Virgen de las Viñas Tomelloso
Cuadernos Manchegos
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Cuéntase que se cuenta, cuéntase que ocurrió que un maestro que daba clase de Matemáticas, también tenía agricultura disponiendo de unas parcelas de viñedo. Era costumbre contratar cuadrillas para la poda y la vendimia. Así que organizaba todas las operaciones de tal forma que no hubiera ningún fallo, siempre con una rigidez extrema y con unos cálculos de impresión. Se cuenta que las cuadrillas del pueblo no querían trabajar para él por la excesiva meticulosidad con que llevaba todo y que, en los últimos años, venían cuadrillas de Andalucía, concretamente de Jaén, que no volvían nunca a repetir.

Los primeros días de vendimia el hombre hacía  sus cálculos de rendimientos de los operarios. Se dice que tenía contado el número de cepas de cada hilo de cada parcela, el número de marras por hilo y el número de cepas repuestas, marcadas en los planos con distintos colores. De tal forma que calculaba todos los años el tiempo que se tardaba en podar o vendimiar cada hilo, en función de los operarios que había. Colocaba siempre el tractor y el remolque en el mismo sitio y en los mismos lugares y en la poda distribuía al personal en función de su edad.

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En la vendimia hacía un tanteo de la producción estimada por cepa, recogiendo los racimos de unas determinadas cepas todos los años y en función de todos estos factores calculaba el tiempo que tenían que tardar los operarios en relación con las horas que estaban trabajando.

Diariamente tomaba nota del hilo donde empezaban a podar o a vendimiar y, con su coche, iba siguiendo a través de un camino paralelo el progreso de los trabajadores.

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Al final del día hablaba con los operarios indicándoles la marcha de la faena, es decir, les indicaba si iban bien o por el contrario si el trabajo estaba retrasado de tal manera que les ponía objetivos y les marcaba el hilo que al día siguiente tenían que conseguir llegar.

Claro está que los vendimiadores o podadores se tomaban todos los datos  y sugerencias a cuchufleta y hacían lo que buenamente podían, pues iban a jornal y no a destajo.

Así cuentan que transcurrían las cosas. Lo mejor de esta anécdota es el final, como en tantas cosas. El propietario iba pagando religiosamente, yo diría que matemáticamente, los jornales correspondientes cada semana y cuando llegaba el final de la poda o de la vendimia, pagaba según sus cálculos y no según los rendimientos obtenidos por los jornaleros. De esta manera se producían dos causas: o los jornaleros habían acabado su faena correspondiente antes del tiempo calculado por el propietario o lo habían terminado después del tiempo programado y, podría ocurrir, que coincidieran, caso que casi ningún año se daba.

Lo curioso es como hacía el reparto. En el primer caso el hombre les pagaba lo que habían tardado, es decir, lo justo y les abonaba un día más de jornal. En el segundo caso, les hacía una propuesta que era pagarles los días que él había calculado, pero con precio de jornal subido de tal forma que cobraran lo que realmente él había calculado.

Las liquidaciones, por tanto, eran originales, pero le cuadraban bien con sus cuentas, lo que le hacía sentirse satisfecho de sus operaciones matemáticas.

La gente se molestaba especialmente por el continuo y pesado control que diariamente hacía, porque aparecía siempre por cualquier sitio, por cualquier lugar, a cualquier hora controlándolo todo. Era característica su libreta de apuntes. Todos los años confeccionaba unas libretas la mar de originales. Hacía una por cada parcela y les dejaba pegada el plano de la parcela con las cepas marcadas una a una y el plano doblado dentro de la libreta. En la misma se encontraban varias hojas, una por cada día calculado, y además incluía un cuadro donde iba anotando las horas trabajadas y las cepas podadas o vendimiadas. En la misma libreta incluía un bolígrafo que lo adhería a la solapa. Así lo hacía de  todas y cada una de las parcelas de su propiedad.

Aunque era de dominio público su costumbre de organizar así los trabajos, lo cierto es que la gente le preguntaba continuamente por sus datos y se interesaba por saber los rendimientos de poda y vendimia.

Todo un caso.

CEPA PODADA, CEPA VENDIMIADA

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