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Oficios perdidos : 'El acomodador'
Ángel Bernao | Madrid | Sociedad | 28-05-2020

Oficios perdidos : 'El acomodador'

En otros tiempos, especialmente hasta un poco más allá de la mitad del siglo XX, era normal que en los cines existiera la figura del acomodador.

Esta persona era un empleado del dueño del cine que lo que hacía era, como su profesión indica, acomodar a las personas que entraban al cine en sus asientos correspondientes. Esta situación se producía en los llamados cines de sesión continua, que no eran otra cosa que locales de cine donde se “echaban” dos películas continuadas durante todo el día y no había prácticamente descansos entre las dos películas y además nos ofrecían información gratuita a través de los noticiarios llamados “NO-DO”.

Los clientes entraban en cualquier momento y, para no molestar  a los que ya se encontraban viendo la película ya que el local se encontraba en oscuridad, era necesario que entraran acompañados por alguien.

Este acomodador terminaba siendo un verdadero profesional. Se encontraba colocado a la entrada del salón de proyección y era necesario entregarle la entrada y estaba dispuesto con una linterna que iluminaba el local y, enfocando siempre al suelo, indicaba donde debían sentarse los clientes de volviendo el papel de la entrada.

Se comportaban como unos verdaderos profesionales en el más amplio sentido de la palabra, porque sabían en todo momento dónde debían colocar a las personas según observaba el tipo de personas que venían.

Así, sabían dónde debían colocar a las parejas que, como es lógico las colocaban en la parte final del salón y si era posible en las últimas filas, donde estaban menos visibles y en algunos cines se veían escenas de amor, mejores que las de la propia película que estaban proyectando. Especialmente cando era un “ligue”, si además le dabas una propina oculta con la entrada, ya sabía el acomodador el lugar más idóneo.

Además de su sueldo, también era frecuente que recibiera alguna propinilla de vez en cuando.

Estos hechos ocurrían cuando las sesiones no eran fijas de horario y las entradas no estaban numeradas, porque hoy en día todavía existen acomodadores en cines y teatros, pero siendo indudable que la misión es distinta, pues se realiza antes de comenzar el espectáculo donde no se realiza su trabajo una vez que el espectáculo ha comenzado.

En estos cines se pasaba de maravilla, especialmente los niños pequeños- que acompañados por la abuela y unos chicles en la boca- y en las sesiones de películas llamadas “toleradas”, porque te permitía poder ver las película una y dos veces, de aquellas que podíamos ver, pues hay que recordar que las películas se calificaban al principio como “toleradas” y “no toleradas”. Posteriormente pasaron a “aptas para siete años”, “no recomendadas” para ciertas edades y las llamadas películas codificadas como “X”, pero era una gozada redonda en esos tiempos de niñez ver varias veces las mismas películas. Entre las más populares de aquel entonces: Blanca Nieves y los siete enanitos, Caperucita Roja, Pinocho, Dumbo, Bambi, Los tres caballeros, La cenicienta, Alicia en el país de las Maravillas; posteriormente Peter Pan, Robin Hood, El libro de la Selva, Oliver, La sirenita, y para los más mayores las llamadas de reestreno preferente que se proyectaban en cines más baratos, donde, entre las películas españolas de ese momento se encontraban entre otras: Marcelino, Pan Y vino, El cochecito, El pisito, Bienvenido míster Marshall, Calabuch y El Último Cuplé y entre las extranjeras Las minas del rey Salomón, Un americano en París, La isla del tesoro y otras muchas. Peliculas

En definitiva el acomodador era un verdadero experto en su oficio y dotado generalmente de un gran instinto de servicio, a lo que podíamos añadir algo de psicólogo.

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