Se detiene la tarde detrás de los cristales trazando en éste Jueves Santo mirar calles desiertas en reposo obligado. Regresa la memoria a evocar estas fiestas vividas de otro modo; para los cristianos seguidores de Cristo, repartidas en casi todos los países del mundo. Rememoramos aquél viacrucis de un hombre ajusticiado, calumniado y vendido por el que era su seguidor y amigo. Han pasado los siglos y el rostro inocente del que predicó el amor entre todos se ha ido diluyendo entre la superfiabilidad de una sociedad decadente.
En estos días tan decisivos para la vida plagada de muerte, la muerte de Jesucristo nos recuerda su mensaje abarcador de amor “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros.” Nuestra seña de identidad es el amor. Amor sin importar otras creencias. Amor a la persona, algo que hasta ese momento la Historia de la humanidad no había escuchado. Y ahora cuando el poder conseguido por nosotros mismos nos ha encerrado en nuestras propias cárceles, acechamos detrás de los cristales la libertad a la que renunciamos por temor a la enfermedad y a la muerte.
Jueves Santo, donde después de vernos desnudos y frágiles, dependemos del amor de los otros. Ahora, que descubrimos que nuestra sociedad ha convertido en abandono por carencia de amor, a esos cristos yacentes en residencias y en soledad permanente en pisos donde se ignoran los unos y los otros. ¿Acaso no son cristos de dolor y sufrimiento los miles de ancianos, hombres y mujeres, abandonados a su suerte? Hemos hecho huelga de amor en este tiempo, irresponsable, egoísta, erosionado por el placer hedonista. Nuestra filosofía es vivir jóvenes, disfrutar de todos los placeres, viajes, vacaciones, caprichos innecesarios evitando obligaciones y dedicación a los que se vuelven vulnerables por el paso de los años, evitando ver y vivir junto al dolor y la enfermedad. Ser felices evitando todo aquello que nos lo hurte o quite: hedonismo. La realidad es que hemos olvidado ese pensamiento de Jesús nacido en Belén y ajusticiado en la cruz.
Y aun así, la sociedad increyente celebra la navidad y la semana donde cristianos de todo el mundo conmemoramos su calvario, sufrimiento y dolor. Insólito y sorprendente tanto desamor en todas las sociedades que olvidan que el amor crece y perdura en la generosa entrega hacia el otro, hacia los demás. Y si no hay afecto y confianza no hay amor fraternal. Detrás de los cristales a través de los teléfonos nos preguntan por cómo estamos, amigos diversos además de la familia, uno de ellos, hablado de esta terrible pandemia me dijo; hace años escuché decir a un filósofo cristiano, que los que habían aprobado y defendido el aborto, sus hijos serían los que programarían la eutanasia.
Se nos están yendo unos detrás de otros, viejos y jóvenes y si es cierto que Dios es invisible también los es la muerte. Ingravidez cuando estamos indefensos de ética olvidando el bien y el mal en nuestros comportamientos. Olvidamos que la filosofía cristiana tiene los valores más altos desde las enseñanzas de Jesús de Nazaret. Lo olvidamos, y ahora en este Jueves y Viernes Santo, nos acercamos detrás de los cristales, a ese reo humilde y vejado de Cristo en su cruz y calvario, en su amor fraternal; porque tenemos entre nosotros muchos otros cristos sufrientes y nos duelen y tememos ser uno de ellos.
Siento a Dios, no solo en la cruz, que es mi fe, lo siento en todo cuanto es la vida, desde una vida que nace hasta cuando he despedido a mis seres amados en la muerte. Lo siento en las cosas sencillas de cada día. En el amor que recibo y le pido, humildemente, que me perdone si no lo doy, y me ayude a darlo. Porque sin amor la vida no es posible. Semana Santa detrás de los cristales agradeciendo la entrega de los que nos ayudan porque no hay nada con que pagar esa entrega de amor de ayuda y servicio.
Natividad Cepeda
