Virgen de las Viñas Tomelloso
Cuadernos Manchegos
Cuadernos Manchegos

Ven, venir, a ver en los pueblos las fiestas actuales plagadas de atuendos y disfraces conmemorando batallas épicas allí, donde ni se conoce la verdadera Historia. Venir por los caminos donde reina el bandolero actual robando aperos, motores, tractores y cosechas desde hace décadas y no hay seguro que lo cubra ni político que se atreva a solucionarlo. Llegar a estos pueblos desolados donde la vida se acaba porque solo quedan viejos amarrados a su terruño y a sus recuerdos. Llegar vestiros de turistas y, por una vez, conocer la soledad de la España en despoblación sin el discurso de la masa amaestrada que, por supuesto, no reside en estos pueblos…

El campo es un enajenado de los núcleos urbanos, poblado, según nos retratan, de gente zafia, de los que se hacen chiste y burla. La gente se ha creído que avanzar es proteger la fauna y la flora olvidando a quines viven de cultivar los campos. En las Delegaciones de agricultura se mide palmo a palmo por el SigPac los cultivos y se multa a los propietarios agrícolas si las medidas no concuerdan con lo que muestra el satélite, olvidando que los permisos de plantación fueron expedidos por esas oficinas, y aunque se muestren los permisos oficiales, nada se puede hacer salvo pagar la multa como esclavos de un sistema atroz y desmesurado.

Cooperativa virgen de las Viñas de Tomelloso

En las recolecciones falta mano de obra a pesar de estar las oficinas de empleo saturadas de desempleados y desempleadas, los emigrantes que han llegado a nuestros pueblos como maná humano, si no tienen “papeles” en regla, no se los puede contratar, y si se les contrata, para que se les concedan los “papeles” con los que puedan demostrar que sí tienen trabajo, al empresario agrícola, que es un trabajador como ellos, se le multa. Expliquen ¿como se soluciona esta problemática de la que nadie habla?

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Los autónomos no son justos y hay que enviarles inspectores para mirar explotaciones ingresos y facturas por si delinquen. Los autónomos agrícolas no tiene sociedades donde enmascarar ganancias y desaparecer con levantamiento de bienes cuando la empresa no tiene ganancias. Esos rudos trabajadores autónomos no suman las horas, las jornadas, que ellos echan al cabo de cada día del año. Tampoco el frío y el calor, la soledad aparejada a su trabajo, ni tienen sicólogos cuando la cosecha se pierde por inclemencias del tiempo o, porque el mercado ha dejado de adquirirla.

Ahora se manifiestan y gritan su desesperación y son apaleados, heridos, vilipendiados cuando tanto se vocea en canales y tribunas sobre derechos humanos convertidos en papel mojado por su ineficacia; por ejemplo, los asesinatos de mujeres que no cesan. Ni nadie se rasgó sus vestiduras políticas cuando el precio del aceite bajó, los melones y sandias no se pagaron y las cebollas sin recoger eran un llanto en los campos, por citar algunos casos que se pueden incrementar con todos los productos agrarios.

Graznan los cuervos sonriendo ante el abandono de este sector y olvidan que cuando se abandonen los campos también sucumbirán los que viven de ellos; mecánicos, electricistas, gasolineras, albañiles, carpinteros, camiones, cisternas ...todos se quedaran sin trabajo y ¿ adonde irán? A las ciudades a las que habrá que seguir surtiendo de productos agrarios del campo español o de campos extranjeros. La trampa es engañosa y como asegura la sabiduría popular no se puede sacar patillas de donde no hay pelo.

¿Quien da la consigna para la vida actual destruyendo lo que genera vida y trabajo? ¿Acaso el pasado siglo XX en su principio no fue un siglo plagado de violencia, destrucción y muerte, y hubo que salir de aquellas ruinas violentas en la vieja Europa, que ahora un siglo después vuelve a olvidar lo que no debería olvidarse.

Desde lo más profundo nace la agricultura en los seres humanos. Y la moral es el sustento de los pueblos para vivir y crear riqueza. El bienestar de nuestra sociedad ha costado demasiado conseguirlo para tirarlo como si la existencia humana no importara. El choque de unos contra otros abre brechas de odios difíciles de saturar cuando se producen. Y no todo es viable, Y no todo es correcto, ni esta bien, incluso cuando ese fin viene desde los propios gobernantes. El cariz que está tomado nuestra sociedad de no convivencia radicalizada desde los ámbitos políticos para conseguir sus propios fines de usura y mercadería, nos convierte en bocas sin vo,z si no queremos tener problemas, o en meros parias al servicio de ególatras ambiciosos.

El campo se queja y los pueblos hace mucho tiempo que se están quedando vacíos. Todo es tan primario que el equilibrio social se nos resquebraja al destruir lo que nos da prosperidad y vida. La superioridad acrecentada en la soberbia anula la verdad y destruye todo lo que debe protegerse y cuidar. No lo olvidemos.

Natividad Cepeda

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