Hay que reconocer que nuestras cepas tienen vida, mucha vida y, por si fuera poco saben vivir de acuerdo con sus posibilidades, pero, a diferencia de los humanos que aprovechamos al máximo nuestras recursos, las cepas manchegas son conscientes de saber manejar lo disponible y utilizan su experiencia en aprovecharlas de tal manera que no se agoten, que siempre debe quedar algo para otras ocasiones y, ahora, podemos comprobar la sensatez que disponen, porque, si hemos observado nuestras cepas en el campo en estas fechas, podemos ver qué es lo que están haciendo y lo que es necesario hacer y que quizá algún agricultor podía pensar que iban a estallar de fuerza, de vigor y de energía, dadas las circunstancias que nos ha presentado la primavera, con esas lluvias alternas, suficiente en cantidad y escaladas en el tiempo, que han permitido acumular en la tierra la potencia de humedad necesaria para que las cepas más sensatas y menos alocadas, por obligación o por inconsciencia se lancen a un desarrollo excesivo que, a lo largo de la temporada pueden perjudicar sensiblemente la cosecha, porque es necesario saber y apostar que para desarrollo correcto de los pulgares no es cuestión de obligarlos a un desarrollo excesivo en este periodo, sino que vayan a un compás tal que puedan permitir ir recuperándose, porque no sabemos lo que puede ocurrir de aquí en adelante y la madre cepa conoce y lo intuye, ya que nuestros futuros enemigos: plagas, enfermedades, temperatura, calor nos pueda jugar una mala pasada si encontramos a nuestras cepas desarrolladas en exceso, que supone una oferta gratuita a estos elementos que tanto tememos y, si tenemos esta precaución podemos observar cepas sensatas y otras vecinas cepas inconscientes, con el simple hecho de observar las primera brotaciones de las yemas y distinguir esas tan atrevidas, pensando que con las suaves temperaturas y el agua generosa se pueda obtener la cosecha de forma rápida, craso error, porque se produce un mayor gasto de sabia, perdiendo sus posibilidades futuras que nunca deben desaprovecharse, mientras que las yemas contiguas y las vecinas, tratan de esforzarse igualmente, pero terminan dominadas por las más avanzadas y nos encontramos con un desarrollo irregular en la propia cepa, que, aunque intenta seguir avanzando en su desarrollo, se produce una aguerrida demanda de sabia del resto de las yemas que conlleva a una lucha innecesaria, lo que nos está indicando que regularizar la producción de cada cepa-que no debe olvidarse que es lo que nos interesa- es equilibrar el futuro de la sabia, lo que generalmente no se tiene en cuenta y se va más a la producción que al porvenir futuro de la vida a cada una de las cepas y, que de ir avanzando en su desarrollo, no reserva la suficiente energía para las próximas e inminentes desarrollos, con lo que conseguimos dos efectos fundamentales: la regularización de las producciones, con su posible potenciación y la mayor prolongación de la vida de las cepas.
De todas formas, la vista que se produce en estas fechas en nuestros viñedos nos proporciona una imagen de belleza inigualable para nuestros ojos y que se conservan y depositan en nuestros recuerdos.
Primavera… ¡qué preciosa eres!. El mundo vitícola te lo agradece.















