Cuadernos Manchegos
Triste Navidad sin villancicos

Triste Navidad sin villancicos

Por los caminos de Occidente  llega María de Nazaret llevando a Dios en sus entrañas. María es una mujer que acepto ser madre desplegando para ello su fe inquebrantable en Dios. Es la Historia de la maternidad  asumida  sin rechazo ni pesadumbre. Nuestra Era está marcada por su maternidad, con la garantía de la protección de Dios nacido bajo el techo de una cuadra, y el regocijo del amor de su padre y de su madre, con el calor de los animales; una mula y un buey, según nuestra tradición belenista. El pesebre, para las generaciones de un ayer cercano, era tan familiar que, ver al Niño Jesús, envuelto en un pañal encima de unas pajas, nos lo hacía más nuestro, más cercano y mucho más humano, también. Cuando llegaba diciembre  los villancicos se escuchaban por todos los rincones de pueblos grandes y pequeños. La música popular del villancico de las diferentes regiones de España la retrasmitían cadenas de radio y televisión y la megafonía de tiendas y ayuntamientos inundaba las calles y plazas, creando un ambiente de alegría compartida entre los transeúntes, con la conciencia de que el villancico era tan nuestro que no molestaba a nadie.

La luz de la Navidad era esa alegría sencilla en el asfalto sin complejos ni radicalidad de opciones enredadas en mensajes contradictorios que han  apagando la alegría urbana de la Navidad. El villancico era nuestra oración nacida en las pobres villas y aldeas sin instrumentos. Las voces cantaban y el almirez, la botellas de cristal vacía de anís y la zambomba, sonaban acompañando al villancico rustico y villano. Los villanos, fueron llamados así porque habitaban en una villa. Fueron el eslabón  de clase inferior, aglutinando a campesinos y artesanos de oficios rudimentarios, básico para vivir y alimentarse, carentes de nobleza y fortuna. De esa sociedad viene el nombre de villancico por ser música cantada por los lugareños de villas y aldeas con un recorrido muy interesante  desde las cantigas  al zéjel y las evoluciones posteriores como es el villancico religioso y loa canciones navideñas  en los idiomas europeos. La Navidad tiene un mensaje sin fronteras ni caducidad, es el mensaje del Evangelio de San Lucas sobre el nacimiento de Jesús al narrar su nacimiento en el masaje a los pastores …

Cerca de Belén había unos pastores que pasaban la noche en el campo cuidando sus ovejas. De pronto se les apareció un ángel del Señor, y la gloria del Señor brilló alrededor de ellos; y tuvieron mucho miedo. Pero el ángel les dijo: «No tengáis miedo, porque os traigo una buena noticia, que será motivo de gran alegría. Hoy  ha nacido en el pueblo de David un salvador, que es el Mesías, el Señor. Como señal, encontrareis al niño envuelto en pañales y acostado en un establo.  Y en aquel momento aparecieron, junto al ángel, muchos otros ángeles del cielo, que alababan a Dios y decían: “¡Gloria a Dios en los cielos y en la Tierra paz a los hombres que gozan de buena voluntad

Nos falta esperanza y nos sobran complejos en esta Navidad repleta de tristezas queriendo tapar el espíritu sagrado de estas fechas. Para eso se ha desalojado de la calle la música del villancico, alegre, festivo; maravillosamente ingenuo en ese intento de taponar la creencia de Dios nacido en Nochebuena. Sin el nacimiento de Jesús en su representación de niño desvalido envuelto en un pañal encima de un pesebre, no tendríamos ni tan siquiera la palabra NAVIDAD. Y aunque se le quiere mutilar y ocultar envuelto en una fantasía de luces de colores y mensajes exentos de sentido religioso en el lecho de paja sigue naciendo un divino niño al que unos amamos y a otros tanto molesta.

Días pasados escuché decir a unos preadolescentes que ya no se cantaban villancicos  por miedo al contagio y que por eso  no los ponían en los altavoces de la plaza del ayuntamiento. El que lo explicaba  al terminar respiró fuerte y alzo ufano la cabeza por estar en posesión de la noticia, mientras tiraba de su carrito escolar y los demás lo seguían cabizbajos, asumiendo esa triste realidad. Cuando salgo a la calle compruebo que no hay sitio para esa música, tampoco en las emisoras de radio, sí en las películas extranjeras realizadas sobre la Navidad: sin complejos ni temor a que les tilden de retrógrados o con otros adjetivos de peor calibre. Se ha perdido la inocencia de la fiesta y en cambio se nos incita y anima a consumir regalos innecesarios mostrados como iconos de felicidad. Dios no existe, a cambio nos devora un consumismo atroz. Desconozco quienes sutilmente alimentan eliminar el espíritu navideño a cambio de ofrecernos luces eléctricas que en poco o nada ayudan al espíritu. Nos guarecemos del belén y su mensaje de paz y amor  a cambio de instar a ser felices comprando y, cuando no podemos comprar  lo que nos muestran, entonces nos morimos de pena sin que nadie lo note. Diciembre sin villancicos es mucho más triste todavía. En la plaza del pueblo al ir llegando suena música de piano que todos ignoramos. Necesitamos la música que nos levanta el ánimo, la que han cantado  padres y abuelos junto a niños desafinando y voceando esos villancicos generaciones de niños entre risas, al son de panderetas, porque hace años que también dejo de oírse el zumbido navideño de las zambombas.

Natividad Cepeda