Virgen de las Viñas Tomelloso
Cuadernos Manchegos
Cuadernos Manchegos

Continuamos intentando explicar muy sucintamente el contenido y origen de nuestras expresiones coloquiales de uso más frecuente.

“No es moco de pavo”

Cooperativa virgen de las Viñas de Tomelloso

Se trata de expresar que algo es mejor o más importante de lo que podemos suponer, ensalzando a la persona o el hecho en sí.

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Parece ser que esta expresión se refiere a la forma de hablar los malhechores de los siglos XVI y XVII que tenían dos palabras de uso: una “moco” y otra “pavo”. La palabra “moco” quería indicar el trozo de cadena que quedaba después de haber robado un reloj y “pavo” se refería a la persona que le habían robado el reloj. De esta manera cuando el pobre incauto quería sacar el reloj del bolsillo únicamente veía el trozo de cadena, pero el resto, que era lo más importante, no estaba.

“Pasar la noche en blanco”

Cuando se ha dormido muy mal o no se ha podido dormir lo indicamos con esta expresión.

Se explica que procede de cuando el soldado recién ingresado en la Orden de Caballería, tenía que pasar en vela toda la noche vestido con un hábito blanco como síntoma de ser adecuado para ingresar oficialmente en la Orden.

“Mambrú se fue a la guerra”

Este dicho quiere indicar cuando alguien se va muy lejos a vivir o a combatir en la guerra.

El nombre de Mambrú proviene de una conversión de la palabra Malborough, que era un general inglés que luchó contra los franceses en la Guerra de Sucesión Española y que  se corrió la voz de haber muerto en combate y como consecuencia los franceses sacaron la canción famosa que todos conocemos. Posteriormente esta canción se olvidó hasta  que María Antonieta, mujer de Luis XVI de Francia, comenzó a entonarla para dormir a sus niños y terminó siendo muy popular. En España ha sido siempre cantada por los niños haciéndose muy popular entre los juegos.

“Mambrú se fue a la guerra,

mire usted, mire usted que pena,

 Mambrú se fue a la guerra,

que dolor, que dolor, que pena,

no sé cuándo vendrá

do-re-mi-do-re-fa,

no sé cuándo vendrá”.

“No es nada lo del ojo”

Con ello tratamos de insinuar que por muy grave que sea el asunto, no hay que exagerarlo.

Según se dice una persona tuvo la desdicha de ser herida en un ojo que se le salió de la órbita. El hombre, como es natural, todo preocupado cogió el ojo del suelo y llevándolo en la mano se fue corriendo en busca de un médico y por todo el camino el hombre iba diciendo a todos los que se le cruzaban por la calle: no es nada, no pasa nada y así se quedó la frase entre las gentes del pueblo.

“Salvarse por los pelos”

Cuando algo está a punto inevitablemente de suceder y en un instante no sucede.

Esta expresión proviene de una historia que cuenta que en un barco-hacia inicios del siglo XIX-, a los marineros no se les exigía el saber nadar y un buen día un alto cargo de la armada viendo las pelambreras que llevaban sus marinos ordenó que a todos les cortaran el pelo, a lo que los marineros mostraron su disconformidad, porque entendían que con ello podían morir en caso del naufragio del barco, porque las cabelleras de los náufragos servían para agarrarse unos a otros y así salvarse. Tan crítica llegó la situación que finalmente, y antes de cumplir la orden, los superiores dejaron de ejecutarla, por lo que la expresión “salvarse por los pelos” parece que está justificada.

“No hay tu tía”

Con ello damos conformidad a que un asunto o tema no tiene forma de buscarle una solución.

La expresión  no tiene nada que ver con el ambiente familiar como algunos podíamos pensar. Viene de la comercialización de un ungüento milagroso que se obtenía de los restos calcinados de un  metal de cobre y que se le llamaba con varios nombres: tutía, atutía o atutia y que parecía que curaba todos los males, por lo que cuando ocurría algo la gente decía esta expresión como si fuera lo único que existiera para poder curar algo.

“Aquí hay gato encerrado”

Se expresa cuando intuimos que hay alguna cosa, asunto o tema que se oculta y es dudoso.

Tampoco esta expresión tiene nada que ver con el ambiente animal y menos de los gatos.

Se llamaba “gato” antiguamente a una bolsa, generalmente con dinero, que llevaban las personas y que se metían en la ropa ocultándolas para evitar que fueran robadas.

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