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viernes, diciembre 5, 2025
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Cooperativa Bodega y almazara Virgen de las Viñas
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El reencuentro con la vitivinicultura manchega gracias a Primitivo Cabezas y Ángel Bernao

Nos desplazamos a Cinco Casas para conocer la historia y la tradición de la Bodega Nuestra Señora de las Nieves

Recientemente tuvimos la suerte de regresar a la EATIM de Cinco Casas, en un espacio que anteriormente fue aldea y donde se situó (y se encuentra actualmente) la estación de ferrocarril (parte antigua), separada de la población nueva que se creó con posterioridad. Una encantadora zona que siempre nos deja con una mezcla de tranquilidad y curiosidad por su rica historia.

Esta vez, nuestra visita tenía un propósito muy especial: volver a la Bodega Virgen de las Nieves ubicada en la calle que lleva su mismo nombre y al lado de la estación de ferrocarril y bajar a la cueva de Primitivo Cabezas, un lugar que, sin duda, es una joya que sigue sorprendiendo a todos los que lo descubren.

Nos acompañó un grupo de visitantes que participaban ese 27 de septiembre en una concentración de coches y motos y que recorrieron las localidades de Tomelloso, Argamasilla de Alba, Llanos del Caudillo y como destino final Cinco Casas donde estuvo también presente su alcaldesa y la actual presidenta de Mancha Norte, Almudena Moya. Cabe destacar la amabilidad y la cercanía de la agrupación Peñarroya Classic Motor Club.

Un lugar de tradición y cultura vinícola

La finca Nuestra Señora de Las Nieves es, sin duda, un lugar impresionante. Tras acceder por su gran portada lo que más llama la atención de inmediato es el tamaño y la singularidad de sus edificios, que antes funcionaban como una bodega dedicada a la elaboración de vino. Es fácil imaginar cómo, en su tiempo, este lugar vibraba con la actividad de las viñas y la producción de vino, un legado que sigue presente en el ambiente de cada rincón.

Explorando la cueva: un tesoro del pasado

Al adentrarnos en la cueva, nos sorprendió la magnitud de la estructura. Con 120 metros de largo y aproximadamente 6 de ancho, alberga tinajas de barro que, aunque han pasado los años, siguen siendo testigos de la tradición vinícola de la zona. Es fascinante ver cómo la maquinaria antigua y las herramientas utilizadas en aquellos tiempos permanecen en su lugar, como si el tiempo se hubiera detenido, manteniendo viva la esencia de la elaboración del vino.

Pero lo que realmente nos cautivó fue descubrir que la finca tiene una segunda cueva, igualmente preservada. En ella, encontramos tinajas de cemento, que añaden aún más valor al lugar.

Es de gran trascendencia poder encontrar aún toda la maquinaria, utensilios, herramientas y diversas piezas utilizadas a lo largo del proceso completo de elaboración, desde la recepción de las uvas hasta su proceso de fermentación, por lo que es posible contemplar en su totalidad todas las operaciones por conservarse aún todo el material, teniendo por poder añadir las instalaciones que se utilizaban para el proceso total.

Pero, además, tuvimos la posibilidad de poder visitar una nave con pequeños recuerdos de materiales y aperos utilizados en la elaboración de vinos, como una especie de museo digno de contemplar y admirar por su valor histórico.

Primitivo Cabezas nos invitó a observar desde una torre de la casa, toda la superficie de la parcela, que verdaderamente reúne unas condiciones de aprovechamiento muy factibles.

En definitiva, pudimos viajar a través del tiempo, viendo cómo se ha adaptado la tradición vinícola a lo largo de los años, pero siempre con el mismo respeto por la historia y el proceso artesanal.

Una visita memorable con la alcaldesa Almudena Moya, Primitivo Cabezas y el gran conocedor de la Historia de las Cuevas de Tomelloso, Ángel Bernao

El recorrido, se convirtió en una vuelta al pasado sobre la trayectoria de la bodega y su importancia para la comunidad. Fueron momentos de conexión con la historia local, en un ambiente cálido y acogedor.

Ángel Bernao en la cueva expuso a los visitantes la gran valoración que merecía la visita por poder hacer valer el gran esfuerzo, trabajo y laboriosidad en la proyección de la comarca en la elaboración de vinos, realizando un repaso a la trayectoria vinícola de la zona, su importancia y tradición. Este reconocimiento expresa el valioso aporte de los agricultores que cultivaron sus viñedos, contribuyendo de manera decisiva a la importancia de la comarca en la historia vitivinícola. Esto ha resultado en el prestigio, la calidad y la relevancia de nuestros viñedos y vinos, tanto a nivel nacional como internacional.

Explicó que las cuevas comenzaron a excavarse a mediados del siglo XIX, y que entre los años 1880 y 1890 fue cuando su construcción alcanzó mayor desarrollo.
Este proceso supuso un esfuerzo considerable y una gran dedicación por parte de los propietarios, ya que se llevaba a cabo con pico y pala, teniendo en cuenta la dureza de las primeras capas de tierra, que alcanzaban entre 2 y 4 metros de profundidad. Las excavaciones requerían mover grandes volúmenes de tierra; las más pequeñas, por ejemplo, implicaban un movimiento de al menos 460 metros cúbicos. Durante la primera fase, las cuevas se llenaban con tinajas de barro procedentes de Villarrobledo, de capacidad reducida, inicialmente de unas 200 arrobas, y posteriormente ampliadas a 400-450 arrobas. Hacia 1920, se comenzó a emplear tinajas de cemento de mayor capacidad, fabricadas dentro de las propias cuevas por expertos tinajeros, alcanzando capacidades que superaban las 500 y, en algunos casos, las 1.000 arrobas. En conclusión, era fundamental reconocer y valorar el proceso llevado a cabo durante años por los viticultores y elaboradores en el desarrollo del vino en la comarca, un esfuerzo que merece un gran reconocimiento.

Primitivo Cabezas elogió las palabras hacia Ángel Bernao del que dijo que era un gran conocedor de las cuevas por su amplia experiencia, habiendo visitado más de 620 de la comarca y por su colaboración en el acto.

Nos comentó que el lugar está disponible para todo tipo de usos, siempre que se acuerden de antemano. Es adecuado para diversas actividades, ya que tiene una estructura sencilla y fácil de aprovechar, con condiciones básicas que lo hacen viable.

Al final, los visitantes se fueron con una sonrisa en el rostro, satisfechos y agradecidos por haber vivido esta experiencia.

La visita a Nuestra Señora de Las Nieves no fue solo un recorrido por el pasado del vino, sino también una forma de acercarnos a la cultura y las tradiciones de Cinco Casas. Sin duda, un día para recordar.

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