Virgen de las Viñas Tomelloso
Cuadernos Manchegos
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En 1914 se inaugura el ramal del tren Cinco Casas-Tomelloso. La importancia de tal inauguración supuso, como es lógico, una nueva dimensión en las comunicaciones de nuestra población, especialmente en cuanto al transporte de mercancías a otras ciudades y poblaciones.

Una de las ventajas estuvo en la posibilidad de agilizar los intercambios del vino de Tomelloso a otras ciudades de distintas provincias de España. Hasta ese momento el transporte se hacía con carros y las distancias considerables entre los diferentes destinos por lo que se convertía en trabajoso y oneroso. Transportar vino a Madrid tenía una duración de cinco días y los volúmenes por carro eran pequeños. A Andalucía, especialmente Jaén, siete días. Ni que decir que este transporte llevaba consigo mucho esfuerzo, sacrificio y penosidad.

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Con la inauguración del ramal de tren los propietarios de vino, que ya destinaban parte de su producción a otras zonas, dispusieron de una nueva posibilidad. Para ello se montaron en vía muerta los denominados fudres, que no eran otra cosa que envases de madera- denominados bocoyes en otras zonas- que se cargaban en los soportes de los vagones de los trenes. Estos fudres tenían una capacidad de 1000 arrobas-16.000 litros-, aunque en algunos casos podría situarse entre 15 a 30.000 litros. En principio estos fudres se localizaban a cielo abierto, sin protección alguna y se llenaban o vaciaban con bombas adecuadas.

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El transporte hasta las vías de tren lo realizaban los carretoneros-llegaron a existir cerca de 25 en Tomelloso- verdaderos especialistas, que mediante los llamados carretones arrastrados por mulas llevaban las cubas cargadas de vino en no menos de 12 viajes hasta llenar un fudre.

No obstante estos primeros depósitos sufrían con relativa frecuencia pérdidas en su contenido ya que aparecían astutos ladrones que perforaban el fondo de los fudres y se llevaban parte del depósito, con lo cual, además de las pérdidas, se producían mermas en la calidad como consecuencia de la aireación del líquido.

Por eso de se empezaron a construir los denominado vagones fudres, que eran unas cubiertas a modo de casa en cuyo interior se encontraban los verdaderos fudres. En Tomelloso se llegó a instalar una empresa como INVATRA que se dedicaba a la construcción de estos vagones fudres.

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La mayoría de los existentes en Tomelloso - en total diez - tenían la titularidad de los propios viticultores y se grababan o pintaban con los nombres de la entidad, aunque también era frecuente que se alquilaran.

En definitiva, durante más de 40 años la existencia de esta vía de comunicación permitió dar salida a gran volumen de la producción vinícolas de la localidad, permitiendo una disminución de costos, una menor duración de los tiempos de suministro y una mayor diversificación del producto.

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