Virgen de las Viñas Tomelloso
Cuadernos Manchegos
Cuadernos Manchegos

La actual crisis climática y de biodiversidad explica la evolución de los incendios hacia episodios más peligrosos, rápidos e incontrolables, ya que es responsable de la subida de las temperaturas, el incremento de olas de calor y del agravamiento de los períodos de sequía, que tienen como resultado la sequedad del suelo. Estamos ante un territorio más caliente, más seco, más inflamable y más abandonado.

La temporada de riesgo de incendios se está ampliando, según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) y diversas investigaciones, como la última del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que concluye que el número de días con riesgo extremo de incendios ha aumentado en todo el mundo y se ha duplicado en la cuenca mediterránea en los últimos 40 años. Los incendios son una prioridad, lo que debe traducirse en inversión en nuestros montes y en el medio rural,  y en que la sociedad en su conjunto perciba los incendios forestales como un problema social y ambiental.

Cooperativa virgen de las Viñas de Tomelloso

El presidente del Gobierno en su visita ayer a la zona del incendio en Casas de Miravete, en Extremadura, hacía hincapié en la evidencia del cambio climático sobre los incendios. Desde Greenpeace demandamos que ya no es suficiente con dejar claras las evidencias, sino que desde las administraciones deben tomar medidas ligadas a invertir en la prevención; es decir, recursos económicos destinados a nuestros montes y pueblos, campañas de sensibilización y, por supuesto, políticas valientes para la lucha contra el cambio climático que agrava la situación de los incendios de alta intensidad.

Mejor conectados - Telefónica

Desde Greenpeace enviamos mucho ánimo y fuerza a todos los operativos de los incendios activos, familiares de las personas fallecidas y a las personas afectadas por el fuego.
 

Declaraciones:

Mónica Parrilla es ingeniera Técnica Forestal por la Universidad de Valladolid. Máster en Gestión de Residuos (Instituto de Investigaciones Ecológicas). Diploma universitario como Experta en Igualdad por la UNED. Responsable de campañas del Área de Biodiversidad de Greenpeace.

“Los incendios dramáticos de este verano y los que estamos viviendo estos días son un problema ambiental que se ha convertido en un problema de seguridad nacional”.

“Incendios con una naturaleza distinta requieren soluciones distintas e inversiones en prevención para evitar situaciones dramáticas como las que estamos viviendo; de otra manera podríamos llegar a sufrir situaciones tan dramáticas como las de Portugal, Grecia o California”.

“Ante la crisis climática, los bosques necesitan ser gestionados; si no, los gestionarán las llamas”.

“En esta ola de calor han fallecido hasta el momento 510 personas. Los bosques expresan su vulnerabilidad en forma de incendios. Cualquier inicio de fuego (por una colilla, una quema descontrolada, una chispa…) desencadena incendios nunca vistos. Es urgente mejorar la gestión de nuestros bosques, en un país en que las ¾ de su territorio sufre procesos de desertificación”.

“La época de la extinción ha terminado; es momento de la gestión de nuestros bosques”.
 

Claves: 

La actual crisis climática explica la evolución de los incendios hacia episodios más peligrosos, rápidos e incontrolables, ya que es responsable de la subida de las temperaturas, el incremento de olas de calor y del agravamiento de los períodos de sequía, que tienen como resultado la sequedad del suelo. Estamos ante un territorio más caliente, más seco, más inflamable y más abandonado.

Es importante diferenciar el riesgo de que se inicie un incendio (el 95 % están causados por el ser humano) y el riesgo de que se propague (aquí influyen el estado de los montes, el cambio climático, el urbanismo, etc.).

Debido al abandono del sector primario, la superficie forestal en España ha aumentado casi cuatro millones de hectáreas entre 1962 y 2019  (una superficie equivalente a la de la comunidad de Extremadura). Estas hectáreas no suman como bosque, sino que contribuyen a una masa vulnerable, continuada, no gestionada, más inflamable, que favorece la propagación de grandes incendios forestales. 

Se invierte en extinción, pero apenas en prevención. La no gestión de estos espacios provoca un aumento de la vulnerabilidad de los montes, con acumulación de vegetación inflamable debido al incremento de olas de calor y agravamiento de sequías. En una situación de desequilibrio, lo que no se gestiona lo destruye el fuego de forma dramática.

El abandono rural incrementa la superficie que puede arder a un ritmo medio de más de 64.500 hectáreas al año1. El mundo rural empleaba a más de 4 millones de personas en los años 60. Actualmente no supera las 900.000. Sin personas que cuiden y amen la tierra, el territorio se convierte en inflamable y muy vulnerable al fenómeno de la desertificación.

La gestión del paisaje es una de las pocas ventajas estratégicas para prevenir grandes incendios catastróficos; es decir, no se puede cambiar la meteorología o la topografía, factores de los que depende el comportamiento del incendio, pero sí se pueden modificar las condiciones del combustible. En esta gestión, las quemas prescritas son una herramienta necesaria para la prevención de propagación de incendios forestales.

Para conseguir un paisaje resiliente ante grandes incendios forestales es imprescindible dinamizar el medio rural, fijar población en el territorio, mitigando el efecto de la despoblación. Un paisaje en mosaico agroforestal, vivo, con actividades vinculadas a un sector primario altamente arraigado en el territorio, es un paisaje más resiliente a los grandes incendios forestales, al cambio climático y también a la pérdida de biodiversidad y la agrodiversidad. 

Los incendios forestales son un problema social, por lo que es necesario actuar en todas las dimensiones del problema, acometer actuaciones en los distintos factores de riesgo. Hay que reducir el riesgo de ignición pero también abordar las causas subyacentes a la vulnerabilidad, como el abandono del sector primario, la falta de políticas territoriales que incorporen el cambio climático y el riesgo de incendios forestales, la brecha urbano-forestal, la desigualdad y el acceso insuficiente a recursos y medios de subsistencia de una economía rural empobrecida.

El medio rural es una oportunidad para hacer frente al cambio climático y la pérdida de biodiversidad, pero para ello se precisa de políticas que protejan a la población rural e inversiones enfocadas a facilitar la configuración de un paisaje resiliente sostenible y a proteger su continuidad a corto, medio y largo plazo. Para la creación de esas comunidades resilientes será necesario llevar a cabo inversiones en cinco tipos de capital: social, físico, humano, natural y financiero, así como trabajar para que consigan capacidades, y que estas sean además utilizadas y fortalecidas ante la emergencia climática.

Hay que alejarse de la visión urbanocéntrica que entiende lo rural como algo ajeno y lejano. Los incendios forestales son una responsabilidad de la sociedad en su conjunto.
 

Demandas principales de Greenpeace:

La extinción es exitosa pero no resuelve el problema. El 68 % de los incendios se quedan en conato. Los grandes incendios forestales son responsables de la mayor parte de la superficie quemada. Es fundamental invertir en el sector primario y en la gestión forestal de nuestros montes.

Urge priorizar recursos económicos para incentivar la economía rural de los pueblos, fomentando actividades que generen paisajes fragmentados (mosaico) que ayuden a reducir el riesgo de propagación de grandes incendios forestales.

Cumplimiento de la normativa. Se necesitan planes preventivos en zonas de alto riesgo como marca la Ley de Montes. Esto no se está cumpliendo. Hay que dotar con recursos a los municipios.

Cumplimiento de los planes de emergencia en zonas de alto riesgo. No se cumple la Directriz Básica de Protección Civil. Una vez más, hay que dotar con recursos a los municipios.

Comunicación a la ciudadanía de los planes y exigencia de planes de autoprotección. 

Invertir en crear comunidades organizadas y adaptadas que asuman el riesgo de incendio para prevenirlo y mitigarlo.

La gestión urbanística no ha tenido ni tiene en cuenta el riesgo de incendio forestal. Existen urbanizaciones, viviendas e infraestructuras en zonas de alto riesgo que son indefendibles. Es necesario prohibir las urbanizaciones en estas zonas.

Los servicios operativos no son infinitos ni omnipresentes y los incendios de alta intensidad suponen riesgos y peligros añadidos. Es urgente que los operativos de extinción tengan condiciones dignas de trabajo todo el año.

.