Virgen de las Viñas Tomelloso
Cuadernos Manchegos
Cuadernos Manchegos

Dos coronavirus se encontraron en el pasamanos  de un acceso a un bar. Ella era María y el otro Manuela.

- Pero ¿Qué haces aquí tan sola?-preguntó María con cierta sonrisa.

- Pues nada chica, esperando que alguien me ponga la mano encima y meterme dentro de su cuerpo que llevo unas pocas horas sin comer y ya me estoy poniendo nerviosa-comentó Manuela con cierta intranquilidad.

- Vaya, no te preocupes que clientes vas a tener seguro ¿Qué tal se te ha dado hasta ahora?

Pues la verdad es que muy bien –contestó Manuela-. Recogí hace poco de una mano misteriosa un regalo y me metí dentro a comer  y la verdad es que me ha ido bastante bien, porque  en cuanto entré las muy bandidas células del grupo que parece que me estaban esperando comenzaron atacando como furias desatadas, pero…¡oye! yo puse toda mi sabiduría y, con gran potencia, porque tenía mucha hambre, comencé a  atacarlas con el genio que tengo y, aunque al principio se resistían, al poco tiempo noté que cedían de repente, como si estuvieran cansadas y fatigadas y, ¡oye!, qué bien me lo pasé devorando todo lo que pude y ataqué cada vez más hasta que ya se me pasó el hambre.

-Vaya, que te pusiste harta de alimento celular-exclamó María, pero… ¡cuéntame, cuéntame, que me tienes en ascuas!- insistió María con denotado interés.

- Pues qué quieres que te cuente que acabé con todo, de tal manera que hubo un momento en que nuestras enemigas celulares dejaron de pelearse conmigo y tuve que salir de allí como pude y aquí me tienes esperando un nuevo cliente. Pero bueno, cuéntame cómo te ha ido a ti.

- Sinceramente no sé  cómo contártelo. A mí me ha ocurrido una cosa muy rara y, es que no sé cómo ni por qué, me he tenido que salir del organismo viviente, mejor dicho, que me han echado.

- Pero cómo ha sido posible eso, es que no has tenido fuerzas y te has dejado vencer así, por las buenas.

- No ¡qué va! Si al principio me metí por la nariz de un cliente y al principio me fue bien, pues antes de que se dieran cuenta las enemigas, yo comencé a  atacar con toda nuestra virulencia que tú sabes, pero, chica, que no pude con ellas. Desde luego hice lo que pude y, al principio, pensé que estaba triunfando, ya que en algún momento noté un poco de cesión de  ellas, pero no sé cómo se alimentaron, pero, nada, a los tres días de estancia, aproveché un estornudo de la flamenca  esa y me tuve que salir. Muy mal, lo pasé muy mal, porque me encontré agotada que es como estoy ahora, pero no me puedo quejar, porque he salido viva y hay que agradecerlo, porque lo peor es lo que le pasó a Priscilo….

- No me digas que le ha pasado algo a Priscilo-preguntó Manuela-, porque debía ser tu amigo.

 - Si me lo encontré entre dos personas que estaban hablando y compartí con uno de ellos  el jugo que exhalaban por sus bocas y me saludó con mucha amabilidad.

- Pues que ha muerto, así de claro, porque me lo he encontrado descompuesto  en un cuerpo humano donde penetré y, al verlo, me salí en cuanto pude, porque ese personaje era más fuerte que nosotros y no creas que ha sido el único, porque Sisebuto también me lo encontré en la misma situación, porque no sé lo que le pasó que antes de entrar, algo le hizo morir, porque en las manos donde se puso tenía un olor muy fuerte y cayó como un saco.

- Pues chica como sigamos así, tenemos muy mal porvenir-exclamó Manuela-. Pero no podemos abandonar y tenemos que seguir luchando, porque sí no, nuestro porvenir está muy poco claro-.

- Tienes razón, yo ya estoy viendo que cada vez vamos a menos, porque fíjate si llevamos aquí tiempo en el pasamanos y nos han tocado muchas manos pero no hemos podido juntarnos, porque llevan en las manos no sé qué productos que no me deja pegarme y meterme en el cuerpo de nuestros clientes.

- Sí chica, llevas razón, pero no te preocupes que seguro que encontraremos algún despistado que se haya descuidado y volveremos a comer-dijo María toda convencida-. Pero que se dé prisa porque tengo el cuerpo algo desfavorecido.

Y efectivamente así pasó, una mano tonta pasó en ese momento y María se juntó como una lapa y, en un descuidado del propietario de la mano, que se la pasó por la nariz, se introdujo con todas ganas.

Y allí acabó la vida de María, al entrar en una nueva zona. Inmediatamente fue atacado por un grupo  de células, voraces, con mucha energía y potencia y, aunque María se resistió todo lo que pudo e incluso causó algunas bajas en el enemigo, tuvo que caer exhausta y sin vida.

De la vida de Manuela sabemos que también dejó de existir, porque nadie se ocupó de ella, ya que falleció en el pasamanos del bar porque nadie le dio la oportunidad de entrar en el cuerpo humano.

Esta es la historia de dos virus como ejemplo de cómo todo es posible cuando se tienen los elementos  y los cuidados suficientes para evitar la agresividad de los enemigos naturales.

.