Virgen de las Viñas Tomelloso
Cuadernos Manchegos
Cuadernos Manchegos

Resulta curioso cómo vienen a la mente recuerdos de la niñez cuando aparecen ante tu vista aspectos similares o parecidos a antiguas experiencias de tus edades infantiles.

Así me ha ocurrido hoy , cuando al ir a comprar el pan y poco más, porque la pandemia no permite hacer veleidades callejeras,  he observado a un muchacho que llevaba apoyado en su antebrazo y al cuerpo un montón de revistas o de propagandas de supermercados o casas comerciales que se anuncian en base de hacer pasquines y   pequeños folletos de información de unas poca páginas bien ofertando sus productos o invitándote a una reunión para que compres algo al mismo tiempo que te regalan otra cosa, en definitiva propaganda comercial que se distribuye por los buzones de los bloques de viviendas y en las casas de una planta.

Pues esta vista me hizo recordar los tiempos en que las capitales y pueblos importantes  aparecía la imagen de un muchacho muy joven con las misma características que el que he visto hoy, con un  montón de periódicos apoyados en el cuerpo y que deambulaban por las calles más populares y más frecuentadas por las gentes al objeto de vender un determinado periódico. Recuerdo que en la mayoría de los casos se trataba de un mozalbete que además se caracterizaba por tres aspectos: normalmente llevaba una gorrilla con su visera, las rodillas al aire y además tenía buena voz para anunciar el producto que vendía. Como todos podemos imaginar eran vendedores callejeros, que lo más normal es que vendieran periódicos más populares con una expresión inequívoca y creo recordar esta precisamente: “¡El Marca, ha salido el Marca!” y eran verdaderos especialistas, porque te metían el periódico de tal manera que conseguían que mucha gente los compraba, porque además añadía un puntazo para conseguir un mayor aliciente por el programa  como “paliza de tal equipo al tal equipo”.

La verdad es que además en los campos de fútbol era mucho más frecuente encontrarse con ellos, pues a la salida-una vez terminado el partido-, todo el mundo quería saber el resultado de las partidos y no sé cómo se apañaban para vender un pequeño cuadernillo donde aparecían el resultados de los partidos de fútbol celebrados ese día y la clasificación. El librillo en cuestión creo recordar que se llamaba “La Goleada” y era muy popular especialmente en Madrid, donde yo la recuerdo, y la técnica empleada por el muchacho era la misma, además del consabido grito de “¡La Goleada, ha salido la Goleada!”, siempre añadía alguna noticia impactante:” Cuatro cero del Madrid al……”, y digo el Madrid porque era mi equipo de aquel entonces (y el de ahora para qué mentir).

Y no es que no existieran puestos de periódicos, que existían y existen actualmente, pero el dueño del kiosco les entregaba ejemplares a los muchachos para aumentar su nivel de ventas.

Además estos muchachos eran muy populares porque también se dedicaban a ser mensajeros e incluso de porteadores de paquetes o de pequeños encargos de misivas o papeles de escasa importancia que pasaban de una lado a otro, incluso encargos verbales entre vecinos a cambio de alguna perrilla compensatoria.

Hay que señalar que todos estos muchachos eran en la mayoría de las ocasiones como acoplados a un barrio o a una pequeña zona determinada, porque no se desplazaban a otros territorios, porque cada uno tenía su demarcación asignada y bien definido y no admitían intromisiones, excepción hecha de los partidos de fútbol donde había una seria competencia entre muchos de ellos.

 En definitiva los vendedores de periódicos  fueron muy populares durante una época, pero es curioso destacar que donde ganaron muy buena fama fue precisamente en hispano-américa- Argentina, México y otros- que se les popularizó con el nombre de “Canillitas” con su clásica figura de un montón de periódicos agarrados por la parte inferior en la mano y apoyados en la cadera.

Se supone que esta figura fueron pequeños explotados, pero en definitiva tenían su pequeña recompensa. Fueron tan populares que incluso se celebra el llamado “Día del Canillita” como efemérides el día 7 de noviembre.                      

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