Virgen de las Viñas Tomelloso
Cuadernos Manchegos
Cuadernos Manchegos

Cuéntase que se cuenta, cuéntase que ocurrió que nos encontrábamos en el campo en una parcela de viña donde pensábamos iniciar una reconversión de la viña de vaso a espaldera. Pretendíamos elevar la cepa  y realizar una forma apoyada a un solo alambre.

Las cepas disponían de unos recios pulgares y unas fuertes brotaciones ya endurecidas a lo largo del tiempo. La teoría consistía en eliminar tres o cuatro pulgares viejos y dejar un de ellos atado al alambre que definiría el futuro de la plantación.

Habíamos seleccionado dos hilos de veinte cepas alternadas dentro del hilo. Los tres disponíamos de tijeras de podar y, aunque no estábamos muy duchos en esta técnica y dudábamos en principio de su eficacia, pensábamos que podía ser una buena alternativa para esta variedad.

Poda sin esfuerzos Tomelloso

Éramos seis podadores, cinco con cierta experiencia y uno nuevo que no estaba muy diestro en estos menesteres.

Iniciamos al mismo tiempo la poda al mismo tiempo. Algunos pulgares estaban ostensiblemente secos y al apurar los cortes se hacía extremadamente difícil terminarlo con garantía, por lo que había que hacer un gran esfuerzo y en algunos casos utilizar el serrucho.

No obstante seguíamos podando las cepas y atándolas al alambre, que previamente había instalado el propietario a nuestras instancias y consejos técnicos.

Poda sin esfuerzos Tomelloso

Según íbamos avanzando en la poda los brazos iban notando el esfuerzo de los continuos cortes dados a las cepas.

Llegado un momento el compañero de turno cogió las tijeras  y se dispuso a podar una de las cepas, por cierto bastante fuerte y con recios pulgares.

El primer corte lo costó bastante trabajo y el segundo aún parecía que le costaba un esfuerzo aun mayor, por lo que le dijimos que sacara las tijeras del corte y utilizara el serrucho, pero el compañero siguió empeñado en terminar de hacerlo. De repente, soltó las tijeras que quedaron insertas en el corte y se levantó precipitadamente dirigiéndose con toda rapidez a una pedriza próxima.

Nos quedamos extrañados pensando que le había pasado algo raro. Mientras llegaba, el compañero y yo terminamos de hacer el corte con el serrucho.

A los pocos minutos el compañero regresó con una larga, externa y abierta sonrisa en la boca.

 - Venga, ya podemos seguir - dijo sin más.

Inmediatamente nos miramos con cierta extrañeza al detectar un cierto olor muy característico que emanaba de nuestro compañero y, guiñándonos el ojo, los dos pensamos lo mismo.

Después descubrimos que la deyección sólida había sido antes de la visita a la pedriza y no después.

 

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Poda sin esfuerzosa Tomelloso

 

 

 

 

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