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Cuadernos Manchegos
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Estaba previsto que el libro se presentase el pasado 5 de junio, pero la amenaza de tormentas provocó la cancelación del evento, algo a lo que el concejal Jacinto Arriaga Arcediano, hizo alusión en su intervención “por fin puedes presentar tu libro en nuestra localidad después de haber tenido que suspenderlo por culpa de la tormenta”. Arriaga aseguró que “el Covid está haciendo que perdamos muchas cosas básicas e imprescindibles en nuestras vidas. La cultura es una de ellas” y agradeció “a todas las personas que siguen teniendo la fuerza, las ganas y la motivación necesaria para que no decaiga. Para resurgirla de las cenizas y que de nuevo la cultura esté en un primer plano”. 

Todo se desarrollaba con absoluta normalidad, dentro de los más estrictos cánones que rigen la mayoría de las presentaciones de libros, por un lado, estaba un público totalmente entregado, compuesto en su mayor parte de amigos, familiares y compañeros del autor. También se contaba con la autoridad municipal, con el librero y su torre de libros dispuestos para la venta y, como no podía ser menos, la presencia del representante de la editorial, todo ello daba marchamo de seriedad al acto y, por otro lado, los tres escritores.

Había algo diferente en el ambiente, que parecía presagiar que el acto literario no sería tan rígido como era de esperar. De manera envolvente la música llegaba alegre desde el chiringuito del parque. En ‘El Botánico’, se estaba celebrando un evento familiar, bastante concurrido y bullicioso.

Las sospechas pasaron a certeza cuando Carmona de manera improvisada, pero estudiada, inició su conferencia presentando al autor, “Hoy venimos a hablar de un aborigen, de un indígena, de un autóctono que es hijo del Campo de Calatrava, nada más y nada menos, se llama David García Rodríguez”. Carmona siguió explicando el regio linaje del creador de ‘Los Colores de Tassili y otros relatos’, “pertenece a la tribu de los rabaneros, pero enseguida alió su vida con otro linaje, el de los pardillanos con María Ángeles. Tienen asentamiento más allá de aquella sierra de Calatrava, aquello ya es el valle del Ojailén”. Antonio Carmona, confesó su esfuerzo por “traérmelo a mí tribu ‘Los Ventillanos’, un pequeño reducto que hay cerca de ‘Los Cucones’, pueblo habilidoso en la elaboración del chorizo de venao”.

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El reto estaba servido y Javier Márquez no se arrendó, saliendo al atril pertrechado con algunos gadgets, que a lo largo de su fluida alocución fue soltando con gestos teatrales que cautivaron al numeroso público allí convocado. El polifacético autor advirtió que se había “tomado la libertad de añadir algunas otras materias a mi intervención y mezclar esas palabras habituales y esperadas con algunas otras cuestiones”.

Cuestiones como el uso del usted, “al menos en estos casos, es un distanciamiento, una falta de respeto, algo antinatural y arcaico, y, os revelo, con uve, que eso me rebela, con be; y es que el tratamiento verbal del pronombre no puede ser nunca la vara con la que se mida el respeto. El respeto está en la entrega a tiempo, en preocuparnos de formarnos personalmente más y mejor, en el autodesarrollo, en el tratamiento cálido y cercano, en luchar por vencer nuestros prejuicios y en la empatía con nuestro interlocutor, una empatía que ha de estar incluso por encima de la simpatía. Y yo os respeto mucho, por eso os tutearé”.

Javier Márquez, aseguró que “cuando la obra es buena tiene la virtud de infundirnos una especie de entusiasmo racional y eso es lo que ocurre con Los Colores del Tassili. Sospecho que la actualidad es el moho de la realidad y que puede ser trivial y mortificante y por eso Los Colores del Tassili no es trivial porque su maravillosa fantasía es eterna ya que evade sutilmente la vulgaridad de la prosaica actualidad para convertirse en atemporal. Los contenidos de sus inspirados párrafos se convierten por eso en clásicos de una perdurabilidad inextinguible.”

Y continuó diciendo, que el libro ‘Los colores del Tassili’, “es un excelente trabajo, donde como autor David desnuda su alma a través de esa pluma bien afilada de la que hace gala, llena de testimonios y símbolos que explora con dinamismo y energía creadora y que asume desde una perspectiva moderna que proporciona una visión excepcional que contribuye a emocionarnos y a reflexionar profundamente desde esa mirada de creador y de persona, ambas indisolubles, afortunadamente para los lectores que leemos su obra que quedamos abstraídos por la belleza y profundidad de sus palabras y a los que, sin duda, nos dejará huella, y que su producción literaria tendrá continuidad en el tiempo y en el espacio de este maravilloso camino que transita con firmeza e inspiración”.

Por su parte, David García, muy lejos de achicarse arremetió con todo su arsenal y en clara alusión al aplazamiento de su presentación, explicó que “la lluvia es una cosa que sin duda sucede en el pasado, como decía Borges. Parece que finalmente se han descorrido las nubes y va quedando ese perfume a tierra seca que, un verano más, nos dejará pronto sin saliva. Pese a la demora a causa de la DANA que luego fue NADA, aquí estamos al fin. Gracias por ser fieles a la cita”.

Cita que no defraudó a nadie y que David con su buen hacer y sentido del humor, supo ponerle el broche de oro con su oratoria, “Para terminar, sé que casi todos llevamos en el bolsillo un aparato donde basta pulsar una tecla para acceder a tres mil años de cultura, ciencia y memoria, pero, les pido que lo dejen un rato de lado, les invito a todos, a coger a este pequeño recién nacido. Pónganlo en su regazo, acaricien lentamente sus páginas, sumérjanse en la profundidad de su mirada. Él, a cambio, les regalará, como suelen hacer los bebés, la mejor de sus sonrisas. De la mano de sus múltiples protagonistas recorremos sus calles, nos adentramos en sus hogares y en sus sueños, todo un inmenso atlas de lugares imaginarios que intentarán colárseles en su geografía sentimental, nos desesperaremos, reiremos y quizá lloremos con ellos. Les ofrecerá su alma”.

David García

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