Virgen de las Viñas Tomelloso
Cuadernos Manchegos
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La exposición al sol en los meses de verano potencia los efectos positivos y negativos que la radiación ultravioleta (UV) produce sobre la salud de las personas.

La luz ultravioleta se compone de radiación tipo UVA y UVB, estos últimos son los de mayor intensidad, y responsables de la mayoría de los efectos negativos y positivos que produce la luz solar en el organismo. El índice UV mide la intensidad de la radiación, que varía en función del día, la hora y el lugar. El principal efecto positivo que la radiación UV produce sobre la piel es la síntesis de vitamina D. El 80% de los niveles de esta vitamina se obtienen mediante la síntesis cutánea gracias a la acción de los rayos UV. El 20% restante procede de fuentes alimentarias. La vitamina D es necesaria para la absorción de minerales como el calcio o el fósforo, ligados con la salud ósea y otros procesos metabólicos. Un nivel bajo de esta vitamina aumenta el riesgo de sufrir enfermedades como obesidad, diabetes o demencia.

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Además, la exposición solar puede proteger la salud cardiovascular disminuyendo la tensión arterial, ya que aumenta la producción de óxido nítrico, un vasodilatador e inhibidor de la agregación plaquetaria. También tiene un efecto inmunosupresor que permite tratar en ocasiones casos de psoriasis, vitíligo, acné o eczemas. La luz solar también estimula la liberación de serotonina, regula el correcto funcionamiento de los ciclos circadianos y puede ayudar a prevenir la obesidad y otras enfermedades metabólicas.

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En cuanto a los efectos negativos está el eritema solar o quemadura, que se genera tras una alta intensidad de rayos UV que penetran en las células de la piel alterando los procesos biológicos que afectan a su crecimiento y apariencia. La exposición solar también es el principal factor de riesgo de cáncer de piel y genera fotoenvejecimiento.

Íñigo Uriarte, farmacéutico del equipo de Melio, plataforma online de análisis de sangre, identifica las 10 claves para tomar el sol de manera responsable:

1º.- Antes de tomar el sol, consultar el índice UV (disponible en medios de predicción del tiempo). Esta información es muy útil para protegerse del sol correctamente.

2º.- Usar protección solar cuando el índice UV sea mayor de 3, y evitar exponerse al sol cuando sea mayor 8, y en caso de hacerlo, usar la máxima protección. En España, el índice UV es mayor entre las 12 y 16 horas. Los días nublados también pueden tener índices altos de radiación UV.

3º.- Usar los protectores solares correctamente y sin escatimar. Aplicarlo 20 minutos antes de la exposición y repetir la aplicación cada dos horas. El factor de protección o FPS indica la cantidad de radiación UV que llega a la piel y el número de veces que el protector aumenta la capacidad de protección frente a la radicación.

4º.- Protegerse del calor y la deshidratación. Las altas temperaturas activan mecanismos de compensación en el cuerpo como la sudoración y vasodilatación periférica, que pueden producir deshidratación, pérdida de electrolitos y sobrecarga cardiovascular. Se recomienda aumentar la ingesta de agua, no realizar ejercicio intenso en las horas de más calor y aun con protección, no exceder las dos horas de exposición continuada.

5º.- Revisar periódicamente las manchas o lunares de la piel. La exposición continuada al sol, especialmente de tipo B, produce efectos cancerígenos. Aunque las células cuentan con mecanismos de protección y reparación, la exposición de radiación es un factor de riesgo para el desarrollo de melanomas y otros procesos malignos de la piel.

6º.- Usar protectores solares de amplio espectro (UVB y UVA). Los rayos UVA, aunque sean de menor intensidad que los UVB, penetran más profundamente en la piel y generan envejecimiento de la piel (arrugas, piel áspera y manchas). La hidratación de la piel tras la exposición solar puede ayudar a prevenir este efecto.

7º.- Tomar el sol gradualmente. Entre los mecanismos de protección solar de las células cutáneas está la producción de melanina, un compuesto que absorbe la luz UV y que genera el bronceado de la piel. La mayor o menor producción de melanina depende de la genética de cada persona y su síntesis se produce gradualmente cuando tomamos el sol. Por eso se recomienda, empezar con poco tiempo al principio de verano e ir aumentando gradualmente (si se desea), según la piel produce melanina y se va adaptando.

8º.- Protección ocular. La radiación incide directamente sobre los ojos de tal manera que puede tener efectos perjudiciales a largo plazo sobre la retina. Para proteger la vista se recomienda el uso de gafas de sol que bloqueen el 100% de los rayos UV.

9º.- La dosis diaria óptima de vitamina D se puede obtener exponiendo manos, cara y brazos al sol sin protección durante 10 minutos en primavera y verano, 30 minutos en otoño y 120 minutos en invierno. Una exposición mayor no va a producir una mayor síntesis de vitamina D. No es necesario poner en peligro la piel para obtener la dosis óptima de vitamina D y se debe tener en cuenta que en los días nublados también puede haber un alto índice de radiación UV y, por lo tanto, tener los niveles de vitamina D bajo control.

10º.- Revisar los marcadores de salud. El calor puede afectar de manera más grave a las personas con obesidad, enfermedades crónicas o a aquellos que siguen determinados tratamientos médicos. Deben tener especial cuidado las personas con insuficiencia renal crónica ya que la deshidratación puede deteriorar la función renal. A través de un análisis de sangre se pueden analizar marcadores de salud como son la urea, la creatinina o el filtrado glomerular.

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