El Equipo Deportivo Nutriobelix celebró el pasado fin de semana su octava edición de la bajada Iniesta-Cullera que, por primera vez, se ha celebrado en el mes de noviembre. Fran Olmeda, uno de los organizadores de la prueba, explica que “esta prueba la tuvimos que posponer a causa de su coincidencia en fecha con nuestra querida Marabelix” y añade que, por segunda vez, “se ha realizado en versión NON STOP, pues salimos el viernes por la noche, tras la presentación a las 23 h en el Ayuntamiento de Iniesta y no paramos hasta llegar al Castillo de Cullera el sábado a las 17 h”.
Un total de 16 bikers salieron desde Iniesta con rumbo a Villamalea, donde esperaban encontrarse con un camino de barro debido a las lluvias de los últimos días “pero no fue así, apenas cruzamos cuatro charcos y continuamos a Abengigre, donde hubo un momento de cierta tensión al marcarnos el Garmin un camino que ya no existía pues había sido reabsorbido por una inmensa finca de pistachos, pero recalculamos y dándole la vuelta entera a la finca nos pusimos de nuevo encima del track hasta la siguiente referencia, Alcalá del Júcar, donde llegamos por un camino zigzagueante hasta el mismo río Júcar, que nos dio el primer aviso climatológico de lo que se nos venía encima: caída vertical de la temperatura”, afirma Olmeda.
Tras una parada técnica de avituallamiento en Alcalá a las 03.15 h de la madrugada “donde comprobamos una vez más el importantísimo trabajo voluntario de Protección Civil que nos esperaban con café y caldos calientes –pues empezábamos a notar los primeros golpes de frío-, continuamos la subida a Casas del Cerro”, el mercurio marcaba 0 grados. Desde este punto hasta el siguiente objetivo, Teresa de Cofrentes, Olmeda asegura que “el ritmo tenía que ser medio y constante para conseguir mantener el calor corporal sin llegar a sudar y que no entremos en hipotermia”. Después, la bajada de Zafra a Teresa es un tramo de asfalto donde apenas se pedalea “pero quizás fue donde más frío notamos”, ya que al estar cerca el amanecer la temperatura cayó a niveles negativos.
En este punto se unieron dos espadas más y, tras otra pequeña parada, se retomó la marcha hacia Bolbaite “son subidas largas con unos desniveles brutales, pasamos varios puertos separados por algún falso rellano de unos 5-6km cada uno y con picos de desnivel entre 6-8 e incluso tramos del 10-12%, hasta que le dimos la vuelta a toda la sierra”. Durante todo este trayecto se van cumpliendo “a rajatabla” los horarios previstos y también por primera vez “pudimos tomar un tentempié en las pozas, que es un sitio muy chulo. Ahí aprovechamos para poner la equipación de verano, pues se notaba ya la temperatura más cálida del Levante”.
Y, ahora sí, comenzó la bajada a Cullera, no exenta de aventuras pues, según afirma el biker NX “pasó igual que en Teresa, hubo que buscar una alternativa al camino planteado y decidimos meternos por una senda nueva, la única senda que haríamos en todo el recorrido. Pero fue un error, se trataba de una senda-circuito endurero, que no fraccionó el grupo debido a ser casi impracticable y, hasta que conseguimos reagruparnos abajo del todo, se nos fue una media hora muy valiosa”.
A partir de ese momento, entraron en lo que llaman “zona de naranjos” por caminos asfaltados “donde los que queda más fuertes tienen que bajar el pistón” y así el grupo llegó a la famosa rotonda de Cullera, donde se hicieron la foto de rigor y se reagruparon para acometer “la última penitencia”: la subida al Castillo. “Ahí se disparan las pulsaciones por la inclinación, se dispara la adrenalina por la emoción, el cansancio está pero no se nota, el sueño está pero no se ve y, de repente, se te borra de la mente –pero no olvidas- todo lo que te ha costado llegar hasta aquí”.
Como recuerdo, se entregó una placa conmemorativa a todos los participantes y Fran Olmeda quiso mostrar “su más sincero agradecimiento al Ayuntamiento de Iniesta, a Protección Civil (Juan Pablo y Pedro), al Restaurante Los Tubos de Villarta, al diseñador Rodrigo, a Lidia (fotógrafa no oficial), a todas las personas que ayudaron a adornar todo el tinglado y nos acompañaron, a mis padres (Paco y Lidia), y a todos los que me haya podido dejar olvidados, que me disculpen pero también les estoy agradecido”.