Virgen de las Viñas Tomelloso
Cuadernos Manchegos
Cuadernos Manchegos

Cuéntase que se cuenta, cuéntase que ocurrió que hace muy poco tiempo me comentó un amigo la experiencia que ha tenido un amigo suyo de lo que curiosamente esta persona ha denominado “acoso del hogar”.

Le pregunté que si me podía contar el caso y de todo lo que me expuso y aunque sea brevemente, lo intentaré resumir.

 Al afectado le vamos a llamar Pedro y este buen hombre contaba que, por desgracia, había tenido que ir a vivir a un piso ya hacía algunos años, comentando que no le había apetecido la mudanza, porque él vivía feliz en su casa típica del pueblo, con su corral y otras dependencias donde pasaba la mayoría del tiempo, porque al estar jubilado se entretenía en pequeños quehaceres cotidianos, trabajos manuales, arreglar los árboles, las parras y otros pequeños trabajos de taller que también le entretenían.

Al fallecer se esposa se decidió por parte de los hijos que lo mejor sería irse a un piso, donde estaría más tranquilo y con menos actividad de trabajos, ya que tampoco disponía de un buen estado de salud.

Pedro reconocía que el piso estaba muy bien, pues tenía todas las cosas modernas actuales y, además, el buen Pedro, puso voluntad en aprender algo de informática y el manejo de un móvil que, aunque ya disponía anteriormente, se lo cambiaron por uno más moderno y así, entre el teléfono fijo, su móvil y su ordenador se permitía vivir holgadamente y disfrutar de sus amigos en el casino y ciertas salidas al campo con sus hijos.

Sus primeros problemas comenzaron ya hacia un tiempo y se presentaban en unas iniciales llamadas telefónicas y otras al móvil de distintas ofertas comerciales que daban unas mejoras en las futuras facturas correspondientes a cosas habituales en el consumo de la vivienda. Al principio no dio importancia a ciertas llamadas y tampoco daba conversación a los que efectuaban las llamadas.

En una ocasión cuenta que le dio por escuchar la oferta que se ofrecía y por curiosidad quiso seguir el curso de la conversación de la oferta y fue cuando, a partir de entonces, comenzó a recibir llamadas por el móvil y por el teléfono fijo que, en principio, no eran muy abusivas.

Cuando ya progresaron en demasía es cuando habló con mi amigo quejándose de las continuas llamadas recibidas. Mi amigo le expuso que comprobara lo que estaba diciendo y que cada vez que le llamaran tomara nota del teléfono, de la empresa que le llamaba y que apuntara la hora de la llamada.

 Así lo acordaron y se pusieron un plazo de quince días.

Aquí comienza esta historia, que por mi parte ceo que es autentica y que ya estamos sufriendo la mayoría del pueblo español sin querer exagerar.

En un papel escrito que le proporcionó estaba el llamado “acoso de hogar”.

En los quince días cuatro compañías eléctricas distintas le habían llamado por teléfono, al fijo y al móvil, y algunas veces con llamadas de distintos lugares por la misma compañía, pues según comentaba mi amigo de algunas compañías había recibido llamadas de distintos lugares, como Navarra y Sevilla, por ejemplo. Como todos sabemos, ya conocemos, porque seguramente lo habremos pasado, la verborrea y los distintos estilos de convencimiento, así como algunas preguntas fuera de lugar.

Además de las compañías eléctricas, recibió este Pedro tres llamadas de empresas de móviles o de empresas dedicadas a la informática y a las redes sociales con extraordinarias ofertas, todas referidas a la disminución de los costes. Aparte de estas llamadas más asiduas, también tenía apuntada una llamada para invitarle a una reunión de personas mayores para un tema de sensibilidad mental que no supo definir con claridad.

También incluyo una llamada de la compañía telefónica de la que es usuario para comentarle unos futuros beneficios que le iban a proporcionar en el uso de su teléfono móvil, con regalos incluso de televisión.

 Pero lo más curioso que me comentó, era que Pedro estaba asombrado que, en la mayoría de los casos, conocían su nombre, sus dos apellidos, su dirección y lógicamente su número de teléfono y sobre todo que, en casi todas las ocasiones, llamaban a la hora de la siesta y hay que incluir que en alguno de los casos le amenazaron con que se estaba grabando la conversación.

La información que nos trasladó mi amigo era mucho más amplia, pero en definitiva nuestro amigo Pedro, comentó que todo lo había hecho por el acuerdo con su amigo, pero que en ninguno de los casos quiso seguirles la corriente y que actualmente ha anotado todos los números de teléfono y gracias a sus hijos los ha bloqueado, aún dice que le siguen llamando al fijo y está dispuesto a darlo de baja.

Finalizó aquí estos sucedidos a uno de nuestros convecinos que me supongo que no debe ser el último, pero que la información es mucho más amplia y nuestro amigo Pedro se lamenta de no estar en su corral, porque allí solamente tenía el acoso de sus gallinas y eso era soportable.

Esperamos ampliar la información porque desde luego debe de ser sustanciosa y con el desconsuelo de nuestro amigo Pedro que llegó a comentar que la situación se hacía insoportable, porque pasaba más tiempo atendiendo al teléfono que descansando.

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