Virgen de las Viñas Tomelloso
Cuadernos Manchegos
Cuadernos Manchegos

Cuéntase que se cuenta, cuéntase que ocurrió que estando con mi amigo Ramón desayunando en el bar con una buena tira de  tocino y un buen vaso de vino me dijo que se iba  a acercar a la parcela de la Casa del Malvisto que tenía una plantación de tinto de diez años y que  había hecho un nueva poda y quería ver cómo estaba funcionando, ya que las cepas no daban muchas uvas a pesar de la basura que le echaba y del riego por goteo. Casualmente yo iba a una de mis parcelas también cercana a la de mi amigo, así que decidimos acercarnos a verlo.

Dejamos mi coche en mi parcela y con el suyo nos fuimos a la suya. Por el camino me fue explicando que era una nueva poda que los técnicos estaban recomendando para que el tinto diera más uvas y había probado en un rodal del cornijal de la parcela en unas cien cepas para comprobar si era verdad.

Mejor conectados - Telefónica

Paramos en la casa y me fijé en el terreno y como en toda la zona la parcela era pedregosa y de poca profundidad.

Unos días antes de los acontecimientos que precipitaron los hechos, el tiempo había cambiado, era pleno verano y dos días antes una fuerte tormenta, con ruidos, relámpagos y algo de piedra cayó del cielo. Sin embargo, al día siguiente el tiempo era seco y soleado como corresponde al tiempo normal de estío.

Romería Tomelloso 2024

Rodeamos la parcela hasta llegar a la punta y lo que vimos nos dejó de piedra. Un rodal de treinta o cuarenta cepas totalmente calcinadas, como si se hubiera utilizado un lanzallamas, así se encontraban, incluso la madera vieja tenía los mismos síntomas. Pero no era eso solamente lo que nos llamó la atención. En toda la superficie que ocupaban las cepas se había producido un hundimiento de la tierra que mostraba los mismos síntomas y el hoyo era aparente. La tierra también estaba calcinada y hundida unos quince centímetros de su nivel natural. Comentando con mi amigo la situación lo primero que pensamos era que posiblemente un rayo había dado en alguna de las cepas y el efecto se había transmitido en una determinada superficie, ya que como era la punta del riego y todavía tenía humedad. Sabíamos que aunque no era frecuente, casos de este tipo ya se habían dado en otras ocasiones. Nos acercamos ya dentro de la zona y para mayor sorpresa encontré un trozo de metal, con color de óxido, marrón y de fuertes aristas. Lo cogí y se lo enseñé Ramón que puso cara de extrañeza, al principio pensamos que se trataba de algún resto de golondrina o apero que se encontrara enterrado en la tierra, pero, cuando observamos más detenidamente, comprobamos como había seis o siete piezas parecidas en el mismo agujero, distribuidas de forma irregular en toda la superficie. Nuestra sorpresa fue mayor cuando vimos una pieza de mayor tamaño, en forma de peonza, muy regular y redondeada, también oxidada. Ya nos rascábamos la cabeza porque nuestra teoría sobre el rayo se desvanecía. Instintivamente, tanto mi amigo como yo, que teníamos una de esas piezas en la mano, y sin que nos hubiéramos puesto de acuerdo, miramos al cielo; el agricultor rascándose la cabeza ostensiblemente.

El caso fue muy comentado y la parcela muy visitada y, aunque hubo explicaciones y razonamiento de todo tipo, nadie supo explicar qué fue exactamente lo que ocurrió, aunque la versión que tomó más fuerza era la de la caída de un objeto metálico desde el cielo, hasta la versión de un  ovni, que en esta época estaban muy de moda.

La verdad es que el caso debió ser estudiado con más profundidad, ya que se hizo muy popular, pero nadie se preocupó en exceso del tema y se quedó en “agua de borrajas”.

Nunca llegamos a saber qué era lo que ocurrió, pero en nuestra mente se nos pasó que hubiera sido algún cuerpo celeste del espacio de estructura metálica, aunque un meteorito nos parecía excesivo. Tampoco nos preocupamos de indagar más en el asunto, pero las fotografías existen y las piezas metálicas se las quedó el agricultor, que aún vive.

Misterios de la naturaleza celeste. La experiencia de Ramón se quedó en vacío.

Mi amigo tuvo que arrancar las cepas, rellenar el hueco, echar basura y volver a plantar otras nuevas cepas. Lo curioso es que a lo largo de estos años a Ramón no se le puede hablar de nuevos sistemas de podar cepas, sigue podando el tinto como toda la vida: cuatro-seis pulgares a dos o tres yemas y jamás se le ha ocurrido introducir ninguna novedad, por si acaso, pero lo más curioso es que la nuevas cepas plantadas en el socavón son las que mejor producción dan de la parcela.

Los regalos del cielo, no son siembre bienvenidos

Un caso fulminante Tomelloso

 

 

 

.