Virgen de las Viñas Tomelloso
Cuadernos Manchegos
Cuadernos Manchegos

A veces, la noche exhibe sus encantos
con la voluntad de llevarnos de la mano
a las puertas de los burdeles más selectos,
por calles donde nada queda que contar
y la historia se difumina entre el silencio
amontonado en los márgenes del olvido.

Como en los tiempos de antaño
existe un único deseo que aún salva la memoria
en esta tarde de gaviotas,
un espasmo que viene y reproduce
el ansia de salvar el mundo
-como morder la carne que se ama-
y arder sobre la noche la inmensa oscuridad
sin más estímulo que arropar la dicha de ser
esta pequeña sensación de eternidad.

No se trata de ser cómplice
cuando el río trae la calma
y el valle frecuenta la soledad de la lluvia,
un día azul, para creer en la dicha
y el espectáculo del teatro, y más allá,
esa mirada que ensaya la suerte del azar
en cada hueco donde hacer serena la existencia.

Ahora un simple secreto nos invita
a la exigencia más agotadora,
no es fácil imaginar quién creyó
en la idea de amontonar estas emociones
olvidar la noche y la empatía,
para, en silencio, esparcir restos de memoria
sobre la noche y los encantos de Lisboa.

@ Miguel Á. Bernao
#poemasbernao

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