Cuadernos Manchegos
No es tan fácil podar una viña

No es tan fácil podar una viña

Estamos en tiempo de inicios de la poda de las cepas y ya vamos observando los distintos tipos de poda que se vienen realizando por los agricultores y por cuadrillas de podadores.

Aunque parece sencillo podar las cepas, la realidad es que no existe una norma común, aunque todos sabemos que lo normal es conocer los pulgares que hay que dejar en cada cepa, sea en forma de vaso como en formas apoyadas en espaldera.

Un principio fundamental que debe tenerse en cuenta es lo que queremos conseguir con la plantación que disponemos y en función de nuestras previsiones adecuar la forma de poda que pueda contribuir a mantener la plantación en condiciones de dar las producciones que deseemos.

Es importante definir qué queremos conseguir con distintos tipos de poda.

En las cepas lo que marca la producción son el número de pulgares que dejemos para la próxima cosecha y es la que determina el estado vegetativo de la cepa y la que delimita su vigor futuro. No podemos olvidar que solamente se trata de producir uvas, sino que, como la planta de viña es de vida perenne, debemos también pensar en mantener un estado de desarrollo de la planta que nos permita regularizar las producciones a lo largo de la vida de las cepas.

No es tan fácil podar una viña

Por lo tanto, podas excesivas hacen que las cepas perduren menos en producción y se acorte su vida, mientras que las podas menos severas hacen que la planta regularice anualmente su estado vegetativo.

No sirve que tratemos de mantener una viña en estado normal de desarrollo cuando hemos abusado en el número de pulgares con abonados forzados y programas de fertilización en plena vegetación pensando en favorecer a la cepa como planta e introducción de productos que obliguen a la planta a forzar su estado de fortaleza normal para mantener una producción excesiva, porque tenemos y debemos de recordar que estos abonados que pretenden fertilizar a la viña, lo que hacen es mantener y habilitar la posibilidad de que la producción esperada tenga la suficiente alimentación para poder llegar a mantener la producción que hemos obligado a tener, pero que en realidad no aporta nada o muy poco a la fortaleza y vigor del desarrollo radicular de la planta y la correcta maduración de los sarmientos de donde saldrán los pulgares de la siguiente cosecha.

No es tan fácil podar una viña

Por lo tanto, tan importante como sacar buenas producciones a las viñas está  el conseguir un porvenir para ellas, y nunca mejor dicho, lo importante es lo que está “por venir” y ello está en manos del podador y, como hemos planteado, se presentan dos  planteamientos u opciones: o queremos mantener una vitalidad futura de la cepa, pensando en el mantenimiento de su desarrollo productivo a lo largo de los años o bien queremos sacar el máximo provecho  anual a las producciones.

Lo que queremos indicar es que las dos cosas no pueden ser por muchas técnicas que realicemos, porque lo que manda en la viña son las raíces, su desarrollo y poder de ramificación y de absorción, no de los pulgares que dejemos y eso es necesario tenerlo en cuenta a la hora de decidir una forma de podar, que no tiene que ver con un sistema de poda, refiriéndonos a la utilización de las tijeras, apurando cortes, dejando más yemas o menos, dejando fiadores o pulgares de apoyo y otras prácticas propias de la poda que el planteamiento de la poda en sí, añadiendo una frase que un agricultor de Tomelloso dijo en una ocasión “las cepas hay que al menos mirarlas antes de podar”.

Ángel Bernao