La Confederación Hidrográfica del Júcar, O.A., (CHJ) acaba de iniciar los trabajos del proyecto de seguimiento de la calidad de las aguas subterráneas de la zona afectada por el incendio de Villanueva de Viver (Castellón), que calcinó cerca de 5.000 hectáreas entre marzo y abril de este año. Durante los próximos 12 meses se van a muestrear de forma periódica cuatro puntos del entorno para evaluar y analizar el posible impacto del fuego sobre el estado de las masas de agua subterránea subyacentes a la zona afectada por el siniestro.
El incendio declarado el pasado 23 de marzo en Villanueva de Viver, que también afectó a los términos de otros municipios castellonenses como Fuente la Reina, Montán, Montanejos y Puebla de Arenoso, así como a una pequeña zona de la provincia de Teruel, calcinó un entorno natural de gran valor ecológico en la comarca del Alto Mijares, de modo que el perímetro del fuego se expandió por más de 50 kilómetros, lo que obligó a desalojar a más de un millar de personas.
La zona afectada por el incendio se caracteriza por una alta concentración de pozos y manantiales, muchos de los cuales sirven como principal suministro de abastecimiento humano para muchos municipios. Por este motivo, la Confederación Hidrográfica del Júcar, a través del Área de Calidad de las Aguas, ha impulsado este proyecto para el seguimiento de calidad de las aguas subterráneas en cuatro puntos de la zona afectada por el fuego: el manantial de fuente Piérrez (Fuente la Reina), el pozo del Mas de los Pastores (San Agustín), el manantial de San Miguel (Puebla de Arenoso) y el pozo de abastecimiento de la pedanía de Los Calpes (Puebla de Arenoso).
El objetivo de los muestreos, que se van a realizar mensualmente durante un año, es analizar las posibles consecuencias que haya podido tener el incendio sobre las masas de agua subterránea. “Se trata de comprobar si el fuego ha provocado algún cambio en el estado y la calidad. Acabamos de comenzar los muestreos, apenas dos meses después del incendio, por lo que vamos a poder observar de forma pormenorizada cómo evoluciona el estado de estas masas de agua a lo largo del próximo año”, explica Tàlia Alabadí, Jefa de la Sección Técnica del Área de Calidad de las Aguas.
Las muestras seleccionadas se trasladarán a laboratorio para analizar una serie de parámetros que aportarán información muy valiosa para conocer en qué estado se encuentran las aguas subterráneas. “La batería que vamos a analizar es bastante completa. Se incluyen nutrientes, porque será interesante ver cómo afecta la menor demanda de la vegetación sobre esas masas de agua, pero también otros parámetros como metales, que pueden cambiar su concentración, y los hidrocarburos policíclicos aromáticos (HPAs), un grupo de más de 100 sustancias químicas que se forman principalmente durante la combustión incompleta de la materia orgánica”, comenta Alabadí.
Sin alteraciones en la calidad de las aguas subterráneas de Bejís
El proyecto recientemente iniciado da continuidad a los trabajos que viene realizando el Organismo desde principios de año en la zona de Bejís y alrededores, donde otro virulento incendio calcinó más de 20.000 hectáreas el último verano. La Confederación Hidrográfica del Júcar aprobó en octubre del pasado año una obra de emergencia para reparar los daños ocasionados por el fuego en el dominio público hidráulico. Trabajos que se centraron en la retirada de arbolado quemado y otras labores para afianzar los cauces que todavía siguen en marcha. Al mismo tiempo, el Área de Calidad de las Aguas se encargaría de realizar mediciones periódicas del estado de las masas de aguas subterránea, para comprobar cómo les pudo afectar el incendio.
En el caso de Bejís, los muestreos comenzaron en febrero de este mismo año, seis meses después de que se diera por extinguido el incendio, y comparte los plazos y la metodología que se viene realizando en el caso de Villanueva de Viver. Se recogen muestras una vez al mes y el seguimiento se prolongará, hasta completar un año, en cinco puntos de la zona del Alto Palancia: el pozo Los Quemaos (El Toro) y en los manantiales de Fuente Camarillas (Torás), Los Cloticos y Fuente Molina (Bejís), y Fuente el Nano (Teresa).
Por el momento, los resultados obtenidos en los muestreos realizados
durante los meses de febrero y marzo son “buenos”, ya que no se aprecian concentraciones anómalas que indiquen una alteración de la calidad de las aguas. “Cada muestreo nos aporta un tipo de información. En el caso de Bejís, donde los resultados son completamente normales, tenemos la visión a largo plazo de cómo puede afectar el incendio y los restos quemados sobre las aguas subterráneas”, explica Alabadí.