Virgen de las Viñas Tomelloso
Cuadernos Manchegos
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Las lavanderas han sido llamadas genéricamente a aquellas  mujeres que se encargaban  fundamentalmente de lavar la ropa en los tiempos antiguos y cuyo oficio llegó hasta el siglo XX en muchas zonas y localidades de distintos ámbitos geográficos, no solo de España y que  aún perdura en algunos países.

Las lavanderas ejercían su oficio mediante un proceso que conllevaba una verdadera realización práctica, que incluso podíamos calificar como de verdadera técnica, sin cuya metódica ejecución no sería posible poder mantener las ropas y vestidos en perfecto estado de mantenimiento.

Fundación Elder

Desde la Biblia ya se nombraba este oficio y a lo largo del tiempo ha sido frecuente tema de escritores, pintores e incluso de la clase política.

Se reconoce sobradamente los lugares donde se realizaban estas labores y en cada pueblo existía un lugar apropiado donde acudían las  mujeres con su cestillo para lavar la ropa y sigue siendo frecuente en algunos casos. Estas lavanderías públicas se habilitaban en lugares de pueblo mientras no existía agua corriente. El trabajo de lavandera llevaba un proceso muy sutil que se iniciaba con un primer paso de remojado de la ropa, después enjabonado, estirado, manteado y posterior secado.

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Hasta la utilización de lejías y jabones el material que realizaba la limpieza consistía en echar agua caliente sobre las cenizas que se recogían de los hogares de leña, que servían de jabón, hasta la aparición de los propios productos ya fabricados; continuaba con un buen restregado de las telas sobre las tablas, aunque en principio se realizaba utilizando piedras al uso, se volvía a enjuagar y luego se pulía la ropa.

Ha venido siendo un oficio propio de mujeres que no solamente realizaban la ropa de su familia, sino en muchas poblaciones consistía en una oficio remunerado y existente en poblaciones de mayor entidad y población.

En la tradición existen muchas muestras de artistas que han dedicado una particular atención a este oficio, existiendo distintos monumentos, obras pictóricas y libros sobre este oficio, hoy suplido por las lavadoras automáticas.

También existió una protección especial en una época determinada sobre estas lavanderas remuneradas realizada por la esposa de Amadeo de Saboya, la Reina María Victoria del Pozzo que creó un Asilo de Lavanderas y que fue llamada  “La reina de las Lavanderas” y correspondía a las localizadas en la línea de las orillas del río Manzanares en Madrid, que además de oficio era una verdadera profesión.

 Escritores como Lope de Vega con su obra poética “La moza del cántaro”, que la dedica una poesía.

En arquitectura el monumento de Gaudí en Barcelona.

Entre los pintores como Gauguin, Renoir o Santiago Rusiñol.

En definitiva este oficio ha dado largos procesos de estudios y de reconocimiento no solamente en España, sino en países europeos como también de hispano-américa en reconocimiento a un oficio que durante siglos fue determinante del proceso laboral de las mujeres.

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