Cuadernos Manchegos
Un día normal de una enfermera en tiempos de COVID

Un día normal de una enfermera en tiempos de COVID

La carretera estaba con un poco de niebla a medio camino. Iba bien de tiempo, pero aún así aceleré un poco para que me dieran el relevo un poco más tranquilamente.

Hueco libre en el aparcamiento. Subir rápidamente, cambiarme... la rutina de siempre. Sólo que ahora con la mascarilla era todo más impersonal. Ya no se veían las sonrisas por la mañana, ni las expresiones de buenos días.

Llegué a las 7:50 para coger el relevo.

-¿Qué tal?

- ¡Buah, qué noche! Hemos tenido que intubar a la de Tomelloso.

 Nunca me gustó esa forma de llamar a alguien: la de Tomelloso, el gitano, la rumana... Por esa regla de tres, los pacientes nos podrían llamar también "la Gorda", la que grita tanto o el médico con pluma. En fin, al caso, dejemos las lecciones de moralidad para los expertos.

- Intubada y vendrá otro "Tomelloso" hoy. Posible COVID-19.

La mañana se presentaba ajetreada. Pero bueno, venía a tope de café y bastante motivada. Los EPI's eran muy básicos, pero para esto era por lo que nos habíamos formado. Obviamente mi familia tenía miedo por mí al principio, pero luego esa sensación se había transformado en orgullo. Y molaba.

Empezaron las radiografías a todos los pacientes mientras íbamos preparando la medicación, mirando gráficas y demás.

- Oye, ¿te tomas un café? - Me lo he tomado en casa ya.

Después de la radiografía a la paciente que yo llevaba, vino el médico antes de salir de la guardia.

- ¡Vaya tela, eh!  La gitana de Tomelloso ha abierto bien el melón.

- Sí: dije yo  ¿Por qué no pude contestar lo que realmente pensaba?  ¡No era tan asertiva como quería ser! Aunque sabía que estos comentarios iban a ir acompañando al trabajo diario.

Tendría que hacer un sobre esfuerzo para no "brotarme" y soltar alguna bordería.

- Ya, pero si no hay UCI allí...se supone que esto es un servicio público de todos, sin tener en cuenta que de los/as trabajamos allí, ni una quinta parte son de Alcázar.

-"El hospital de Tomelloso, debería ser un centro de especialidades": volvía a mencionar.

¡ Vaya ! Ya estábamos con la teoría del experto gestor sanitario. "Pero vamos a ver, que haya colegios, hospitales y demás servicios públicos es algo bueno. Cuánto más haya, mejor, digo yo"'. Ya, pero un hospital a 30 kilómetros de otro...

En fin, la misma historia de siempre. Cada semana era raro no tener esta conversación con algún compañer0. A veces me daban ganas de mandarlos a la m... pero bueno, entraba en una lucha dialéctica que nunca ganaba. Aunque por lo menos dejaba caer lo que realmente pensaba.

Me ponía a pensar en por qué los seres humanos somos así. Dos poblaciones vecinas y con ese tipo de marginación, con profesionales que se piensan que esto es el Monte Sinaí de Nueva York. ¿Cuántas conferencias y artículos científicos daban y escribían a lo largo del año? Supongo que la educación que me dieron mis padres era demasiado idealista para este mundo real. En estos tiempos de crisis me preguntaba cómo era posible leer en una historia clínica: "No hay cama de UCI en la comunidad disponible para ningún paciente de Tomelloso". Quería pensar para bien. ¿Será que cada día se reparten pacientes por sectores o poblaciones?

Todo esto me había llevado a mi propia crisis existencial. No entendía esa fobia. Se supone que ante esto todos deberíamos estar más unidos.  ¿O era el instinto territorial propio de nuestra especie? En cualquier caso yo seguía ahí, currando como nunca y deseando irme a casa, a que todo pasara como un raro sueño y a seguir confiando en la unidad del ser humano, a pesar de que hubiera gente que lo supiese todo, que sabía que esto iba a pasar y que de repente se habían convertido en expertos epidemiólogos y biólogos.

El yo sólo sé que no sé nada... aquella frase que me explicó un soporífero profesor de filosofía, se quedaba en mantillas con tales pensamientos. Aunque bueno, la humildad es un atributo que a veces no estaba al alcance de todos.

Panki Bruster