Finalizada la vendimia, la recogida de almendro y pistachos y con las aceitunas a punto, el paisaje de nuestros campos toma unos tonos diferentes, quizá no tan esplendorosos como en primavera y verano, pero no de menor belleza, incrementándose con distintos coloridos muy versátiles y variables en función de la impresión que proporcionan el sol y las nubes que los hace cambiar en cada momento, por lo que se diferencia del verano donde la homogeneidad es más patente.
Así, nos encontramos con que ya los agricultores han realizado la limpieza de sus remolques y lonas de vendimia y se preparan a realizar las actividades propias de la próxima campaña agrícola.
Paseando por el campo podemos observar cómo, a pesar de la escasez de lluvias, ya se están preparando las operaciones de labor de las parcelas que van a recibir las siembras de cereales que se pueden ver facilitadas por las recientes lluvias que harán que las siembras se realicen con más garantías que las realizadas en seco.
Por otra parte los paisajes que presentan las parcelas de viñas con las hojas perdiendo su color natural y tomando los verdes tristes, las amarillas y las tonalidades rojizas de ciertas variedades, en especial las de uvas tintas, presionan a la vista de los humanos forzando a una sensación de añoranza y de seriedad, proporcionando unas imágenes que derivan en fuertes sensaciones.
Estas imágenes vienen siempre acompañadas por la impertérrita visión de los olivos que, conjuntamente con las plantaciones de especies forestales, mantienen una sensación de vida que acompaña a estos otoños de las especies de hojas caducas.
Podemos añadir la sensación e imagen que producen los almendros en el momento de la pérdida de vigor y color de los árboles y la caída de sus hojas, con otra impresión visual digna de contemplar.
Aunque en el campo pudiera dar la impresión que todo ha acabado con la recolección de los productos anuales, la realidad no es esa.
El agricultor comienza un nuevo ciclo y ya lo prepara con mayor esmero y cuidado, preparando las tierras y, en algunos casos, ya avanzando ciertas operaciones que necesariamente es importante realizar.
Así ya, los más previsores. han almacenado el estiércol que van a aportar a las cepas. Otros viticultores ya han realizado una prepoda en las viñas en producción, mientras que otros van podando las plantaciones más jóvenes en espaldera, así como se comienza con la reposición de marras con su arranque, especialmente la de formación baja.
Pero además, se hace necesario la recogida en su caso de los goteros, dar unas vueltas a la viña y recoger los sarmientos para su destrucción.
Si a ello incluimos otras actividades complementarias que podemos apreciar en el campo como la búsqueda de setas comestibles o la aparición de cazadores en cierto días y añadimos la presencia de nuestros amigos los pájaros que forman parte del paisaje como palomas, tórtolas, gorriones, urracas, búhos, jilgueros, mirlos y otros y la presencia de perdices, conejos y liebres, podemos contemplar en todo su apogeo el continuo movimiento que se mantiene en la comarca de Tomelloso, incansable en sus quehaceres agrícolas.
En definitiva, nuestros campos muestran el indiscutible germen vital de la propia naturaleza y de nuestros agricultores tomelloseros.
