Virgen de las Viñas Tomelloso
Cuadernos Manchegos
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Cuéntase que se cuenta, cuéntase que ocurrió en el término municipal de Tomelloso, en el paraje de Pedro Malo, una historia verídica de los acontecimientos que suceden cuando dos mariquitas machos luchan por aparearse con una mariquita hembra (Concretamente Coccinella septempunctata - Coleóptero muy conocido por sus pequeñas manchas negras y alas rojizas). Si os habéis entretenido alguna vez en intentar distinguir un macho de un hembra - que lógicamente es una tontería y además espero que nadie pierda el tiempo en estas concreciones técnicas - se pueden distinguir porque las hembras tienen los puntos negros más grandes y  el color rojo de menor intensidad. Hechos reales, basados en observaciones reales, y que con mucha paciencia tuve tiempo de contemplar en un melonar, sentado al estilo indio, al lado de una mata de melón variedad Ruidera, un veinticinco de agosto del año dos mil siete, con dos hermosos melones por mata y un fuerte ataque de pulgón.

Pues bien, estos hechos que narro los presencié directamente y, tal como yo los interpreté, así  lo cuento.

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            Observo varias mariquitas en las hojas. Me fijo concretamente en dos que, estando muy juntas, se acercan y se retiran con movimientos casi eléctricos. Me fijo detenidamente. Una de ellas parece alejarse, pero, cuando ya da la impresión que se va separando, da media vuelta con rapidez y se dirige directamente a la otra. La segunda mariquita parece retroceder unos milímetros, pero, cuando se da cuenta de la agresividad con la primera, se acerca, se da impulso y va directamente al encuentro de la otra. Separados un milímetro las dos mariquitas machos detienen  su marcha. Mueven su protórax con mucha rapidez en movimientos de vaivén y se dan un morreo, es decir, chocan su parte bucal y se separan de inmediato y repiten la secuencia varias veces. Mientras, la tercera mariquita se encuentra a una escasísima distancia de los competidores, moviendo alegremente la parte final de su cuerpo de un lado a otro, que puede interpretarse como una provocación o adorno femenino de atracción al macho, como quiera entenderse. Los dos contendientes siguen peleando, se aproximan de nuevo con el protórax. Al cabo de bastante tiempo, y mucha paciencia, observo cómo una de las dos abandona la pelea y deja el campo libre a la otra.

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            El vencedor, muy próximo a la mariquita hembra, comienza a dar vueltas en perfecto círculo, con la clara intención de hacerse notar, que, ahora, después de la incitación y/o provocación - como quiera decirse - se vuelve de espaldas enseñando sus vergüenzas y esperando la llegada del vencedor que, en cuanto observa el proceder de la hembra, avanza excitado con paso muy decidido, no hay más que ver la velocidad de marcha que lleva, y se aproxima inminentemente. Llegado al cuerpo de la hembra detiene sus movimientos oteando el terreno o quizá a la espera de alguna señal de la hembra, que parece convencida del macho que le ha tocado  hasta que, ya con toda decisión, intenta subirse una o dos veces y en ambas ocasiones parece resbalarse de los élitros de la hembra. Por fin, se acopla y se agarra correctamente y doblando una parte del abdomen, casi en ciento veinte grados y, a la primera, inserta su aparato sexual masculino en el femenino. La verdad es que están un buen rato en esa postura, yo conté más de diez minutos. Creí observar que es la hembra la que decide romper la postura y se aleja del macho. El macho se queda totalmente paralizado durante un tiempo y al buen rato inicia su movimiento de forma un tanto desordenada.

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Una historia sexual

            En definitiva el coito se ha producido y parece ser que con éxito, porque la mariquita hembra se dispersó con unos andares que podríamos decir muy coquetos.

Sexualmente el comportamiento humano es idéntico al de los insectos o al revés.

Una historia sexual

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