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viernes, diciembre 12, 2025
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Cooperativa Bodega y almazara Virgen de las Viñas

El futuro del enoturismo: Tomelloso lidera la futura creación de una red de ‘Ciudades del Vino’ con cuevas enológicas

La Asociación Amigos de las Cuevas de Tomelloso han organizado con gran entusiasmo las II Jornadas Nacionales sobre Cuevas Enológicas, que se están celebrando este fin de semana en la localidad manchega gracias también a la colaboración del Ayuntamiento de Tomelloso. El evento está siendo un punto de encuentro para expertos, amantes de la cultura vinícola y público en general, interesados en descubrir el valioso patrimonio subterráneo de la región y su conexión con el mundo del vino.

El pasado viernes 21 de noviembre, con llegada al Hotel Paloma, se dio la bienvenida a los participantes. Ayer sábado 22 de noviembre, fue el día más destacado de las jornadas, llena de actividades.

Desde las 10:00 horas, los asistentes estuvieron disfrutando de diversas visitas a las cuevas más representativas de la zona, incluyendo la Cueva Casero, Cueva Orígenes y Cueva Altosa.

A las 14:00 horas, los participantes se reunieron para comer lo que ha marcado el descanso antes de una tarde cargada de conferencias y actividades en el Salón de Actos del Mercado de Abastos desde las 18:00 horas, moderadas por Ángel Bernao Berruguete y donde también ha participado en una ponencia divulgativa para conocer lo que da nombre a su libro: «Historia de una ciudad: las cuevas de Tomelloso».

Además de Ángel Bernao, también han estado presentes ponentes de lujo como: Daniel Peña Alonso, Presidente de la Asociación Cultural Proyecto Número Seis de Tarancón (Cuenca), Eduardo Cosme López, Técnico de Turismo y Desarrollo Rural de la AECT Douro-Duero de Fermoselle (Zamora) y el presidente de la Asociación Cultural Amigos de las Cuevas de Tomelloso, Jesús Andújar, la concejala de Turismo, Rocío Valentín; la teniente de alcalde, Eloísa Perales y el concejal de Educación, Antonio Calvo, además de propietarios de las cuevas visitadas y personas amantes del tesoro subterráneo de la ciudad.

Ángel Bernao, destacó la idiosincrasia de la asociación en la defensa, difusión y puesta en valor del extenso patrimonio subterráneo ligado a la cultura del vino en la localidad. Subrayó la intensa actividad desarrollada a lo largo del año, con visitas guiadas, jornadas técnicas, conferencias y acciones divulgativas dirigidas tanto a especialistas como al público general.

En su intervención inicial, agradeció expresamente la presencia de los participantes y su desplazamiento hasta Tomelloso, destacando la importancia de este tipo de encuentros para seguir construyendo redes de colaboración en torno al patrimonio enológico.

Bernao realizó un repaso histórico detallado sobre las cuevas de Tomelloso, desde sus orígenes hasta el desarrollo final de su construcción y uso, subrayando dos grandes periodos de evolución.

El primero de ellos lo situó entre 1898 y 1920, años en los que se produjo un importante crecimiento en la construcción de cuevas. Este auge se vinculó al aumento de la superficie de viñedo y a una serie de factores determinantes: la plaga de la filoxera, la instalación de la luz eléctrica en 1912, la llegada del agua corriente en 1914, la eliminación de determinadas tasas de exportación y la introducción de las tinajas de cemento a partir de 1916. Todo ello configuró un contexto propicio para la expansión de las infraestructuras subterráneas destinadas a la elaboración y conservación del vino.

El segundo gran periodo de desarrollo se lo enclavó tras la Guerra Civil, especialmente en los años 1950-1952, cuando las grandes cosechas impulsaron nuevamente el uso intensivo de las cuevas. Sin embargo, el ponente explicó cómo este ciclo llegó paulatinamente a su fin con la aparición de las primeras cooperativas vitivinícolas de la localidad: Virgen de las Viñas (1960), SAT San José (1963) y, posteriormente, la unión de unas 38 cuevas en 1984 para dar lugar a la Cooperativa Vinícola de Tomelloso. Este proceso marcó el inicio del abandono progresivo de muchas cuevas tradicionales.

En una segunda parte de su intervención, Bernao se detuvo en los aspectos más técnicos de la excavación de las cuevas, describiendo los procesos de apertura, las fases de trabajo y las soluciones constructivas utilizadas históricamente. Posteriormente, analizó las causas de la desaparición paulatina de este patrimonio subterráneo, aludiendo a los movimientos cívicos y urbanos derivados de la construcción de nuevas viviendas, el aprovechamiento del suelo para edificaciones modernas y la creciente demanda de espacio para garajes y otros usos.

La ponencia incluyó también una exposición de datos sobre la evolución y el desarrollo del número de cuevas existentes, permitiendo tomar conciencia de la magnitud del fenómeno y de la necesidad de preservar lo que aún se mantiene en pie.»

Posteriormente tomó la palabra el presidente de la Asociación Cultural Proyecto Número seis de Tarancón, Daniel Peña, que presentó sus andaduras y su trayectoria empresarial, estableciendo un guiño de carácter familiar y emocional con la provincia de Cuenca y sus vínculos con la cultura del vino y las cuevas.

Un recorrido inesperado desde el mundo de la cocina hacia el arte y la cultura ha marcado la vida de este empresario local y actual presidente de la asociación, cuyo negocio se ha convertido en un referente de Tarancón. Tras años de experiencia en la hostelería y la pastelería, este emprendedor decidió darle un giro a su negocio y fusionar la tradición culinaria con el arte y la cultura de la ciudad.

Todo comenzó en una pequeña pastelería, donde las paredes del local fueron testigos de la primera exposición de Emiliano Lozano, un pintor que marcó la identidad de Tarancón en el siglo XX. «Nosotros, con nuestra pastelería, queríamos aportar algo más. Nos enteramos de que el Museo Pintor Emiliano Lozano tenía dificultades para mantener sus exposiciones, y decidimos ofrecer nuestra ayuda,» comenta Daniel Peña. Así, lo que comenzó como una muestra de los cuadros de Lozano en las paredes de su establecimiento, se convirtió en el primer paso de un proyecto cultural que creció de manera inesperada.

La pastelería, conocida por su mezcla de bollería, cafetería y exposiciones, rápidamente se convirtió en un espacio cultural dinámico. Las exposiciones mensuales comenzaron a atraer a más público, y lo que inicialmente fue un gesto de apoyo a la familia de Emiliano Lozano se transformó en una serie de eventos y actividades que fomentaron la cultura local.

“Un día, una mujer se acercó con cuadros desde Nueva York, y esa fue nuestra puerta de entrada a más exposiciones,” recuerda Peña. Esta interacción llevó a la creación de una serie de exposiciones que no solo celebraban el arte, sino que también involucraban a la comunidad local, con proyectos culturales en las calles de Tarancón y jornadas que impulsaban la historia del casco histórico de la ciudad.

Pero la conexión con la cultura no se quedó solo en el arte visual. Daniel, siempre motivado por su pasión por la cocina y el vino, decidió unificar estos tres pilares: gastronomía, historia y cultura. “Lozano, con su pintura costumbrista, reflejaba perfectamente la vida de Tarancón, sobre todo la tradición vinícola,” comenta, destacando cómo la influencia del vino y la vida cotidiana de los tarragonenses fueron capturados en los cuadros de Lozano.

Él se adentró aún más en el mundo de la historia de la ciudad, recuperando antiguos folletos sobre las bodegas y la tradición vinícola de Tarancón. Esta pasión lo llevó a escribir su primer libro, Lozano desde la bodega, publicado en 2023. “Mi idea era hacer un libro que uniera la historia de Tarancón con la biografía de Emiliano Lozano, explicando cómo su obra reflejaba la vida del pueblo,” añade.

A través de este libro y de su colaboración con el Ayuntamiento de Tarancón, Daniel no solo contribuyó a preservar la historia local, sino que también ayudó a dar visibilidad a la rica tradición cultural de su ciudad. El proyecto, que inicialmente comenzó como un modesto esfuerzo personal, creció hasta convertirse en una parte integral de la comunidad taranconera.

Con cada exposición, con cada evento cultural y con cada copa de vino, este negocio familiar no solo ha dejado una huella en la gastronomía local, sino también en el panorama cultural de Tarancón. El esfuerzo por combinar estos tres mundos – la cultura, la gastronomía y el vino – ha dejado claro que a veces, las pasiones más profundas surgen de los giros inesperados de la vida.

Hoy, este proyecto cultural continúa creciendo, demostrando cómo un negocio, sin perder su esencia, puede convertirse en un verdadero motor de cambio para la cultura local, conectando generaciones y preservando la historia de Tarancón para el futuro.»

Un repaso a la historia de Tarancón

Daniel Peña explicó que Tarancón es una ciudad con una rica historia cultural y geográfica. Comenzó como una pequeña aldea y, con el tiempo, se transformó en un centro vinícola de renombre. La geografía única de Tarancón, con un subsuelo lleno de agua y piedra, fue clave en su desarrollo. Las primeras construcciones en la región fueron cuevas excavadas en la piedra, que jugaron un papel importante en la fermentación del vino.

Durante el siglo XIX, la ciudad experimentó un auge vinícola gracias al cultivo de viñas. Este crecimiento estuvo influenciado por varios factores, como la presencia de las tropas francesas durante las Guerras Napoleónicas. Tras la retirada de los franceses, muchas de las tierras se convirtieron en viñedos, contribuyendo al crecimiento de la industria vinícola local aclaró.

Además de la viticultura, familias influyentes, como los Muñoz, jugaron un papel fundamental en la expansión económica de Tarancón. Los Muñoz, estrechamente ligados a la corte española, no solo impulsaron el comercio de vino, sino también minas en Asturias y negocios en Cuba. Este vínculo con la corte española permitió a Tarancón prosperar y aumentar su influencia política y económica.

La llegada del ferrocarril a mediados del siglo XIX fue otro hito según Daniel Peña que aceleró la expansión de Tarancón. Facilitó el transporte de vino y otros productos a Madrid, consolidando a la ciudad como un centro productor clave de la región. El Camino de Vinateros se convirtió en una de las rutas principales para el transporte del vino blanco de Tarancón hacia la capital española.

A pesar de las transformaciones sociales y la destrucción parcial durante la Guerra Civil, Tarancón sigue siendo testigo de su legado vinícola. Las antiguas bodegas, muchas de ellas deterioradas o sumergidas en agua, son símbolos del pasado de la ciudad. A través de proyectos como la ruta de bodegas, Tarancón busca preservar y dar a conocer su rica tradición vinícola.

El pintor Emiliano Lozano capturó la evolución cultural de Tarancón en sus obras, que reflejan la vida cotidiana en la ciudad. Su arte, influenciado por sus experiencias en Tarancón, Valencia y Madrid, muestra las costumbres y cambios sociales de la región, especialmente en relación con el trabajo en las bodegas.

En resumen destacó que Tarancón ha ido evolucionado de una aldea agrícola a una ciudad de gran influencia económica y cultural. «Su tradición vinícola, marcada por el agua, la piedra y las viñas, sigue siendo un pilar fundamental de su identidad», concluyó.

Fermoselle-Villa del Vino: un proyecto de sostenibilidad que pone en valor la historia y el patrimonio vitivinícola

Fermoselle, una pequeña localidad situada en la provincia de Zamora, se está consolidando como un destino turístico de referencia gracias al ambicioso proyecto «Fermoselle-Villa del Vino», impulsado por la AECT Douro-Duero. Este proyecto busca potenciar el turismo enológico en la región, combinando la riqueza histórica y cultural del lugar con un modelo de sostenibilidad que respeta tanto el entorno natural como las tradiciones locales.

En palabras del Técnico de Turismo y Desarrollo Rural de la AECT Douro-Duero, Eduardo Cosme, el proyecto está basado en la colaboración entre agentes públicos, privados y la sociedad para desarrollar económica y socialmente los territorios de la frontera entre España y Portugal, conocidos como «la raya». «Nuestro objetivo es poner en valor el patrimonio cultural y natural de la zona, promoviendo el turismo a través de las bodegas históricas de Fermoselle», destacó.

El municipio, conocido por sus mil bodegas -o quizás más-, ha sido tradicionalmente un referente en la producción vinícola, y Fermoselle-Villa del Vino se inspira en esta larga tradición para atraer a turistas interesados no solo en el vino, sino también en descubrir el auténtico sabor de la historia local. Fermoselle, ubicada en una zona privilegiada entre el río Duero y los parques naturales que la rodean, destaca por sus «bodegas subterráneas» o cuevas, excavadas a lo largo de los siglos, lo que ha sido un factor clave en el desarrollo de su vino.

El proyecto, que comenzó en 2019, busca ofrecer visitas guiadas a las bodegas históricas del municipio, promoviendo la investigación sobre las variedades autóctonas de uvas como la Juan Marcía y Bruñal, cuyas características particulares se deben a las condiciones climáticas excepcionales de la región. La combinación de temperaturas mediterráneas y precipitaciones atlánticas, junto con el peculiar microclima del cañón del Duero, favorece el cultivo de vides en bancales o paredones, lo que a su vez contribuye a la singularidad del vino de la zona, señaló Cosme.

Sin embargo, afirmó que no todo se reduce al turismo enológico. «El proyecto también se centra en la sostenibilidad y la relación con la comunidad local». Desde la AECT Douro-Duero, destacamos que «es crucial que los beneficios del turismo lleguen a todos los actores involucrados, no solo a los turistas, sino también a los habitantes de Fermoselle. Si uno gana y el otro pierde, el proyecto no tiene sentido», señaló, haciendo hincapié en la necesidad de equilibrio entre el crecimiento turístico y la conservación de las tradiciones.

El patrimonio de Fermoselle no solo está en sus bodegas, sino también en su historia y en sus costumbres. «Las bodegas son nuestro patrimonio cultural y social, y gracias a las visitas guiadas podemos transmitir la historia que se esconde detrás de cada rincón», destacó. Para ello, el proyecto cuenta con la colaboración de universidades y expertos que han ayudado a documentar y estudiar los restos arqueológicos de la región, lo que permite una mejor interpretación histórica para los turistas.

Una de las iniciativas más destacadas es la creación de un libro sobre la historia de Fermoselle y sus bodegas, fruto del trabajo de diez autores de diversas universidades, que explora desde la antigüedad romana hasta el desarrollo de la viticultura en la Edad Media. Este manual ofrece una visión profunda de la región, convirtiéndose en una referencia para quienes deseen conocer la historia de las bodegas de Fermoselle.

Además, el proyecto no se limita a la simple visita de las bodegas, sino que integra la gastronomía local en su oferta. Los turistas no solo pueden disfrutar de un recorrido por las bodegas, sino también degustar los vinos locales en los distintos bares y restaurantes de la ciudad acompañados de tapas tradicionales que reflejan la esencia del lugar. El proyecto promueve un turismo de calidad, asegurando que cada visita sea una experiencia única y enriquecedora.

Por último, Eduardo Cosme, ha puesto en valor que la AECT Douro-Duero también está trabajando en la expansión de este modelo a otras localidades fronterizas, como Urrós en Portugal, para desarrollar un enfoque conjunto que beneficie a ambos lados de la frontera, impulsando la economía local y consolidando la región como un destino turístico sostenible y culturalmente rico.

El proyecto Fermoselle-Villa del Vino es un ejemplo claro de cómo la historia, el patrimonio y el turismo pueden unirse de manera sostenible para promover el desarrollo económico y social, al mismo tiempo que se preservan las tradiciones y el medio ambiente. Con este enfoque, Fermoselle se prepara para convertirse en un referente del turismo enológico y cultural en el corazón de la frontera entre España y Portugal.

Finalmente, tomó la palabra el presidente de la Asociación Amigos de las Cuevas de Tomelloso, Jesús Andújar, y remarcó la necesidad de dinamizar la economía local a través del enoturismo, a poder establecer una red de ciudades del vino con cuevas enológicas, que agrupe a distintas localidades. «Esta red no solo fomentaría el desarrollo económico, sino que también daría visibilidad a las ciudades que aún preservan una rica tradición vinícola», explicó.

«Nuestro objetivo es crear una red que permita a las ciudades del vino coordinarse y unificar esfuerzos, para que de forma conjunta puedan aprovechar mejor las oportunidades de desarrollo turístico y cultural», destacó Andújar. «La idea es formar una asociación que agrupe tanto a municipios con una fuerte tradición vinícola, como a pequeñas localidades donde aún existen cuevas históricas que podrían ser rehabilitadas con fines turísticos».

La propuesta añadió Bernao no se limita solo a las grandes regiones vinícolas, sino que también busca integrar a pequeños pueblos donde, a pesar de contar con menos recursos, existe un potencial considerable para el desarrollo de esta industria. «Hay 355 localidades en España con cuevas que aún no han sido explotadas. Muchas de estas poblaciones son pequeñas, pero tienen el potencial de convertirse en destinos turísticos únicos», señaló.

«La creación de esta red permitiría una sinergia entre los distintos pueblos, facilitando que cada uno pueda seleccionar y promover sus propios recursos de forma conjunta, amplificando así su alcance».

Uno de los aspectos más destacados de este posible proyecto según Bernao, sería la creación de una plataforma web donde los potenciales visitantes puedan elegir entre diversas regiones vinícolas. «Con el apoyo de las tecnologías actuales, sería posible ofrecer a los turistas información detallada y personalizada sobre las ciudades del vino y hoy en día, gracias a tecnología, es mucho más fácil que una persona o grupo de personas pueda elegir entre diversas opciones y encontrar su destino ideal».

El enfoque de esta red de Ciudades del Vino también provocaría que personas de otros países viniesen a descubrir la riqueza enológica, lo que podría traducirse en una apuesta internacional por el turismo vinícola en España. Los interesados podrían acceder a ofertas exclusivas y descubrir nuevas rutas turísticas en las distintas regiones productoras de vino.

Esta iniciativa promete no solo enriquecer el panorama cultural de los pueblos vinícolas, sino también posicionar a España como un referente global en el turismo del vino, aprovechando su rica historia, su variada geografía y su vínculo con el vino.

Los participantes en estas ricas jornadas vivieron una experiencia única que les ha permitido conocer más a fondo las tradiciones enológicas de la región y las implicaciones de las cuevas en el patrimonio vinícola.

Posteriormente se culminaron estas jornadas con una cena de clausura, en la que los participantes y expertos se reunieron para seguir debatiendo sobre las perspectivas futuras de las cuevas enológicas.

Las Jornadas Nacionales sobre Cuevas Enológicas de Tomelloso se están consolidando como un evento imprescindible para quienes buscan conocer la historia y tradición de las bodegas subterráneas.

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