomelloso para aprender. No ha pasado de una broma. Han sido buenos. Un sinfín de entrega que, pasando por D. Agustín Moreno Lujan, el que trae la soñada imagen de nuestra Virgen de las Viñas, llega a esos cuatrocientos treinta años y más. También los que yo disfruté siendo niño: D. José Vicente, D. Ricardo, con todos ellos se fue fraguando mi vocación. Con todos ellos descubrí la grandeza de los hombres, de la Iglesia y de Dios. Hoy les doy gracias públicas y que sigan manteniendo la fe viva de nuestro pueblo.

Excma. Sra. Alcaldesa: Inmaculada Jiménez y con usted un afectuoso saludo a toda la corporación municipal en esta víspera de elecciones generales. Gracias a todos por vuestra presencia y por vuestro servicio generoso y tantas veces poco reconocido por la sociedad. A veces pri ma más la percepción de enfrentamiento que otra cosa aunque todos tengamos responsabilidad en ello. También a ello viene la Madre.

Alejandro Ramírez Soriano, Presidente de la Hermandad de la Virgen de las Viñas, a ti y a toda la Junta directiva un cariñoso y fraterno saludo. Gracias por haber pensado en mí para pronunciar este pregón de la querida Romería de nuestro pueblo y para nuestra patrona. Lo digo: nunca pensé en proclamar el pregón de nuestra Romería.
Me sobrepasa de verdad esta merced que conmigo tenéis. Por Ella, es por Ella. Gracias. En Ella, en la Virgen María, Madre nuestra, nos dejamos cariñosamente educar y llevar por los caminos de Dios. Ojalá y no nos alejemos nunca de ella.

Un cariñoso saludo también, por supuesto, a Antonio Ortiz Martínez, Mayoral de la Romería de este año. Fue presidente de la Hermandad de la Virgen de las Viñas durante cinco años. Antonio es de los que quieren a la Virgen María, a nuestra Madre de las Viñas. Contigo, Antonio, no podemos olvidar a nuestros agricultores, a nuestros viñeros, a nuestro campo, nuestras viñas y nuestro trigo. ¡Cuánto trabajo! ¡Cuánto sudor! ¡Cuánto desvelo por salir adelante! Al remate vendimias pagamos y en él volvemos a empezar. Gracias, Madre nuestra, por la cosecha de este año. No dejaremos de trabajar. Tú no dejes de protegernos.

Quiero agradecer la presencia de todos hoy aquí y os pido disculpas por no poder nombraros a todos porque al final una vida, un corazón, se va llenando de nombres y de personas. Un corazón lleno de nombres.

En cualquier cosa, para cualquier acontecimiento, hacia donde hay que mirar es al cariñoso y profundo agradecimiento a mis padres, a mi querida hermana y mi tía Domiciana, a mi Tita. Me quieren mucho más de lo que cabe en el corazón, mucho más de lo que merezco. Ellos ni siquiera lo saben. Yo sí.

Una mención especial a toda mi familia. También a la del Cielo, que por cambiar de estado no dejamos de estar unidos; esos sobre los que guardamos siempre un trocito inocupable e inabarcable del corazón. Mis abuelos, tíos. Estamos con ellos. Comunión de los Santos. Creo.

¡A Pinilla! En camino.

Os animo a uniros. Cantamos todos juntos...

                                                                                                                            1

«VENID Y VAMOS TODOS
CON FLORES A PORFÍA,
/ CON FLORES A MARÍA,
QUE MADRE NUESTRA ES» (BIS).

1. De nuevo aquí nos tienes,
purísima Doncella,
más que la luna bella,
postrados a tus pies.


Esa es la infancia de muchos. Infancia de flores y de canción, de ir caminando, delante o detrás. Recuerdo de muy niño volver del Abelardo Contento, del colegio y recoger pequeñas y sencillas flores amarillas de las que salen espontáneamente en los recodos y veras del camino. Recuerdo llevárselas a mi madre. Coincidía la primavera, como ahora, últimos de abril, primeros de mayo. Muchos niños lo hacíamos.

En esa primavera de ofrenda de la vida era también el hornazo de san Marcos, antesala de la romería. También peregrinación. También camino como el que van recorriendo los que mueren para llegar al Cielo.

Mi Romería, la de la Virgen de las Viñas, está llena también de dolor de pies, de ampollas, de noches en tienda de campaña, de tirolinas, de fuego de campamento, de muchos muchos amigos, de compañerismo. Mis primeras romerías fueron como niño que disfrutó y jugó mucho en la OJE. Aquellos pantalones cortos, la boina, los madru
gones en la calle del Charco ya formados para comenzar esa peregrinación sencilla. Luego también fue la banda de cornetas y tambores. En sus principios. Habría que recordar a Ángel, el sacristán de esta parroquia. El sastre. Habría que quitar toda costura y que nuestra convivencia fuese una permanente romería, un permanente encuentro, fraternidad empeñada y constante. Encuentro.

Aquellos años niños fueron de caminar acompañando a nuestra Madre, la Virgen de las Viñas. Madre decimos. Decimos bien porque cuando Jesús, en la cruz, antes de triunfar sobre el pesado madero de la muerte, quedó solo, fueron la Virgen Madre y San Juan los únicos que estaban al pie de la cruz. Los únicos. Y fue ahí, en este instante, cuando Jesús dice: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio (Jn 19, 26-27). Por eso es Madre para nosotros. Somos los discípulos que reciben a Madre en su casa, en su corazón, cuidadora de cuitas, desvelos y esperanzas.

Madre de las Viñas. Madre y Virgen. Consagrada a Dios en todo por entero. Una fe que habla de la maternidad y de la virginidad, de la entrega generosa, extrema, constante, total de la vida. En cuerpo y alma. Si con el paso del tiempo olvidáramos que ella es la fuente de nuestra fe, ella vendría a recordárnoslo. Es Madre, es Virgen, la Llena de Gracia, tocada por Dios. ¡Dios te salve, María! La Virgen de las Viñas.

No quiero dejarte sola al pie de la cruz. No quiero ser el hijo que usa la casa para comer y dormir. Quiero ser buen hijo, tanto como tus entrañas lo son. No hay mayor don que ser querido para aprender a querer; que ser amado para ir cultivándose en el amor. Plantamos una viña, la cuidamos, la podamos, la abonamos, la regamos y dejamos
que Dios la riegue. Recogemos su fruto. ¿Y sé que yo también soy cepa de Dios? ¿Vid plantada y cuidada por él?

Soy el hijo que se da cuenta de que su Madre lo quiere. Así te llamo, Madre, sí, con castizo senorío. Así te aclamamos. Eres nuestra Reina: te aclamamos. Quiero, queremos cantarte fervientes himnos de gloria y honor. ¿Con nuestra vida? Sí, porque a una madre se la quiere y se la cuida todo lo que dan de sí las entrañas. Te ofrecemos nuestro cariño de hijos, con devoción con generosidad, con entrega.

Así, vida, dulzura esperanza nuestra. Dios te salve, Reina y Madre.

A ti clamamos. ¿Os atrevéis a cantar conmigo? Vamos a dejarnos la garganta y el corazón en ello. Pensad en Ella, en nuestra Madre, en la Virgen María, en la Madre del Cielo, en la Madre de todos. A la Madre de la Iglesia, le cantamos. ¿sí? Todos.

SALVE, REGINA, MATER MISERICORDIAE.
VITA, DULCEDO ET SPES NOSTRA, SALVE.
AD TE CLAMAMUS EXSULES FILII HEVAE.
AD TE SUSPIRAMUS
GEMENTES ET FLENTES IN HAC LACRIMARUM VALLE.
EIA, ERGO, ADVOCATA NOSTRA, ILLOS TUOS MISERICORDES OCULOS
AD NOS CONVERTE; ET IESUM, BENEDICTUM FRUCTUM VENTRIS TUI,
NOBIS POST HOC EXSILIUM OSTENDE.

O CLEMENS, O PIA, O DULCIS VIRGO MARIA.

ORA PRO NOBIS, SANCTA DEI GENITRIX.
UT DIGNI EFFICIAMUR PROMISSIONIBUS CHRISTI. AMEN.

Y ahora podemos volver a decir:

VIVA LA VIRGEN DE LAS VIÑAS. ¡VIVA!
VIVA LA REINA DE NUESTROS CAMPOS. ¡VIVA!
VIVA LA SEÑORA DE NUESTROS CORAZONES. ¡VIVA!
VIVA LA MADRE DEL DIVINO ENCANTO. ¡VIVA!
VIVA SU NIÑETE QUERIDO. ¡VIVA!
VIVA EL CRUCIFICADO Y RESUCITADO. ¡VIVA!
Y QUE VIVA LA MADRE DE DIOS. ¡VIVA!


2
Virgen que el sol más bella,
Madre de Dios,
que es toda tu alabanza:
del mar del mundo Estrella,
por quien el alma alcanza
a ver de sus borrascas
la bonanza.

En mi aflicción te invoco:
advierte, ¡oh gran Señora!,
que me anego;
pues ya en las sirtes toco
del desvalido y ciego
temor, a quien el alma
ansiosa entrego.

La voluntad, que es mía,
y la puedo guardar,
esa os ofrezco,
Santísima María:
mirad, que desfallezco:
dadme, Señora, el bien
que no merezco.

Miguel de Cervantes

Han sido dos meses difíciles. Ya ha pasado. Hace muchos años también fueron difíciles. Un niño buscaba con desesperación a sus padres porque se habían llevado a su hermana al hospital de Manzanares. Apendicitis. Angustia y tránsito. Pasó.

No desdeñes nuestra súplica, Madre mía, nuestra súplica cordial.
Con fiesta, con alegría, con romeros, mulillas, reatas, carrozas engalanadas, peñas y coros y danzas. Todo el pueblo mirándote y queriéndote. No desdeñes, Madre mía, la súplica cordial de tus hijos. Hay tantos enfermos. ¿Cuántos nos faltan desde el último año? Hay tanto sufrimiento bajo ese manto de alegría que parece envolver todo. No dejes que la tristeza inunde tu alma. Vive alegre porque Dios es alegre; porque la Virgen María es feliz.

Mañana, ¿qué tenemos mañana? A las 11:00 oración ante la Virgen para mayores y enfermos. Si los ayudas a llegar a Pinilla, esa puede ser parte de tu oración. Tener memoria y con ella ofrenda de la vida; ayuda, por caridad, que es el amor de Dios con el que amamos. Por eso mañana podemos ir todos a Pinilla. Acompañando, llevando
penas, dolores, sufrimientos, fe... A las 11:00 h.

Las flores a María simbolizan la ofrenda de la vida. Cada vez que lo hicistéis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, más débiles, más dependientes, más olvidados, conmigo lo hicistéis. Mañana, por la noche, ¿qué tenemos mañana por la noche? Oración del Rosario. María de las Viñas, la Virgen María rezaba. Ella fue y es
eternamente luz que vence a la oscuridad, estrella de la mañana, salud de los enfermos, refugio de los pecadores. «Ruega por nosotros pecadores ahora, y en la hora de nuestra muerte». En las tinieblas de la muerte, del sinsentido, de la pobreza, de la limitación. Tú eres luz en tu hijo Jesús. Rosario de antorchas, de luz.

Si has acompañado a ancianos y a enfermos a rezar ante la Virgen, ahora únete. Lleva el Rosario en el bolsillo, acarícialo, saboréalo, réza lo. Un pueblo que está bajo la protección de la Virgen María, podrá ser debilitado en su fe, pero nunca una madre deja del todo a su hijo. No me digas que te da vergüenza decir que eres cristiano. No me
digas que te da vergüenza o que no tienes tiempo para rezar. No me digas que te cansa ir a misa con tus hermanos, con tu Padre, con tu hermano Jesucristo. No me digas. Ella no se olvida. «La sencilla oración del Rosario late al ritmo de la vida humana». «Una oración en familia y para la familia». Como si dijeras que te da vergüenza hacer
el bien.

Aunque nos parezca que no, la fuerza de un cristiano es la oración, la que nos pone delante de Dios. La Virgen rezaba. La Virgen hablaba con Dios. Por mucho que  hagamos, si no hablamos con el que nos ama, «todo se hará oscuro». «¡Cuántas obras se convierten en oscuras, por falta de luz, por falta de oración. Lo que lo mantiene, lo que da vida a la luz cristiana, lo que ilumina es la oración».

Vosotras que sois madres, sois las que nos dais a luz desde vuestras entrañas. «Mujer, ahí tienes a tu hijo». No permitas, mujer, que nos quedemos huérfanos. No nos dejéis caminar en la oscuridad, no dejéis de transmitirnos la fe, la luz, el amor. No dejéis, madres, de enseñarnos a hacer el bien. «Hijo, ahí tienes a tu madre». Responde, hijo, como tu madre se merece.

El domingo, ay el domingo. Día del sol, de luz, de resurrección. Día del Señor, día de Cristo resucitado, día de hermandad, de eucaristía, de pan partido, de cuerpo y sangre de Cristo. Domingo, día de perdón, de amor fraterno, de encuentro, de servicio. No digas que no vas a misa porque te aburres; reunirte con tu familia, no puede aburrirte.

A veces he pensado: ¿qué hará una madre en el Cielo? ¿Qué palabras le dirá a Dios sobre un hijo perdido? ¿Qué estarán conversando con Dios nuestras abuelas? ¿Cómo estarán intercediendo por nosotros? Dios es misericordioso. Tiene corazón de padre y tiene corazón de madre y a Él piden los santos y los difuntos por nosotros. Comunión
de los santos.

En la Romería nos unimos todos, el Cielo y la tierra, lo visible y lo invisible, lo vivo y lo resucitado. Todos juntos rezamos.

Y ellos nos esperan. No querrás cantar conmigo. A nuestra Madre, a la Virgen del Cielo, a la Virgen de las Viñas por tantas veces como no hemos rezado con ella. Por tantas veces como ha sido la Iglesia una madre extraña para mí... Por tantas veces como olvidándonos de Dios también nos hemos olvidado de los demás.

¿Querrás cantar conmigo? A nuestra madre, a la que nos ha dado la luz, la que nos abraza cuando volvemos... Vamos a cantar, todos, juntos.

HOY HE VUELTO

1. Cuántas veces siendo niño te recé. Con mis besos te decía que te amaba. Poco a poco con el tiempo, alejándome de Ti. / Por caminos que se alejan me perdí (bis).

HOY HE VUELTO, MADRE, A RECORDAR
CUÁNTAS COSAS DIJE ANTE TU ALTAR.
Y AL REZARTE PUEDO COMPRENDER
/ QUE UNA MADRE NO SE CANSA DE ESPERAR (BIS).

2. Al regreso, me encendías una luz. Sonriendo desde lejos me esperabas. En la mesa, la comida aún caliente y el mantel / y tu abrazo en mi alegría de volver (bis).

3. Aunque el hijo se alejara del hogar una madre siempre espera su regreso. Que el regalo más hermoso que a los hijos da el Señor / es su
madre y el milagro de su amor (bis).

Y ahora podemos volver a decir:

VIVA LA VIRGEN DE LAS VIÑAS. ¡VIVA!
VIVA LA REINA DE NUESTROS CAMPOS. ¡VIVA!
VIVA LA SEÑORA DE NUESTROS CORAZONES. ¡VIVA!
VIVA LA MADRE DEL DIVINO ENCANTO. ¡VIVA!
VIVA SU NIÑETE QUERIDO. ¡VIVA!
VIVA EL CRUCIFICADO Y RESUCITADO. ¡VIVA!
Y QUE VIVA LA MADRE DE DIOS. ¡VIVA!


3
Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea,
en tan graciosa belleza.
A ti celestial princesa,
Virgen sagrada María,
yo te ofrezco en este día,
alma, vida y corazón.
Mírame con compasión,
no me dejes, Madre mía.

¡Qué imagen tan bonita! ¡Qué hermosa es la Virgen de las Viñas! ¿Qué guapa es nuestra Virgen! ¡Qué serena mirada! Medalla de Tomelloso al pecho. Ella manda en nuestros corazones. Cetro de alcaldesa. Uva blanca, pura, inmaculada y rosario. Tomad nuestros corazones, Señora. Sudor y trabajo. Fruto. Cuántas mujeres, cuántos
hombres trabajando de sol a sol. Ese es nuestro pueblo, nuestro Tomelloso. Cúbrenos con tu manto, Virgen de las Viñas. Danos tu protección, tu cuidado.

Muéstranos a tu Hijo. Así, con el racimo de uva tinta. Sangre derramada. Cuerpo entregado. Su niñete, nuestro hermano. ¿Sabéis por qué se empezó a representar en la Edad Media a Jesús niño? Para que no pareciera que Dios había bajado del Cielo como un extraño a nosotros. Se hizo hombre como nosotros, niño como nosotros. Sufrió
como nosotros, no pecó como nosotros.

Nunca podré hablar de carrozas, de verde, de botes, de botellines. Con trece años al Seminario. En 1984 la romería fue televisada. Siempre única la romería. Acontecimiento. Primera vez televisada. A escondidas me llamaron el domingo. Estábamos en estudio. «Vete a la sala de televisión. Está saliendo la romería de tu pueblo». Algo así debieron decirme. Allí estuve todo el tiempo que duró la misa. Pero sí podré hablar de fe, de amor a nuestra santa patrona y sé «que si tenemos una pena y nos dirigimos a ella (María), las lágrimas se convierten en risas y la amargura en santa alegría».

Luego he podido venir, no todos los años que hubiese querido. Poco a poco se descubren las raíces. Estas son nuestras raíces. La Madre que nos cuida. A la que echamos de menos cuando no la tenemos; la que nos tapa por la noches y está duermevela en la enfermedad. La que sufre sin que sepamos. Es ella la que nos muestra al Hijo, al Niño. Están juntos. Si no separas a una madre de su hijo, cómo podemos separar a la Virgen de Jesús. «Es ella la que nos trae a Jesús». Te agradezco Virgen María, Madre, habernos traído a Jesús, habernos dado el regalo de tener un hermano como él: que nos ama hasta el extremo. Esas son nuestras raíces, nuestras tradiciones.

«Para Dios todo, y todo por medio de María. Por ahora todo está en manos de Dios y de la Santísima Virgen a quien especialmente tengo que dedicar mi cariño y mis amores, pues ella ha de ser mi única Madre en lo que me quede de vida. Qué contento estoy, al saberme tan querido de la Señora... Nunca sabremos bastante lo que nos quiere María... Qué suave y qué dulce es consagrarse a María».

Hay que quererla mucho, mucho; hay que contárselo todo, confiárselo todo. Es una verdadera Madre...

Te hago fiesta, Madre, por ti, por el regalo de tener un hermano. Por tu fe. Por tu gracia, gracias.

No quiero echarte de menos, Madre mía. Quiero que mi raíz esté bien agarrada a esta tierra de Tomelloso y que dé buen fruto. Es la fe en esta imagen, en esta Virgen, en esta Madre la que ha sostenido la fe de nuestro pueblo. Con respeto a todos, también a no creyentes, porque la verdad no se impone, se propone y, por eso, aunque Cristo
sea Camino, Verdad y Vida, él mismo quiere que la humanidad lo descubra. Respeto porque Dios respeta. Paciencia porque Dios es paciente. Perdón, porque Dios perdona.

No podemos traicionar a nuestros mayores. Lo que hemos recibido gratis, tenemos que darlo gratis y la fe ha sido sin coste alguno.

Dios nos ha bendecido en la Virgen de las Viñas. Dios nos ha bendecido en los sacerdotes que hemos tenido en nuestro pueblo. Dios nos ha bendecido en nuestros antepasados, en su trabajo, en su sudor, en su entrega, en su honradez.

Que, en la Virgen María, Dios nos siga bendiciendo, nos siga cuidando, nos siga conduciendo por los buenos frutos de nuestra vida.

Bajo tu manto, Virgen de las Viñas, Madre, contigo, hermanos. Contigo, un pueblo que te quiere. Contigo, trabajo. Contigo, paz. Contigo, alegría. Contigo, Madre, Cielo.

Quisiera cantar con devoción. Quisiera que cantáramos todos juntos. Pueblo unido, pueblo de hermanos, pueblo de hijos. A Ella, a María, Virgen y Madre, todos juntos. De pie.

VIRGEN SANTA DE LAS VIÑAS.
REINA NUESTRA TE ACLAMAMOS
Y FERVIENTES TE CANTAMOS
HIMNOS DE GLORIA Y HONOR.

ACÓGENOS POR TUS HIJOS, MADRE;
MADRE DEL DIVINO ENCANTO
Y CÚBRENOS CON EL MANTO
DE TU PIEDAD, DE TU PIEDAD Y DE TU AMOR.

1. El pueblo de Tomelloso sencillo, humilde y leal te ofrece el don generoso de su cariño filial.
No desdeñes, Madre mía, nuestra súplica cordial y danos, Virgen María, tu protección celestial.

VIRGEN SANTA DE LAS VIÑAS.
REINA NUESTRA TE ACLAMAMOS
Y FERVIENTES TE CANTAMOS

HIMNOS DE GLORIA Y HONOR.

ACÓGENOS POR TUS HIJOS, MADRE;
MADRE DEL DIVINO ENCANTO
Y CÚBRENOS CON EL MANTO
DE TU PIEDAD, DE TU PIEDAD Y DE TU AMOR.

VIVA LA VIRGEN DE LAS VIÑAS. ¡VIVA!
VIVA LA REINA DE NUESTROS CAMPOS. ¡VIVA!
VIVA LA SEÑORA DE NUESTROS CORAZONES. ¡VIVA!
VIVA LA MADRE DEL DIVINO ENCANTO. ¡VIVA!
VIVA SU NIÑETE QUERIDO. ¡VIVA!
VIVA EL CRUCIFICADO Y RESUCITADO. ¡VIVA!
Y QUE VIVA LA MADRE DE DIOS. ¡VIVA!

Y así termina este pregón. He dicho.

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