Virgen de las Viñas Tomelloso
Cuadernos Manchegos
Cuadernos Manchegos

Una serie más de expresiones familiares y populares que incluimos en nuestras conversaciones habituales y que nos sirven para reducir parlamentos largos-no en balde la Real Academia de la Lengua reconoce a las refranes con el calificativo de sentencias-, porque no en balde una de las misiones más claras de este tipo de dichos o refranes es porque nos permiten dejar las cosas zanjadas sin tener necesidad de prolongar nuestras formas  de expresarnos.

“Pelillos a la mar”

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Lo utilizamos cuando no queremos dar mayor importancia a ciertos hechos, pensando en que es mejor olvidarlos sin concederles mayor repercusión.

El origen de este dicho se localiza en la época de los griegos, pues tenían la costumbre de arrancarse unos pelos de la cabeza y tirarlos al viento cuando querían dar por bueno algún caso molesto que les hubiera ocurrido y daban por perdonado.

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Por extensión, en muchas zonas de nuestro país, existe la costumbre que cuando los niños se han enfadado, pero luego se les pasa “la rabieta”, el acuerdo lo recuperan diciendo “Pelillos a la mar”.

“Es como el cuento de la lechera”

Se dice esta frase cuando  se piensa en algo que no se pude conseguir y que es fruto de la imaginación.

Proviene de la fábula de Esopo que indicaba que una mujer caminaba con un cántaro de leche, al  mismo tiempo que pensaba en lo que iba a disfrutar con lo que podía hacer con la venta de la leche, pero tropezó y se la cayó al suelo el cántaro que llevaba en la cabeza.

“Tirar la casa por la ventana”

Cuando decimos esta expresión es señal que estamos gastando o excediéndonos en algo con la disposición de terminar con todo.

Parece ser que este hecho procede de los inicios de la Lotería Nacional en 1763 y resultó que la primera persona agraciada con el premio fue a su casa y tiró todos los muebles y efectos por la ventana como si volviera a empezar una nueva vida.

“No comerse ni una rosca”

Nos referimos cuando estamos intentando algo y no conseguimos nunca nada.

Viene de la costumbre que había de que los mozos en las verbenas y fiestas populares se acercaban  a las mozas provistos de rosquillas para invitarlas y poder hacer amistad, por lo que los amigos les decían que no se había comido una rosca, por no habérselas aceptado ninguna.

“Tener más orgullo que don Rodrigo en la horca”

Se comenta esta expresión cuando una persona resulta altiva, vanidosa y engreída en grado sumo.

Cuando se habla de don Rodrigo se refiere a un personaje durante el reinado de Felipe III, de nombre Rodrigo Calderón, marqués de Sieteiglesias que a pesar de obtener muchos beneficios, fue acusado de graves faltas y confinado en la cárcel. A la muerte de Felipe III, la esposa del rey Margarita de Austria-Estiria hizo que terminaran con su vida en la Plaza Mayor de Madrid, donde por ser noble fue degollado, existiendo la confusión de la expresión “de la horca”, porque solamente a la horca iban las gentes de menor categoría social. La postura orgullosa que mostró durante ese momento de terminar con sus días pasó a las gentes del pueblo haciendo popular el refrán.

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