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Cuadernos Manchegos
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Las construcciones rurales a pleno campo gozan de gran interés por los arquitectos y por los especialistas en estas materias por haber constituido una forma de habitabilidad condicionada por circunstancias agrícolas y ganaderas y que, por desgracia, está ocurriendo que paulatinamente van desapareciendo de nuestros paisajes por abandono y falta de  conservación, lo que supone perder un patrimonio arquitectónico que no debe perderse porque nos quedaríamos sin poder comprender y entender parte de nuestra propia historia y evolución.

 En este cuarto artículo incluimos una construcción que, como en todos los casos, utiliza las piedras como elementos básicos y que son ejemplos de la dinámica del movimiento ganadero de los pueblos de España.

LAS TORRUCAS

Con este nombre se conocen en ciertas zonas de la Comunidad Autónoma de Extremadura a unas construcciones rurales realizadas por la estructura de piedra seca.

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Fundamentalmente estas construcciones nos las encontramos en las zonas de sierra alta de Extremadura donde se producía el trasvase del ganado en las llamadas trashumancias de unos parajes a otros en búsqueda de pastos frescos y que se utilizaban para cobijo de pastores, por lo que eran unas humildes construcciones de pequeño tamaño.

 Otra utilización de estos cobijos se daba en los casos de la existencia  de pequeñas parcelas dedicadas a viña, olivar o cereales situados en estas zonas alejadas de los núcleos urbanos.

Se indica que estas construcciones eran similares a las de origen celta que se encontraban diseminadas por la zona, aunque formando un criterio y organización común y que la costumbre de estas construcciones no provienen explícitamente  de la propia zona sino seguramente se supone que proceden de la zona de Soria como consecuencia de la ya nombrada trashumancia del ganado en las épocas de verano.

Como hemos indicado la construcción se realiza por el sistema de piedra seca por acumulación de piedras, cuyos huecos se rellenan con otro tipo de piedra y la techumbre también con piedras y su superficie se rellena con tierra para evitar que el agua penetre, lo que produce un verdor producido por hierbas y musgo que se cría en esta capa de tierra que forma la cubierta. El dintel está diseñado con una piedra larga que soporta al resto y la puerta es amplia y siempre está orientada al oriente, para de esta forma aprovechar los primeros rayos del sol, ya que hay que recordar que estos refugios de pastores se encontraban en zonas altas de sierra, por lo tanto, de temperaturas frescas y además esta orientación les permitía protegerse de los vientos del sur y del frío del resto de corrientes.

*** Las alusiones a los poblados celtas proceden de restos arqueológicos de la provincia de Cáceres en La Coraja dependiente del Ayuntamiento de Aldea centenera al este de la provincia y de Roturas, pedanía de Cabañas del Castillo, también al este.

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