En este inicio de la descripción de los distintos minerales de la zona de Tomelloso se nos hace obligatorio desarrollar en primer lugar el mineral en forma de roca que más conocemos y que ha hecho famoso a Tomelloso, por haber sido utilizada para la construcción de los bombos tomelloseros, además de otras aplicaciones.
Aunque la clasificación de nuestro suelos bajo el punto de vista técnico se describen y califican como arenosos, precisamente por su grado de disgregación y finura del diámetro de sus partículas que son precisamente las que nos encontramos en las tierras de cultivo, en realidad no son otra cosa que el resultado del desmenuzamiento producido proveniente de las llamadas placas calizas. En Tomelloso estas placas las conocemos con el nombre de tosca, caliche o tobazo, aunque existiendo alguna diferenciación de términos.
Esta placas de calizas tienen una estructura laminar encontrándose acumuladas en el subsuelo en forma de lanchas alargadas de escasa consistencia y dureza, lo que provoca una gran facilidad para fisurarse, disgregarse y desdoblarse en estas placas laminares de escasa anchura, aunque bastante porosa y, como hemos indicado, de escasa estructura, lo que hace que las labores de cultivo consigan con relativa facilidad ir produciendo fragmentos que finalmente se confunden con las agrupaciones de arenas o limos de arrastre.
Estas características placas laminares de mayor o menor dimensión son las que nuestros agricultores han estado utilizando a lo largo de los años para la construcción de nuestros conocidos y famosos Bombos, aunque no solamente los bombos se construyen específicamente con este tipo de lajas planas, existiendo, según las zonas, otros materiales también cuarcíticos pero con otra estructura que ya estudiaremos.
Cuando se intenta roturar las tierras o realizar labores profundas estas placas salen a la superficie y se hace necesario retirarlas del terreno formando los famosos majanos y pedrizas que todos conocemos y que se han venido utilizando en los años de la apoteosis de la construcción de viviendas como material para la construcción de edificios y naves.
La costra caliza de nuestros suelos se encuentra a pequeña profundidad, pues es fácil encontrarla, como máximo a unos 60 centímetros del nivel del suelo físico, por lo que las labores no permiten al agricultor profundizar excesivamente y el desarrollo de las raíces siempre resulta bastante superficial, por no poder realizar las labores profundas necesarias.
Son de consistencia más o menos rugosa, de color pardo grisáceo y menor peso de lo que aparentemente representan. Son fáciles de disgregar y lo hacen preferentemente en sentido horizontal.
