La apasionante aventura de escribir es un proceso interior donde el poeta, se encuentra con sus más recónditos sentimientos. Es desde ahí, en la profundidad del ser, donde se alumbra los versos de “Y volverá el hombre”, que, como hilos invisibles de redes caprichosas, nos atrapa y así enredados en los hilos de los poemas, de la música, de los sentimientos y del cariño, se apuró una tarde de belleza y poesía que se iniciaba con la emoción de la prosa de Juan José Guardia Polaino, de quien, Juan Camacho, dijo era “un pertinaz estudioso de la palabra, una rara avis que no haya ni la paz ni el descanso merecido ante tan ardua tarea, hasta que la palabra elegida y estudiada adquiere para sí la suma perfección”.
El poeta bilbaíno de origen valdepeñero, derrochó elogios para todos los que, junto a él, crearon la magia de la tarde septembrina, entre ellos Vicente Castellanos —músico, historiador, cantautor y mago de la guitarra— a quien le agradeció su presencia “en esta tarde donde música y versos caminan de la mano hacia el mismo horizonte”. No se olvidó ni del prologuista del libro, el poeta Miguel Ángel Manjón, ni de la epilogista de la obra, la poeta Teresa Sánchez Laguna, para los que tuvo palabras de profundo cariño. Tampoco se olvidó de la editorial, de las rapsodas que le acompañaban, Asún, Lourdes y Teresa; ni del personal de la biblioteca.
Juan José Guardia Polaino, tomó la palabra y, como acostumbra, realizó con sentimiento y destreza, una emotiva presentación de Juan Camacho, “un poeta que comparte muchas cosas conmigo”, añadiendo que es un “amigo generoso, manchego, vasco y ciudadano peregrino del mundo. Y también incansablemente tenaz hasta encontrarle a la poesía la luz más íntima”, sobre su obra, Polaino dijo venir “uncido y amarrado a un hermoso libro que dice verdades y arriesga con sus versos”, para, después de una amplia y bella prosa, resumir que “Y volverá el hombre”, “se hace íntimo y soterrado, para luego después aflorar a la luz un sentimiento vivaz y cargado de fértil expresión. Obliga la lectura de éste a no parar en el intento de descubrir la trama emocional, porque la historia que nos cuenta en cada poema es arrastrada con manos tutelares y firmes, y mimada en su esencia para que la verdad pura no se desvirtúe”.
Juan Camacho, explicó que “la génesis de “Y volverá el hombre”, comenzó en los albores del año 2010 y hasta el día de su edición, ha estado adaptándose a la actualidad de un presente convulso, para presentarse ante su potencial lector como un poemario sólido, con identidad propia y consciente del valor intrínseco que le corresponde a cada una de las palabras que fijan como residencia final el verso a ellas atribuido”.
Poemario que, con un lenguaje claro, más coloquial que tecnicista intenta seducir a propios y extraños. Que administra amplias dosis de melancolía y reivindicaciones sociales. Pero, también es un canto espiritual que pretende acallar los golpes habituales de conciencia que recibimos.
El autor de “Y volverá el hombre”, señaló que “el hombre al que hace referencia este libro de poemas no es un hombre desconocido. Es más que nada una figura extraordinariamente emblemática y representativa de nuestra cultura”, para aclarar que “es un hombre que, simplemente teme volver al presente desde la experiencia acumulada que la vida le ha brindado y, si volviera lo haría desde una conciencia noble, libre, transparente y sin fisuras, buscando, quizá en nuestra mirada, la inocencia y en nuestros actos la bondad”.
Camacho puso el broche de oro a su intervención con el poema “Como si fuera la noche, hembra del día”. Y así, con los ingredientes de la prosa de Juan Camacho y de Juan José Guardia Polaino, con la poesía recitada por las rapsodas Asún, Lourdes y Teresa, y la cantada por el cantautor Vicente Castellanos, casi sin sentirlo, se apuró a pequeños sorbos de versos una vibrante y hechicera sesión de belleza y poesía.