Virgen de las Viñas Tomelloso
Cuadernos Manchegos
Cuadernos Manchegos

Popularmente llamadas caleras, eran unas construcciones realizadas a pleno campo por especialistas y que, como su nombre indica, se instalaban para la obtención de cal para utilizarla como mortero en obras de casas y encalados.

Han existido durante muchos años y dejaron de utilizarse hacia los años ochenta como consecuencia de la aparición del cemento y fueron muy populares y en muchas ocasiones como único medio de vida para algunas familias que se dedicaban a la producción de cal y mantenían su vida con esta actividad.

La obtención de cal viva era un proceso por el que las piedras calizas mediante el fuego desprendían la cal de donde se obtenía la cal viva y  con un tratamiento con agua en cal apagada.

Técnicamente el proceso químico era el siguiente:

El carbonato cálcico de las piedras calizas se transformaba en cal:

CO3Ca………… CO2 + OCa ya que las piedras calizas perdían la humedad al quemarlas a altas temperaturas se quedaba únicamente concentrada la cal que contenían.

La construcción de las hornos de cal era un proceso relativamente complicado, pero siempre en manos de verdaderos especialistas.

La construcción comenzaba por picar un hueco u hoyo en el suelo que servía después para extender la leña y provocar el incendio, era lo que se llamaba caldera. Alrededor del hoyo de iban colocando piedras calizas acopladas hasta una cierta altura y después se realizaba una especie de asiento resaltado sobre el que se continuaban colocando más piedras que en cada vuelta iba disminuyendo su diámetro hasta que se cerrara con una cúpula a la que se añadían otro tipo de piedras, generalmente cantos, dejando en la parte delantera la entrada para posibilitar la entrada de la madera de leña.

Era necesario producir altas temperaturas para que las piedras desprendieran el carbonato y así era necesario mantener el fuego durante dos o tres días. Los expertos consideraban que se formaban temperaturas muy altas de 800 a 1000 grados, que se mantenía incorporando leña según se iba consumiendo. Cuando el humo o incluso el fuego asomaba por la parte alta del calero era el momento de dejar de alimentarlo.
Se dejaban descansar dos noches y a continuación se iban desmoronando las paredes con las piedras y estas se lavaban con agua y se desprendía la cal.

En la actualidad tanto el proceso de obtención de cal viva como el de cal apagada (hidratada), se realiza por procedimientos mecánicos, aunque el proceso físico-químico sea el mismo.

La cal siempre ha sido señal de limpieza y en España son característicos los tradicionales pueblos andaluces  donde el blanco es el color dominante y casi exclusivo de las fachadas de las casas y viviendas.

Pero no solamente Andalucía ha prevalecido por los Hornos de cal, en numerosos pueblos y provincias españolas son famosos y conocidos, incluso algunos que aún se conservan están considerados como bienes de interés cultural.

En nuestra región los más conocidos y representativos son los de la comarca de Daimiel,  en dos parajes distintos, también en Orgaz (Toledo), en la Ossa de Montiel y Alto Guadiana (Albacete)  y Campillos-Peña Alta en Cuenca, entre otras. Prácticamente todas las regiones y provincia han mantenido caleras en sus territorios.

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