Virgen de las Viñas Tomelloso
Cuadernos Manchegos
Cuadernos Manchegos

Posiblemente no haya existido ningún pueblo en España en los que la matanza del cerdo no haya existido. Esta tradición permitía el abastecimiento de un importante porcentaje de la alimentación de las familias ya que se obtenían productos no normalmente perecederos y que por lo tanto podían perdurar durante mucho tiempo en lugares frescos para que no perdieran calidad.

La matanza era un acontecimiento que hay que llamarlo familiar, pues se reunía prácticamente toda la familia para ayudar en las faenas y disfrutar de unos días de buena armonía y a la que también se incluían vecinos y amigos.

Promoción Espacios Naturales 2024

Advertisement

En Tomelloso hablábamos de la matanza del gorrino y se solía celebrar en los meses de invierno, entre noviembre y enero, y, como todos sabemos, no era otra cosa que  sacrificar un cerdo o dos, según familias, para aprovechar todas sus partes que eran siempre utilizadas en la alimentación y conserva.

Seguridad y Salud en en Trabajo

Advertisement

El cerdo se alimentaba durante diez u once meses y se compraba a continuación de realizada la matanza del anterior y se criaba en el patio de la casa, en su cochiquera, con alimentación de todo tipo, pues el cerdo es un animal omnívoro y no suele despreciar ningún tipo de alimento.

El día anterior a la matanza se preparaban todos los utensilios que se iban  a utilizar y se avisaba previamente al matarife que era el encargado de  sacrificar al animal.

El gorrino que no estaba acostumbrado a estos preparativos y que debía intuir algo, se oponía a su sacrificio y tenía que utilizarse varios hombres para sacarlo de la gorrinera, generalmente con un gancho  que se le ponía en el cuello o en la boca.

Romería Tomelloso 2024

Desde allí era llevado hasta la mesa y, a continuación, el matarife cortaba sobre la arteria y el animal se desangraba. En ese momento las  mujeres recogían la sangre en los lebrillos moviéndola continuamente para evitar que se coagulara.

El pelo del animal se quemaba generalmente con hierbas y después se repasaba las posibles puntas que quedaban y se lavaba con agua para llevarle al lugar adecuado para dejarle colgado para poder abrirle la tripa y extraerle los órganos: estómago e intestinos, que posteriormente se iban aprovechando. Se tenía dispuesta a una altura conveniente algún soporte para poder colgar el animal que se le ataba con una soga las patas traseras.

Llegado el mediodía se aprovechaba para preparar las conocidas gachas manchegas  y apoyadas por los distintos órganos del cerdo, en un ambiente de alegría.

Pasada la comida se procedía a descuartizar el resto de piezas del animal, para lo que el matarife realizaba la obtención de los jamones, las paletillas y los lomos para utilizarlos en embutir los chorizos.

Prácticamente la matanza duraba dos o tres días en el mismo ambiente de familiaridad. Del gorrino se aprovechaba todo: las pezuñas, la sangre, los jamones, el tocino, los lomos, la manteca y otros.

 Las matanzas dejaron de realizarse cuando comenzó a introducirse la producción industrial y hacia los años setenta fue desapareciendo esta costumbre que proporcionaba alimento a las familias, juntamente con la cría de otros animales, como conejos, gallinas, pollos, algún cordero, que juntamente con los cultivos de huerta mantenían la alimentación de un enorme porcentaje de la población de los pueblos españoles.                        

.