Virgen de las Viñas Tomelloso
Cuadernos Manchegos
Cuadernos Manchegos

Una de las cuestiones que casi nunca que se tienen en cuenta en la exposición sobre las características del clima es la presencia mayor o menor de arbolado, como un factor que puede influir indudablemente en las transiciones que ocurren  a lo largo del tiempo en las modificaciones  de los parámetros climáticos. Nuestros campos son tan austeros que llegan a ser bonitos y el saber encontrar esas bellezas solamente ha estado en mano de nuestros excelentes escritores y pintores tomelloseros que han sabido sacar provecho a estas imágenes sorprendentes.

Hay que comprender que para españoles que viven en zonas de montaña el bajar a la llanura tan limpia y tan nítida como la nuestra le produzca un cierto desaliento, porque evidentemente La Mancha en general y especialmente lo que realmente ha sido Mancha como espacio geográfico y no como delimitación administrativa, efectivamente produce esa estampa de zonas carentes de masas de arbolado, si bien en estos últimos años la imagen ha cambiado. Pero antes de describir esa evolución se hace preciso reconocer los beneficios que presentan las masas de arbolado en los campos y tierras y también en la atmósfera.

Los árboles, en general, refrescan el ambiente, porque al consumir energía las hojas de los árboles enfrían las partes bajas y refrescan esa zona, mientras que por las noches ocurre lo contrario, porque calientan las zonas más bajas.

Sí, ya sabemos que los árboles dan sombra, pero fundamentalmente lo que hacen es bloquear e impedir la actuación de los rayos solares directos, proporcionando un descenso de la temperatura importante que algunos autores valoran en un 20 por ciento.

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Los vientos son derivados por las ramas y hojas de los árboles, por lo que producen una bajada de la temperatura, modificando las del aire y del suelo y protegen a las plantas en caso de vientos fuertes. En definitiva la presencia de masas forestales o arbolados transforman el microclima de una determinada zona mejorando sus características por el poder regulador de las temperaturas.

Con esta explicación llegamos a la situación que lleva mejorándose en este sentido en los últimos años, porque, a mediados del siglo XX, la presencia de árboles en plantación era nula en nuestro término, incluso casi desaparecida en las propias casas de campo. Posteriormente, apoyados en las ayudas administrativas para plantaciones forestales y el notable incremento de las plantaciones de árboles de frutales de hueso como pistachos y almendros,  se ha hecho posible encontrar masas de arbolado que han cambiado los microclimas y  la imagen de la llanura manchega.

Otros accidentes meteorológicos de Tomelloso.

El notable ambiente  de sequedad y de ese calor seco que nos encontraos en nuestra localidad y, en general, en el campo, es producido por las razones antes descritas, pero  no debemos olvidar otra de las cuestiones que no se suele tener en cuenta en los datos climatológicos como elementos que influyen en el ambiente y que los termómetros no detectan, aunque hay que reconocer que los datos técnicos que se estudian sí los contemplan. Nos estamos refiriendo a la composición física de los terrenos donde estamos situados  que no es otra que la estructura de las tierras del campo, de las cultivadas y no cultivadas, que disponen de dos componentes fundamentales: una gran proporción de arena fina y un gran componente de lastras de piedra caliza que se fisuran con facilidad como norma general.

El suelo agrícola responde a las condiciones exteriores en función de esta composición y así en los momentos en que las temperaturas son altas la masa de tierra se calienta con facilidad y responde devolviendo ese calor a la atmósfera, lo que induce a una mayor sequedad en el aire y al existir poca humedad ambiente se produce la característica sequedad y sensación de sofoco que soportamos durante el verano, bien es cierto que en las zonas de regadío esas sensaciones son menores, pero lo que llamamos ambiente climático se hace notar y hay que considerarlo como un factor más de nuestro clima.

La influencia de los vientos es importante en cualquier zona geográfica y afecta principalmente a la aparición y movimiento de las nubes. Tomelloso no es muy abundante en la funcionamiento de las corrientes de aire y aunque disponemos de nuestros cuatro tipos de viento, provenientes del norte y de  sur, la frecuencia de los vientos no es muy alarmante toda vez que nuestra lejanía a zonas montañosas no son especialmente adecuadas para su proliferación y todos los vientos que acceden a nuestros parajes  provienen generados de otras zonas, por lo que se comprueba la escasez de lluvias que sufrimos.

Aunque sería absurdo decir que las heladas no son alarmantes en el término, en realidad los son bajo el punto de vista climatológico si comparamos con otras zonas de España. Las heladas no son importantes en cuanto a su cantidad de días de hielo, especialmente peligrosas en primavera, aunque sí pueden ser muy importantes en cuanto al valor absoluto, habiéndose llegado a alcanzar en un periodo de 30 años un máximo  en el mes de enero de – 9.8 grados centígrados. Esta situación influye en el medio ambiente y en el clima por la disminución de la masa foliar general de las tierras y campos que disminuye el intercambio de temperaturas entre la parte subterránea y al aire atmosférico.

La aparición de nieve en Tomelloso no es frecuente y es normal que muchos años no se produzca ningún rastro por la ciudad ni por sus alrededores, aunque en la época de primavera si es frecuente la aparición de rocíos y escarchas.

En definitiva, y en la situación actual, el clima de Tomelloso se puede calificar como  una zona de veranos largos y calurosos que se destacan por la escasa variación térmica entre el día y la noche, sin que se note ningún tipo de variación notable en las horas nocturnas, agravado además por el escaso movimiento de aire, con corta primavera y otoños largos, con temperaturas medias anuales de tipo suave  y, como tres aspectos meteorológicos destacables, como la escasez de lluvia, escasa aparición de nieve, al igual que días de niebla prácticamente inexistentes.

En cuanto a las tormentas de granizo suelen ser frecuentes casi todos los años, como es normal en pleno verano, aunque tampoco es notorio estadísticamente.

Otro aspecto destacable es la versatilidad de las precipitaciones, puesto que si podemos expresar que hasta los años ochenta las precipitaciones medias de los treinta años anteriores fueron de 423 litros por metro cuadrado al año, actualmente en los últimos siete años nuestra media de pluviometría se sitúa en la cifra 270 l/m/2, lo que indudablemente condiciona la situación hídrica de nuestro término y una modificación en el medio ambiente en los últimos años.

Clima tomelloso

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