En una mañana de sol, y, afortunadamente sin viento ni lluvia ni un calor excesivo, Almonacid de Zorita ha celebrado, brillantemente, el Día del Corpus Christi, una fiesta que, desde el año 2012, lo es de Interés Turístico Provincial.
Un año más, los vecinos, agrupados por barrios, se han unido para alfombrar las calles del pueblo, en un recorrido de cerca de dos kilómetros, que une los diferentes altares que, tradicionalmente, siempre se habían preparado en el pueblo.
El Corpus Christi es una fiesta de la Iglesia Católica que celebra la Eucaristía, es decir, la presencia real de Jesucristo en el sacramento del altar. La celebración tiene lugar el jueves después del domingo de la Santísima Trinidad, que se celebra una semana después de Pentecostés, aproximadamente 60 días después del Domingo de Resurrección. En Almonacid, y en otros muchos lugares de España, la celebración se ha trasladado al domingo, para favorecer la presencia de público. La festividad tiene sus raíces en el siglo XIII, cuando la Iglesia instituyó la fiesta en respuesta a la petición de la monja Juliana de Cornillon, quien tuvo visiones de Cristo solicitando una festividad especial para honrar la Eucaristía. El Papa Urbano IV estableció oficialmente la fiesta en 1264 con la bula "Transiturus de hoc mundo".
La alfombra de colores con la que Almonacid de Zorita subraya esta celebración, une ocho altares del Corpus. Cada uno incluye una serie de elementos, siempre los mismos, pero nunca ordenados ni decorados de la misma manera. Costumbre inmemorial es que, bajo esos altares, los almorcileños elaborasen decoraciones hechas con pétalos de rosas, césped recién cortado, posos de café, e incluso cáscara de huevo, para aportar cromatismo y belleza a los diseños.
Los altares están situados siempre en los mismos lugares, en las calles de Cervantes; Mayor, a la altura del Centro de Mayores; San Sebastián; de nuevo Mayor, en el cruce con la calle Virgen de la Luz y Gobernador; Plaza del Coso, dos en la calle del Trinquete y el último, frente a la Ermita de la Virgen de la Luz. La decoración y montaje de este altar es un privilegio que se reserva al hermano mayor de la Hermandad del Santísimo Sacramento, que es la que organiza la fiesta. Este año es José Parra.
Pero conseguir cerrar el recorrido de las alfombras, no es tarea fácil. El Ayuntamiento de Almonacid colabora todos los años con los barrios, adquiriendo, y poniendo a su disposición, cerca de tres toneladas de serrín y las hormigoneras con las que se tiñe de colores, así como el tinte que se utiliza para ello. Con todo ello, los barrios pueden crear su paleta de colores de cada año. Los dos dias previos, no para la actividad en Almonacid. Mucho antes de empezar, los barrios ya han decidido cómo van a ser los patrones de esas alfombras. Igualmente, los varían cada año. Y, para ejecutarlos, utilizan unas plantillas de corcho, que luego van rellenando con el serrín.
Viernes y sábado son los días en los que los vecinos se turnan para teñir el serrín. Y en la madrugada del domingo del Corpus, después de un café, los almorcileños se ponen manos a la obra, a partir de las seis de la mañana, en algunos barrios, incluso antes.
Jose luis Roldán es uno de los vecinos, y abuelo orgulloso de una niña que hace este año la comunión y que por lo tanto iba a encabezar la procesión posterior, que se ha encargado de la elaboración del altar que está frente al centro de mayores de Los Olivos. “Hacemos los dibujos que los niños quieren. Este año, nos dijeron que unas mariposas. Y eso hemos hecho”, señalaba esta mañana. Además, el altar lucía este año un cuadro precioso, antiquísimo y enorme, que hacía referencia a la escena del Nuevo Testamento en la que Jesús pedía a los niños que se acercasen a él. En este barrio, los relieves se hacen con arena. Este año han participado unos veinte vecinos, de este y otros barrios almorcileños que se han acercado a echar una mano.
En el de la calle Luis Fernández de Heredia estaba Gabriel Ruiz del Olmo. “El día del Corpus es un día importante para Almonacid”, señalaba orgulloso, ya a punto de terminar el trabajo en su tramo de calle. “Los colores son vivos y el material el mismo todos los años: viruta y serrín. Pero los diseños siempre son diferentes. Hemos hecho una plantilla específica para esta alfombra. El altar, lo hacemos sobre un dibujo que marcamos con tiza en el suelo y luego rellenamos”, explicaba.
La sacedonera Teresa Ortega, vive en la villa alcarreña desde hace muchos años. “Me encanta Almonacid, y este día del corpus, más. Para mi, cada año es un orgullo terminar esta alfombra, y ver que todo el pueblo hace lo mismo. Y, cuando pasa la procesión, es más bonito todavía”, terminaba.
Las alfombras de los altares son bien distintas cada año. Las que los unen, tienen en torno a un metro de ancho, y nadie las puede pisar, hasta que no pasa la procesión. Una vez acabado el trabajo, también resulta necesario cuidarlo, mimarlo, para que al paso de la procesión continue perfecto. De esta manera siempre hay un vecino que se encarga de regarlas, para mantener el color original, y sobre todo, para que el aire no mueva el serrín y descomponga las figuras.
La Hermandad del Santísimo Sacramento, la cofradía más antigua de la villa almonacileña, es la que organiza la fiesta. Se tiene constancia documental de ello desde el siglo XVII. El primer libro de la Hermandad del Santísimo Sacramento que se conserva data de 1714, si bien en él se hace referencia a alguno anterior, que se ha perdido. Según los libros de la parroquia, se fundó alrededor de 1540. Hay constancia en aquel año de que un fiel almorcileño hiciera una donación de censos a beneficio de la Hermandad.
Debió tener gran importancia, porque, igualmente según refieren los documentos, algunos años, se llegaron a celebrar incluso corridas de toros, y sonaba en abundancia la música de las chirimías. La Hermandad sufrió una primera crisis, con la Desamortización de Mendizábal (1834-1836), aunque nunca llegara a perderse el culto. Si se perdió entre 1936 y 1962, después de la Guerra Civil. En aquel año, y a instancia del entonces párroco local Epifanio Herranz, y de Manuel Toledano Parra, se refunda la Hermandad, que ha seguido ininterrumpidamente el culto desde entonces. Desde el año 1962, hasta ahora, se mantiene activa, de manera que, los terceros domingos de cada mes, hay una ceremonia especial, una procesión con el Santísimo Sacramento por dentro de la iglesia. Además, esta Hermandad pertenece a la Agrupación de Cofradías de Minerva de España.
La tradición del Corpus siempre fue que todas las hermandades de Almonacid salieran en procesión de la iglesia, siguiendo el mismo orden. En primer lugar, lo hacen los estandartes de las hermandades, por meses del año, pero siempre dejando como más cercana a la Custodia, a la de la Virgen de la Luz, patrona del pueblo. A continuación, los niños y niñas que han hecho la Comunión en el año en curso -este año 10-, por delante de la Custodia que porta el párroco local, Javier Toledano, bajo palio. Son los hermanos cofrades quienes lo sostienen, antecedido por la insignia distintiva de Cofradía. A continuación, salen las autoridades, y después músicos y feligreses.
La procesión recorría los ocho altares, partiendo de la Ermita de la Virgen de la Luz. Fue en el año 1976, en el altar de la antigua panadería, cuando se recuperó esta tradición. Por entonces el médico de Almonacid era José María Madrigal, quien posteriormente fue alcalde de la villa. Su esposa, Engracia Valmero, nacida en La Gomera, relanzó la tradición de las alfombras del Corpus. Así, en los años siguientes, los barrios empezaron a extender las alfombras desde los altares a las calles. Andrés Madrigal, hijo de Engracia, también ha participado este año de la tradición. “Es una satisfacción dar gloria a Dios con estas alfombras. Se trata de tradición canaria, que mi madre trajo aquí, pero que luego la gente de Almonacid ha hecho propia. Para nosotros, y para el pueblo, es un orgullo que sea fiesta de interés turístico provincial”, señalaba.
En 1978, el historiador local, que todo lo apuntaba en sus cuadernos, Román Lopez -ya fallecido-, dejó anotado en sus cuadernos que fue la primera vez en la que se circuyó el recorrido completo de la procesión con una alfombra de colores. Ha hecho hoy, por lo tanto, 46 años. La alfombra tiene, aproximadamente, dos kilómetros de longitud. Dada la dimensión de la celebración, esos materiales ya no eran suficientes. Fue entonces cuando las alfombras se comenzaron a decorar con serrín y virutas de madera teñidos.
Poco antes de las doce de la mañana, la hora de comienzo de la misa, todas las calles por las que discurre la procesión, ya estaban unidas por la bellísima alfombra de colores.
La misa la amenizó musicalmente el coro de la parroquia de Almonacid. Un grupo musical, venido de Navalcarnero, engalanó musicalmente con sus notas de sus el recorrido.
Con salida y llegada en la Ermita de la Virgen de la Luz, la procesión fue haciendo parada, uno a uno, en los altares, todos con el corazón de Jesús como protagonista.
La procesión los recorrió uno a uno, y, después de una oración, pronunciada por Javier García Toledano, los diez niños que han hecho la comunión este año, arrojaban pétalos de rosas blancas y rojas en el altar y sobre la custodia, mientras los vecinos de cada barrio, observaban orgullosos.
La concejala de Cultura del Ayuntamiento de Almonacid, Lydia López, agradecía su trabajo a todos los almonacileños. “Es un día precioso, en el que se pone de manifiesto la colaboración entre los vecinos, la parroquia y el Ayuntamiento, para mantener una de las tradiciones más bonitas de Almonacid”.