Virgen de las Viñas Tomelloso
Cuadernos Manchegos
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En el transcurso de la próxima década podrían producirse dos millones de casos adicionales de mutilación genital femenina a medida que la COVID-19 continúa obligando al cierre de escuelas e interrumpiendo los programas que ayudan a proteger a las niñas de esta práctica nociva. 

Debemos actuar ahora para impedir que esto suceda.

Incluso antes de que la COVID-19 trastocara el progreso, la meta de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de poner fin a la mutilación genital femenina para 2030 ya era un compromiso ambicioso.

Sin embargo, lejos de disminuir nuestra ambición, la pandemia ha fortalecido nuestra determinación de proteger a más de 4 millones de niñas y mujeres que se enfrentan un alto riesgo de padecer mutilación genital cada año. La manera de lograrlo es poner en práctica las medidas siguientes:

Debemos unirnos. Poner fin a la mutilación genital femenina exige la colaboración entre un amplio grupo de actores. Esto incluye a encargados de formular políticas a nivel mundial, regional, nacional y local, así como a la sociedad civil, desde las pequeñas organizaciones de base comunitaria y los grupos a favor de los derechos de la mujer hasta las organizaciones no gubernamentales internacionales. A los agentes del cambio, desde docentes y trabajadores sanitarios hasta líderes religiosos y personas de la tercera edad locales, lo mismo que a funcionarios judiciales y de las fuerzas del orden. Los hombres y los niños también tienen un papel fundamental que desempeñar. Juntos, amplifiquemos las poderosas y persuasivas voces del número cada vez mayor de supervivientes que lideran un cambio transformador en sus comunidades.

Debemos financiar nuestros esfuerzos a un nivel igual al de nuestro compromiso. Incluso en aquellos países en los que ya están disminuyendo los casos de mutilación genital femenina, es necesario multiplicar el avance por diez para cumplir con el objetivo mundial de su eliminación para 2030. Esto requerirá alrededor de 2.400 millones de dólares en el transcurso de la próxima década (cerca de 2.000 millones de euros), lo que representa menos de 100 dólares por niña. Este es un precio muy pequeño a pagar para preservar la integridad corporal de una niña, su salud y su derecho a decir “no” a esa violación de sus derechos. Sin embargo, la mayor parte de este dinero no se ha recaudado todavía.

Debemos actuar rápidamente, de manera decidida y en muchos frentes al mismo tiempo.  Necesitamos garantizar que las niñas tengan acceso a educación, a atención sanitaria –incluidos servicios de salud sexual y reproductiva– y a medios de subsistencia, y también que estén protegidas por leyes, políticas y nuevas normas sociales. Alentemos las habilidades de liderazgo de las adolescentes y sus pares masculinos e inspiremos su poder para hablar y decir “basta” a todas las formas de violencia, incluidos los ataques violentos a sus cuerpos.

Las mismas intervenciones que pondrán fin a la mutilación genital femenina también contribuirán al poder y la capacidad de decidir de las niñas y las mujeres para ejercer sus derechos humanos, desarrollar su potencial y contribuir plenamente a sus comunidades y futuros. La eliminación de la mutilación genital femenina y la igualdad de género implica objetivos interdependientes y complementarios. Dicho de otra manera, si la igualdad de género fuera una realidad, no habría mutilación genital femenina. Este es el mundo al que aspiramos y los Objetivos de Desarrollo Sostenible trazan el camino para llevarnos ahí.

Sabemos lo que funciona, no toleramos excusas. Ya basta de violencia contra las mujeres y las niñas. Es momento de UNIRNOS alrededor de estrategias de efectividad demostrada, FINANCIARLAS adecuadamente y ACTUAR.

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