Cuadernos Manchegos
Palomas en las ciudades

Palomas en las ciudades

La calima del día ha traído un viento caliente  semejante a las púas de los cardos manchegos y el cielo de color ceniciento ha impedido que veamos el azul  cotidiano. Pesaban las horas como si nos fuéramos a derretir en mitad del calor de agosto. Sudan los hombres que limpian los tejados de palomina para impedir que cuando venga la tormenta se atasquen canalones y desagües lo mismo que otras veces. Por las calles anchas y principales del pueblo  hay que mirar adonde pisamos para impedir llenarnos las sandalias de los excrementos de perros y palomas. Además hay que tener cuidado para evitar que las palomas, señoras del espacio, balcones, tejados y ventanas no descarguen su excremento en nuestras cabezas, hombros y cara porque aunque hay quienes aseguran que una cagada de paloma trae buena suerte, por aquí ni lo creemos, ni lo deseamos, porque la experiencia ha sido y es desagradable y demasiado frecuente.

A los niños se les enseña que tengan cuidado donde pisan pues no es saludable que arrastren esa suciedad en sus sandalias ahora que  vamos casi descalzos. Ignoro si los defensores de los animales tienen un secreto pacto con  la suciedad permisiva de las calles  que no aporta higiene y si diversas enfermedades de las que no se informa a los ciudadanos. Por mucho que se intenta comprender esta situación, algunos de nosotros, que parece ser que  estamos instalados en la ignorancia, nos preguntamos  ¿para qué sirve tanta inmundicia?

La memoria, esa puerta que a veces se nos abre sin ser llamada, nos muestra imágenes de un pasado cercano donde las palomas no eran problema alguno.  Recuerdo que los que tenían palomares y vendían la palomina  se protegían de esa basura  evitando que el polvo les llegara tapándose la cara con pañuelos del  campo, los llamados de yerbas, que  siempre han llevado y llevan, para protegerse del sol y del polvo. Se desinfectaban  palomares, por igual los que se tenían en los corrales con el averío y, aquellos otros construidos en el campo con  zotal rebajado con agua se regaban esos espacios y con  cal recién hervida se encalaban para evitar enfermedades. Mitos y leyendas no ocultan la realidad actual del perjuicio de las palomas que según algunos datos son tan abundantes como las ratas en alcantarillas y vertederos. Hay suficiente información publicada sobre este problema por lo que ignorarlo es dejación de quienes están obligados a la defensa de la salud pública en nuestros municipios.

Recojo la opinión publicada en el “Diario sanitario: comtos://diariosanitario.com/”  donde se dice:

“La exposición a estas aves y, sobre todo, a sus excrementos infectados por el hongo cryptococcus, puede generar graves enfermedades pulmonares. En 2017, el Tribunal Superior de Justicia (TSJC) le otorgó a una guía turística de Barcelona la invalidez permanente después de comprobar que el citado hongo fue la causa de su fibrosis pulmonar.

El papel de la paloma como portadora de hongos patógenos se descubre en 1955, al aislar los residuos de palomas urbanas. Se establece entonces la relación existente, y actualmente consolidada, entre el microorganismo y las heces de estas aves. Posteriores revisiones de investigadores muestran que las excreciones viejas son la fuente conocida más abundante de dicho microorganismo.

Raúl Godoy Mayoral, neumólogo, presidente de la Sociedad Castellano Manchega de Patología Respiratoria, recuerda que «las heces y las plumas de estos seres no solamente ensucian nuestras calles, sino que pueden afectar  a nuestra salud. Por supuesto,  la concentración de las partículas producidas, que, a su vez, depende de la cantidad de animales, es fundamental para que afecte a los humanos».

En los últimos 25 años, los casos de criptococosis, una infección por hongos que se encuentra principalmente en la tierra y cuando se inhala se aloja en los pulmones, han aumentado considerablemente.”

El silencio del pueblo ante problemas ambientales tan importantes como es la salud  denota  la ignorancia sobre  derechos humanos; sobre cualquier derecho que perjudica la vida y la naturaleza, en esto se incluye el deterioro de edificios y mobiliario urbano en aquellas ciudades donde están inundadas por las palomas. Además no hay que ignorar que la superpoblación de palomas las hace vulnerables a sufrir  escasez de alimentos y  anidar en lugares no adecuados cuando las temperaturas son extremas en invierno y verano. Algo falla en nuestra sociedad cuando la convivencia entre seres vivos diversos y distintos no es compatible. Palomas torcaces en su mayoría con las que convivimos y también la tórtola, más ligera y grácil. Palomas desconocidas en su extensa naturaleza. Tenemos tanto que aprender. 

Natividad Cepeda