Virgen de las Viñas Tomelloso
Cuadernos Manchegos
Cuadernos Manchegos

Cuéntase que se cuenta, cuéntase que ocurrió que acompañado de un agricultor, paseábamos un melonar y de vez en cuando encontrábamos algunas matas atacadas de pulgón. Observé las hojas y pude percibir que la invasión era bastante fuerte. La colonia tenía ya hembras de tercera o cuarta generación y las hojas ya  mostraban una fuerte debilidad, dobladas hacia dentro y con un gran decaimiento de la vegetación.

Le recomendé al agricultor un tratamiento y que volvería a los pocos días a observar los resultados.

A los seis o siete días me llamó el agricultor para que me acercara a ver la parcela. La paseamos y efectivamente el tratamiento parecía haber dado resultados, pues las matas próximas a los focos existentes días atrás no tenían síntomas de ataque y las afectadas de pulgón no tenían presencia de los parásitos.

Pero a las pocas fechas volvió a insistir para que me acercara otra vez. Efectivamente, pude corroborar de nuevo otro ataque en una determinada zona de plantas que aparecían fuertemente afectadas y en número mayor que el foco anterior. Le indiqué al agricultor que repitiera el tratamiento a esa zona cambiando de producto y en eso quedamos.

¡Otra vez la burra al trigo! Tercera visita a la parcela con los mismos síntomas: durante unos días el producto había dado resultado, pero al poco tiempo se presentó una nueva invasión de pulgones.

Ya cansado, le pregunté al agricultor los cultivos anteriores, me dijo que el año pasado había tenido también melones y estuvo sulfatándolos con varios productos y no había tenido problemas , pero que este año le estaban dando mucha guerra y no podía con ellos.

Ya bastante preocupado, y antes de recomendarle un tratamiento, traté de profundizar en el tema. Venga información, repasar trabajos sobre esta especie de pulgón y compendiar bibliografía sobre el particular.

Dando vueltas a la cabeza tomé la decisión de volver a la parcela.

Me acerqué y repasé toda la plantación sin encontrar la razón de la infestación, hasta que por fin encontré lo que buscaba.

En el borde de la parcela se podía apreciar una gran abundancia de malas hierbas.

Observé las especies  existentes y en las proximidades de una pequeña pedriza pude reconocer un grupo de plantas de cenizo y, en una de ellas, con toda naturalidad observé con nitidez lo que estaba buscando. Me eché manos al bolsillo y saqué el cuentahilos. Lo aproximé al envés de la hoja y, con la claridad que me permitía el campo de visión de la lupa, la miré con entusiasmo.

¡Ahí estaba!  ¡Una hermosa pulgona con alas! Su cuerpo inconfundible : unas deliciosas y vaporosas alas de un transparente brillantez adornaban una negras antenas largamente definidas que permitían observar la altivez a de su cuerpo estilizado; cuerpo de un negro brillante que obstruía el color del resto, fulgurante y al mismo tiempo atrevido; unas patas bien diseñadas, alargadas, elásticas, con articulaciones perfectamente diseñadas. El cuerpo de una composición perfecta: cabeza con unos ojos negros como el carbón, penetrantes, inteligentes y de amplia movilidad, cuerpo redondeado, exuberante, diseñado como modelo de perfección y un final de cuerpo de impresión: unas curvas bien diseñadas, sinuosas, con suave convergencia, hasta cierto punto insinuantes y bien acabadas, en cuya unión final se podía apreciar un perfecto acabado en una punta extrema de un perfil finamente estructurado.  En conjunto una maravilla de la naturaleza y un bicho feo y asqueroso, pero que era el culpable de la invasión; una hembra alada culpable de la continuidad en la reproducción del ciclo biológico de los pulgones. Aproveché el momento para hacer varias fotografías.

Le aconsejé al agricultor que tratara en primer lugar las malas hierbas con un aficida, utilizara a continuación un herbicida para las malas hierbas y un tratamiento posterior a las plantas de melón.

Hasta cierto punto fue un verdadero éxito, un tanto caro y oneroso, pero de excelente resultado.

De vez en cuando me recreo observando los fotogramas de mi apreciada pulgona, que nunca olvidaré.

HASTA LOS MÁS FEOS TIENEN SUS ATRACTIVOS

La pulgona Tomelloso

 

 

 

 

 

 

 

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