Virgen de las Viñas Tomelloso
Cuadernos Manchegos
Cuadernos Manchegos

Cuéntase que se cuenta, cuéntase que ocurrió que estábamos en enero y el tiempo era frio, pero el sol lucía en el cielo, por lo que en ausencia de aire resultaba un ambiente apacible y hasta reconfortante.

Dejamos los coches a pie de parcela cerca del agricultor y en la linde de la misma. Comenzamos a pasear la plantación, la poda nos parecía bastante correcta, pues quedaban sarmientos y pulgares de reposición en todas las cepas y que, efectivamente, no cabía otra posibilidad, porque se transformó una poda en brazos a una poda con varas, dado que los pulgares existentes en los brazos de las cepas se habían helado y la recuperación de las cepas era imposible.

Cooperativa virgen de las Viñas de Tomelloso

De vez en cuando nos deteníamos para comprobar algunas varas que nos parecían tener demasiada carga, porque algunas portaban seis o siete yemas.

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Terminado el recorrido, nos fuimos acercando a los coches. En la linde de la parcela se encontraba el tractor con pala del agricultor  provisto de una abonadora centrífuga y un buen montón de basura que estaba esperando ser cargada en la abonadora.

El propio agricultor nos planteó nuestra opinión sobre la distribución del estiércol a voleo o era mejor enterrarlo. Estuvimos charlando durante un rato sobre el tema. Mientras tanto, el tractorista había cargado la abonadora y se disponía a empezar a lanzarla a la espaldera.

Iniciado su trabajo la abonadora comenzó a hacer su maniobra. No habría avanzado ni tres metros cuando oímos un fuerte ruido de cristales rotos. Dirigimos nuestra vista hacia donde se produjo el impacto y observamos que el parabrisas del coche del agricultor estaba roto. Sin duda una piedra había saltado desde la abonadora y se había cargado la luna.

Cuando el agricultor vio el desperfecto quiso avisar al tractorista pero este ya se encontraba iniciando la vuelta del otro líneo.

Ya el tractor volvía por el segundo pasillo  y nos habíamos apartado un tanto de la dirección y paso del tractor. Le hicimos señas de que parara y al llegar al final quiso hacerlo para dejar enfilado el tractor con tan mala suerte que hizo un brusco giro y tocó el poste cabecero con la abonadora y, como el plato seguía girando al removerse el disco de la abonadora, debió soltar algunas piedras que habían quedado sin lanzar, de tal forma que oímos otro ruido de cristal y como si todos los que estábamos allí nos hubiéramos tenido la misma idea, nos lanzamos al suelo.

Cuando nos dimos cuenta que el tractor empezaba a cargar de nuevo, levantándonos, nos dirigimos al tractorista, que como pudimos comprobar no se había dado cuenta de la situación. A nuestra llamada bajó el hombre y le explicamos lo acontecido; al mismo tiempo uno de nosotros se acercó a nuestro coche para comprobar si también alguno de nuestros cristales  estaba partido. La suerte nos acompañó, no tenía nada roto, ni tan siquiera se podía apreciar que alguna piedra hubiera impactado en el coche, pero… algún cristal se había partido, pues el ruido del golpe fue evidente. Era el coche del agricultor: los dos cristales del lateral izquierdo tenían los mismos síntomas que el parabrisas, es decir, rotos también.

Ya nosotros le habíamos advertido al agricultor que no era técnicamente muy conveniente la aportación de estiércol a voleo, pero lo que no le advertimos era que, además, era sumamente peligroso.

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HAY QUE TENER CUIDADO CON EL JUEGO AÉREO 

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