Cuadernos Manchegos
Los trabajadores y las trabajadoras del Transporte Sanitario de Castilla-La Mancha merecen y necesitan una mejor atención de la JCCM

Los trabajadores y las trabajadoras del Transporte Sanitario de Castilla-La Mancha merecen y necesitan una mejor atención de la JCCM

Me veo en la obligación moral de denunciar públicamente la situación que atraviesan los trabajadores y trabajadoras del transporte sanitario de Castilla La Mancha.

Debo destacar, en primer lugar, que somos conscientes que todos los trabajadores del sector sanitario, y de las contratas que trabajan para la Administración Pública, así como los Residencias de Mayores públicas y privadas, pasan por una situación similar y no ha sido obviada por mi sindicato donde decenas de sindicalistas luchan codo con codo con esas y esos trabajadores para poder realizar su trabajo en las mejores condiciones posibles con las medidas de protección necesarias, sabiendo de la dificultad de ello.

Pero por la cercanía que tengo con el transporte sanitario debido a mis responsabilidades sindicales, debo centrar mi denuncia en las condiciones de este sector.

En pasados días, ya enviamos notas de prensa denunciando la falta de EPIS en las empresas de ambulancias y las situaciones de riesgo que están viviendo las plantillas de las cinco provincias. También lo hemos denunciado ante la Inspección de Trabajo

La última que remitimos coincidió con el mismo día en que el Presidente Emiliano García-Page anunció que Castilla La Mancha disponía de unas reservas importantes de mascarillas.

Esperado el tiempo prudencial y tras leer y releer varias notas de prensa de la propia Administración indicando que los EPIS estaban llegando a los trabajadores, y de escucharlo en la radio y verlo en la televisión; es lamentable contrastar, a través de nuestros delegados de personal en las empresas del sector, que no es esa la realidad; y que en muy poco ha variado su situación tras la distribución ayer de esos 1,3 millones de elementos de protección tan anunciados y tan largamente esperados.

Se están entregando dos mascarillas a cada trabajador para toda una semana; los buzos que se están utilizando se desinfectan en muchos casos junto con los vehículos, no garantizándose la total desinfección de los mismos; y muchos de esos trajes son compartidos.

Hemos tenido constancia de casos de trabajadores, en su mayoría del transporte no urgente, que están siendo enviados a realizar traslados de pacientes que tienen COVID-19 y no se les avisa de esta circunstancia. Y acuden a realizar el servicio sin ni siquiera guantes de protección.

A estos trabajadores del transporte no urgente les están llegando más guantes o mascarillas gracias a donaciones externas que las que proporcionan sus empresas.

Resulta descorazonador, a modo de ejemplo, leer una nota de prensa de la JCCM informando que ha puesto a disposición de las empresas material de protección y a la misma vez, recibir fotografías de un centro de trabajo de más de 100 trabajadores donde lo que llega es un rollo de bolsas de basura, una caja con 100 guantes y una botella de lejía.

Es en situaciones de gravedad y excepcionales como la que vivimos cuando se nos ven las vergüenzas, y no es cuestión de señalar culpables pero si de reflexionar entre todos.

Las empresas que gestionan este servicio -ya hemos comprobado una y otra vez por situaciones laborales que lo demuestran-, son rehenes de sus propia dinámicas: pujas a la baja para obtener los contratos; que la Administración adjudica por cuantías más que ajustadas, o insuficientemente dotadas.  

Una Administración, a su vez, rehén de su propia decisión de mantener privatizados este tipo de servicios públicos esenciales, que venimos reclamando sean gestionados directamente para ser más eficientes y para que no existan ni se generen los problemas que se derivan de licitaciones y adjudicaciones tan precarias.

Al final, quienes siempre pagan son los trabajadores y las trabajadoras. Pero ahora no se trata de su bolsillo, ni de sus derechos laborales: se trata de sus propias vidas, la cuales ya se juegan por las circunstancias de su profesión, pero que por esta pandemia de COVID-19 y las limitaciones de la Administración y de las empresas, se está poniendo en grave riesgo. La suya y las de sus familias, con las que conviven.

Resulta lamentable leer comunicados internos de empresas informando a sus plantillas de que los EPIS que disponen llegan de donaciones. Esta es la situación a día de hoy en el Transporte Sanitario, con casos ya confirmados de Covid-19 en las plantillas y decenas de compañeros en cuarentena.

Por todo ello, quiero poner el foco en este servicio público y llamar la  atención de la Administración de Castilla-La Mancha, a la que solicitamos una mayor protección de la salud del colectivo que lo presta con la inmediata puesta a disposición de EPIS adecuados y suficientes. Pero de verdad, no a través de notas de prensa.

Cuando todo esto pase llegará el momento de los análisis y de las responsabilidades. Mientras tanto, a todo el colectivo, trabajadoras y trabajadores del transporte sanitario, mi más sincero reconocimiento –que creo compartido por el conjunto de la sociedad- a vuestra labor; máxime en estas circunstancias. Seguís como siempre salvando vidas aun a riesgo de las vuestras. Y ahora, con un riesgo acentuado que las empresas y la administración tiene la obligación de eliminar.

Alfonso Tercero Condés

Sindicalista de CCOO.

Coordinador del sector del Transporte Sanitario de CCOO-FSC CLM