Virgen de las Viñas Tomelloso
Cuadernos Manchegos
Cuadernos Manchegos

Cuéntase que se cuenta, cuéntase que ocurrió que doña Laura había fallecido en su casa del pueblo.

Doña Laura era un mujer soltera y con doce hermanos de familia, todos casados. Gracias a su saber hacer consiguió disponer de una buena cantidad de tierras y una casa de las mejores del pueblo.

Vivió sola durante toda su vida y las tierras las tenía arrendadas desde hacía mucho tiempo, pero el tractorista de toda la vida se jubiló y nadie quiso seguir labrando las tierras.

Alfonso recibió una carta de un notario comunicándole que como posible heredero del patrimonio de Doña Laura tendría que presentarse en el pueblo en cuestión, marcándole día y hora.

No se extrañó, puesto que al fin y al cabo era el marido de una de las hijas de un hermano de la fallecida. Hay que indicar que la señora fallecida tenía noventa y tres años.

Alfonso era viudo y no mantenía un estrecho contacto con el pueblo, ni con las variaciones ocurridas con esta familia, aunque si tenía cierta amistad con un primo de su mujer que también trabajaba en la capital y por afinidad de trabajos se encontraban frecuentemente y en algunas ocasiones - las menos -, comentaban algunas incidencias del pueblo.

Decidió acudir a la citación pero, como tenía tiempo, llamó a Jorge, que es como se llamaba este familiar, para interesarse más directamente por el estado real de la situación.

 - Hombre Jorge, ¿cómo estás? - le saludó cuando llegó a la mesa del bar.

- Pues, bien de momento, trabajando mucho y sin tiempo apenas para disfrutar y reunirme con la familia, pero hay que hacerlo, que la economía no está muy boyante— contestó, al mismo tiempo que se sentaba en la mesa donde se encontraba Alfonso.

- Pues, no eres el único, el trabajo me tiene privado, aunque comprendo lo de tu familia, cosa que yo desgraciadamente no puedo decir.

- Bueno, venga, ¿qué tomas? - le preguntó antes de iniciar la conversación.

- Pues nada un café cortado y basta, gracias.

- Bueno, te he llamado porque mu supongo que habrás recibido una carta de un notario notificándote la asistencia a una reunión por el fallecimiento de doña Laura - preguntó con interés.

- Sí, sí claro que la he recibido y pienso acudir. Tú ¿no? - con curiosidad.

- Sí, pienso acudir, pero antes que nada tenía ganas de hablar contigo para que me pusieras un poco al día de la situación, porque como sabes desde que murió Ágreda no he vuelto a tener ni noticias ni interés por el pueblo de mi mujer. ¿Me puedes explicar un poco cómo está en el pueblo este asunto? - con denotado interés.

- Pues, hombre, yo tampoco tengo mucha noticias últimamente, porque desde que me marché del pueblo, solamente sé lo poco que me comentan mis primos, pero como allí tampoco tengo nada, ni casa, ni tierras, sinceramente no me he preocupado demasiado. Pero por ponerte de alguna manera al día de la situación, te puedo contar que la que conoce todo el mundo como señora Laura, es decir, mi tía segunda, es una de las que mayor cantidad de tierras tiene en el pueblo y por si fuera poco las de mayor calidad, por lo que lo que haya dejado es muy goloso en cuanto a la herencia que se pueda reclamar - empezó a explicar, tomándose el café.

- Entonces tiene fuerte patrimonio, ¿no es eso?- preguntó Alfonso.

- Sí, desde luego. Mi tía tenía once hermanos y, al contrario que ella, se casaron todos y todos tuvieron hijos y estos a su vez hijos, es decir, que tenía biznietos. Pero eso es lo menos importante. El verdadero problema es que ha fallecido sin hacer testamento, lo cual, como puedes comprender, produce un vacío legal y por tanto jurídico impresionante en la adjudicación del patrimonio de doña Laura.

- Pues sí que es gordo el asunto. No sabía que la situación era tan complicada - echando un sorbo al café.

- Pues nada, si quieres quedamos y vamos juntos y veremos qué pasa - le ofreció.

- Oye, pues de acuerdo, llámame y nos ponemos de acuerdo - propuso.

- Vale, pues en eso quedamos - saludándose.

Y por fin llegó el día de la reunión.

Alfonso quedó estupefacto cuando llegó con Jorge a la casa de la fallecida que era el lugar de la reunión. En la puerta había más gente que en las oficinas del paro de cualquier población. Se introdujo hasta el salón de la entrada donde se encontraba instalada una mesa con dos personas, que le indicaron que era un notario y el ayudante. La gente iba pasando por la mesa presentando su Carnet de Identidad y el secretario tomando nota de los datos.

Después de un tiempo Jorge y Alfonso consiguieron llegar a la mesa y aportaron sus datos al notario. Jorge estuvo saludando a muchos miembros de su familia y Alfonso igualmente, pero sin que conociera a muchos de los que saludó, porque hacía ya bastantes años que no acudía al pueblo y los lazos de familiaridad estaban muy alejados.

Después de transcurrido mucho tiempo el notario indicó que se recibiría un escrito a todos los que se habían reconocido como futuros herederos con asignación de la cuota alícuota que les correspondía.

Pasado el día, regresaron a la capital.

A los pocos días de su estancia en el pueblo, Jorge le llamó para quedar con él sobre el asunto de la herencia.

Tomando juntos un café, Jorge se dirigió a Alfonso y le dijo:

- Quiero que sepas que la que se ha armado es monumental. Parece ser que, según el notario, se han presentado cerca de cuarenta herederos con derecho a herencia. Una locura. Por lo visto ha habido reclamaciones ante el juzgado, y con abogados por medio, y todavía no sabemos qué resolución se va a tomar - comenzó explicando.

- Pues menudo follón, no sabía nada—dijo extrañado.

- Bueno, pero hay buenas noticias. Se ha llegado a un acuerdo por lo que las tierras y la casa van a pasar a propiedad de dos de los hermanos de la fallecida que están por la labor de acaparar todo la herencia. Tengo que decirte que los hijos de estos dos hermanos están interesados porque en realidad son los únicos que viven en el pueblo y son agricultores. Se ha realizado una valoración del patrimonio y en estos momentos se está pendiente de alguna reclamación en dos sentidos: en primer lugar por si alguna otra persona está interesada en las tierras y por si la parte proporcional que la haya correspondido a cado uno de los presuntos herederos, que aún están sin confirmar todavía, no estuviera de acuerdo con alguna de las partes—parece que terminó.

- Oye, pues muy bien. Yo no tengo nada que decir. Que se resuelva como sea y aquí paz y después gloria - dándose por conforme con los sucesos que le comunicó Jorge.

- Así que recibirás un escrito en el que se te indicará la parte que te corresponde con los descuentos correspondientes de gastos, la aceptación de la resolución, así como la aceptación de latransmisión onerosa de la superficie que te corresponde y que lo irás recibiendo en seis años, por acuerdo de los que parece que quieren quedarse con todo lo de doña Laura y, lógicamente, aceptación de cada uno de las condiciones propuestas.

A los ocho meses, Alfonso recibió los escritos que le había advertido Jorge, con una sorpresa. Le comunicaban que una vez valorada la parte y realizadas las estimaciones económicas correspondientes, tendría que aportar una cantidad de dinero bastante elevada para hacer frente a los gastos ocasionados por las intervenciones de un gabinete de abogados y los propios de la acción legal administrativa.

Ya no avisó a Jorge, simplemente se presentó en el gabinete de abogados que tenía su sede en la capital y le prepararon los documentos para renunciar a la herencia.

Pero con mayor asombro a los dos meses le volvieron a notificar que no había sido admitida la renuncia a la herencia, porque suponía una mayor cuota a los demás herederos, salvo que abonara una cantidad en concepto de gastos ocasionados. Menos mal que la cantidad fue pequeña es este caso, pero Alfonso la terminó pagando,porque presentía que si seguía insistiendo le saldría mucho más caro.

Y así termino esta historia, aunque se podrían ampliar en muchas otras anécdotas yacontecimientos que ocurrieron de menor entidad.

En definitiva, Alfonso, se quedó sin herencia alguna y encima le costó los cuartos.

BASADO EN HECHOS REALES

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La herencia Tomelloso

 

      

 

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