Virgen de las Viñas Tomelloso
Cuadernos Manchegos
Cuadernos Manchegos

De la obra de Francisco García Pavón cabe deducir que sus trabajos fueron algo más que novelas y publicaciones. Este tomellosero supo extender su valía fuera incluso de su propia región por su gran prestigio, ganado gracias a su saber expresar con sencillez y buen sentido de la realidad todos los acontecimientos, sucesos y costumbres de las gentes en general.

Además de su obra no definida como manchega, lo que es indudable es que consiguió llenar el espíritu de sus lectores por su extraordinaria e ingeniosa tendencia a saber narrar los sucesos cotidianos de la vida de las gentes y de sus costumbres, que le han hecho ser uno de los manchegos que más han extendido nuestro carácter y nuestras tradiciones, y especialmente nuestro lenguaje, habiendo sido un ejemplo para otros muchos escritores de nuestra tierra.

En el caso de Francisco García Pavón su aparente seriedad de escritura esta bañada de una gran sensación de segundas intenciones de propuestas, dichos, expresiones y palabrerías cotidianas que no dejan de tener ese segunda parte que demuestra el gran conocimiento del carácter manchego y una indudable experiencia en la observación y aprendizaje de situaciones, forma de expresarnos y esa parte de cierta jocosidad que demostramos con nuestra gran costumbre de hablar y hacer comentarios como falsa parábola y que muchas de ellas aparecen con asiduidad en gran parte de su obra.

No menos importante es la habilidad para situar a los personajes en su momento adecuado, sin ninguna variación en el contexto del desarrollo de cada novela, lo que da una sensación de continuidad a sus relatos que facilita su lectura, aspecto poco tenido en cuenta en muchos de los relatos y novelas actuales donde se corta con demasiada frecuencia la pauta secuencial del entorno de los acontecimientos y de las sucesivas fases del contenido del relato.

Mejor conectados - Telefónica

Esta Mancha tomellosera ha conseguido pasar a la historia de la literatura, y especialmente del relato, por su sencillez, dejando a un lado la espectacularidad con que  hoy en día se pretende llenar páginas y páginas; dicho de otra manera, sus relatos son bajados del cielo hasta no solamente la tierra, sino hasta su suelo. En general podemos definir su obra de estrictamente manchega con sus peculiaridades de ser un prosista coherente y de astutas ironías, consiguiendo su gran fama gracias a esos relatos de corta duración y cuentos inolvidables que le han hecho famoso mundialmente con la mayorí0a de sus obras traducidas a varios idiomas y un enorme escaparate de grandes premios de reconocido prestigio.

Hoy en día, sin desmerecer a nadie, parece que se llevan más las novelas y narraciones de larga extensión con numerosos capítulos y con grandes alharacas, verdaderos tomos casi de colección bibliotecaria. García Pavón triunfó gracias a sus relatos concretos, sólidos, consecuentes, que producían en su lectura una sensación de simpatía y adhesión a lo que se está leyendo.

Es merecida todos los acontecimientos que celebraremos en conmemoración de los cien años de su nacimiento, porque nunca estaremos cansados de homenajear a uno de los mejores personajes que ha dado nuestra literatura y que ha permitido que nuestra Región sea mucha más conocida y especialmente mejor entendida por nuestra forma de ser y ha quedado para siempre inscrita, entre su personaje de mayor importancia de la literatura mundial, como el inmortal Plinio.

Hemos seleccionado párrafos de algunas de sus obras como ejemplo de su estilo:

Sí, habitaba frente a nuestra casa una rubia muy guapetona y frescachuela que me gustaba la mar y tenía fama de muy rica en el barrio, pero tenía el inconveniente, no pequeño, de estar casada con un comandante de la Guardia Civil”. De su obra “Historia de un cazadotes”.

“-Sí, jefe, eso decía mi suegra: “aunque me ladre el vientre” o me lance llamejas la colilla”, que esto último no lo había dicho por un respeto… y porque aquí en los cementerios, de colillas nada. Palabra de que de los miles y miles de paisanos que llevo desenterrados para añadir sus restos a los de la parienta, jamás encontré a ninguno con asomos de mingarra. Es lo primero que desaparece, lo más inútil, lo que antes se come el terreno ¡Qué cosas, eh!, que dure la alcayata de las narices o el dedo chico, pongo por caso, más que el grifillo de la vida.”…”. De su obra “Otra vez domingo”.

“Don Lotario dio una palmada para llamar al camarero, que estaba a la expectativa.

- Tráenos unas cervezas fresquitas.

- ¡Cómo le quiero don Lotario!— dijo Maleza dándole una palmada en la pierna.

- No; si pago a cuenta de Manuel, que me va a vender la uva…, si quiere, vamos.

Plinio sonrió a don Lotario beatíficamente.

- ¿Quieres o no? —preguntó el veterinario.

- Yo le vendo a usted hasta la mujer si la quiere.

- ¿A qué precio?

- ¿El qué, la mujer o las uvas?

- Hombre, las uvas de momento.”

De su obra “El charco de sangre”.

Si, hombre, si tienen el culo muy alzao y lo mueve con pedaleos  cachondísimos. Cuando pasea por la acera no deja hombre con la cabeza quieta. Todas las gafas van a parar al mismo valle…¡Ah! Y ahora que me acuerdo, ella, cuando la miran, se pone facilona y echa los ojos así muy derramaos—y la describía Salustio con tal regusto, que ponía los dientes punzones-.“. De su obra “El hospital de los dormidos”.

“En el casino labrador no se ve una cabeza descubierta. Juegan al dominó y al tute. Ven por el televisor ir a la Luna. Toman café y ven morir la tarde con la boina y el gesto inmóviles.

En el casino pusieron una percha muy larga para los sombreros y las boinas de los socios labradores. Jamás se estrenó. Allí está, polvorienta y triste por su inacabable desempleo.

En los días de toros, por tanta boina negra, las gradas de sol parecen sombra.

En los días de asueto, cuando la gente pasea despaciosa por la calle principal, si miras desde un balcón el panorama, parece empedrada con esferas negras.

Un cementerio de boinas, es algo perfectamente serio.”

De su obra “El jardín de las boinas”.

“La abuela solía guardar los dientes de leche de sus once hijos y de nosotros, los nietos. Yo los veía por  casa metidos en una caja forrada de paño verde.

- ¿Por qué guardas los dientes de leche, abuela?

- Porque es lo único que no se pierde ni se gasta de la infancia…Cuando veo a mis hijos tan mayores, la única manera de recordar que fueron niños tiernos es mirando sus dientes de leche.

- Abuela, tu calavera tendrá pocos dientes cuando la desentierren, porque estás muy mellica.

- Así no daré miedo ni a los gusanos, que nunca quise asustar a nadie.”

De su obra “Cuentos de Los Liberales".

.