Virgen de las Viñas Tomelloso
Cuadernos Manchegos
Cuadernos Manchegos

Cuéntase que se cuenta, cuéntase que ocurrió que en una pequeña localidad de la provincia de Zaragoza su equipo de fútbol ascendió de categoría en la liga regional.

Todos los vecinos contentos con tal éxito decidieron mejorar el campo de fútbol que tenían, porque sus condiciones no permitían jugar al fútbol con garantías. Así que, decididos arrinconaron al alcalde de tal manera que al final tuvo que prometerles mejorar el campo. Antes de iniciarse la campaña futbolística se mejoró la estructura del campo de fútbol. Se cerró mediante unos tabiques de ladrillos prefabricados, se instalaron duchas y una especie de pequeño vestuario para los jugadores y se planteó la posibilidad de instalar césped natural, pero no pudo conseguirse.

Los vecinos reconocieron el esfuerzo del Ayuntamiento por dar prioridad presupuestaria a tan añorada reivindicación y estuvieron dispuestos a que, en su caso, para ese año el alcalde aumentara el impuesto correspondiente.

Así las cosas llegó el primer partido de la temporada, aunque el campo no tenía gradas y el límite estaba en unas pequeñas defensas alrededor del campo. El ambiente era enorme, porque la ilusión provocada era inusitada, no en balde doce de los quince jugadores eran de pueblo, aunque ni vivieran en él.

El equipo contrario era un de categoría superior a la conseguida por los jugadores del pueblo.

Lleno hasta la bandera. Niños, ancianas, emigrantes que habían regresado al pueblo para ver directamente tal acontecimiento, en definitiva un clamor popular fuera de lo normal.

El partido transcurrió normalmente, si a eso se puede decir ya que el equipo visitante ganó el partido por un contundente cinco a dos. El desagrado de los del pueblo fue importante, si bien no hubo escándalos, ni insultos al árbitro como suele ser habitual. Los vecinos se comportaron con toda deportividad.

Pero cuando el partido había finalizado y el árbitro y los jugadores del equipo rival habían abandonado el pueblo, los vecinos se encargaron de tirar todos los ladrillos prefabricados y el campo volvió a encontrarse como en su principio, es decir, al aire libre y sin cerramiento alguno.

El alcalde clamó y propuso una reunión con toda la vecindad - hay que tener en cuenta que estamos hablando  de años anteriores a 1.975 -.

El alcalde puso de burros y borricos a todos los vecinos, que el gasto había sido excesivo y por un mal partido del equipo no se podía destruir todo lo que había costado adecentarlo.

En un momento de la reunión, uno de los vecinos, que dijo actuaba en nombre de los demás, le dijo al alcalde:

- No se preocupe usted señor alcalde. Los vecinos del pueblo hemos decidido poner el material y la mano de obra para volver a dejar el campo de fútbol como estaba, pero tiene usted que comprender que en la inauguración del campo, no podíamos permitir haber perdido.

Y se cumplió. Hoy en día el equipo sigue militando en tercera regional preferente y el campo está en el mismo estado.

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A REY MUERTO, REY PUESTO

La pasión por el fútbol

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