Soy de los que piensan que hay lugares que tienen algo especial, que te atrapan y te hacen querer regresar una y otra vez. Y fue precisamente eso lo que me pasó cuando decidí recorrer junto a amigos y familia algunos de los rincones más fascinantes de Castilla-La Mancha. Desde los pintorescos pueblos hasta los impresionantes parques naturales, esta región es un auténtico tesoro escondido. Hoy quiero compartir con vosotros algunas de las muchas experiencias y visitas más memorables que viví en este viaje.
Tinajas: Un viaje al pasado medieval
Comencé mi aventura en Tinajas, un pequeño pueblo que, aunque poco conocido, me dejó impresionado. Al pasear por sus calles estrechas y empedradas, sentí que estaba dando un paso atrás en el tiempo. La iglesia de Santa Ana, con su arquitectura modesta pero cargada de historia, es uno de esos lugares que invita a la reflexión. Aquí, todo parece estar en armonía con la naturaleza que rodea el pueblo. Es un lugar perfecto para perderse y disfrutar de la tranquilidad de la Castilla-La Mancha más auténtica.
Alcalá del Júcar: Un paisaje de cuento
Luego, llegué a Alcalá del Júcar, y lo primero que me sorprendió fue su espectacular emplazamiento. Este pueblo está literalmente abrazado por las montañas, y el río Júcar, serpenteando por el valle, le da un toque aún más mágico. La imagen de las casas blancas suspendidas en las laderas de la montaña es algo que no se olvida fácilmente. Si te gusta la fotografía, este es un sitio obligado. No pude resistirme a explorar el Castillo de Alcalá, cuya fortaleza se alza imponente sobre el pueblo, y desde donde las vistas son simplemente impresionantes. Y si te atreves, puedes bajar hasta las casas-cueva, unas viviendas excavadas en la roca que te transportan a otra época.
Elche de la Sierra: Naturaleza y tradición
El siguiente destino fue Elche de la Sierra, un lugar que destaca por su mezcla de naturaleza y cultura. Aquí, la historia se respira en cada rincón, pero lo que realmente me cautivó fue su entorno natural. Aproveché para hacer una ruta por sus alrededores, y me encontré con paisajes que no esperaba encontrar en Castilla-La Mancha: montañas, bosques, y un sinfín de rincones perfectos para desconectar. En el centro del pueblo, la iglesia de Santa María se erige como un símbolo de su patrimonio religioso. Sin duda, un lugar ideal para aquellos que busquen paz y una conexión con la naturaleza.
Riópar: Un paraíso para los amantes de la naturaleza
De ahí, mi ruta me llevó hasta Riópar, un pueblito enclavado en la Sierra de Alcaraz, cuyo entorno natural es digno de admiración. Riópar es famoso por ser la puerta de entrada al Parque Natural de los Calares del Mundo y de la Sima, donde las cascadas y los senderos a través de bosques frondosos son la verdadera estrella. Caminé hasta la Cascada del Mundo, un salto de agua de 100 metros que me dejó sin palabras. Es uno de esos lugares donde el paisaje parece sacado de un sueño, y la paz que se respira es absoluta. No pude evitar pensar en lo afortunados que somos por poder disfrutar de este paraíso natural tan cerca de casa.
Villalgordo del Júcar: Un pequeño rincón lleno de encanto
Después de la impresionante belleza de Riópar, me dirigí a Villalgordo del Júcar, un pueblito lleno de encanto que, a pesar de su pequeño tamaño, tiene muchísimo por ofrecer. La iglesia de San Juan Bautista, con su arquitectura sobria y elegante, me llamó la atención. Pero lo que más me sorprendió fue la cercanía de su gente, que siempre te recibe con una sonrisa. Es uno de esos lugares que te hacen sentir como en casa. Además, la ubicación junto al río Júcar le da una magia especial que invita a dar paseos tranquilos por sus alrededores.
Alcaraz: un pueblo lleno de historia
Su casco antiguo, con la imponente iglesia y la plaza Mayor, tiene una atmósfera que te invita a caminar sin rumbo fijo. Aparte, las vistas desde el mirador de la ciudad te dan una perspectiva increíble de la Sierra de Alcaraz, un lugar perfecto para hacer senderismo y disfrutar de paisajes de ensueño.
Parque de El Hosquillo: Un safari en plena naturaleza
Uno de los grandes descubrimientos de este viaje fue el Parque de El Hosquillo, en pleno corazón de la serranía de Cuenca. Este parque es un verdadero santuario de fauna y flora, donde puedes ver animales autóctonos de la región en su hábitat natural. Me quedé fascinado observando ciervos, jabalíes y caballos de monte, mientras me adentraba por sus senderos. Es una experiencia única, y si eres amante de la naturaleza y de los animales, no puedes dejar de visitarlo.
El parque arqueológico de Segóbriga: Un viaje al pasado romano
Mi siguiente parada fue en Segóbriga, un parque arqueológico que me transportó directamente a la época romana. Este yacimiento, ubicado en una colina, alberga restos de un antiguo teatro, termas y un foro que te hacen sentir como si estuvieras caminando entre los romanos. Recorrer sus ruinas es como abrir un libro de historia, y la sensación de estar en un lugar con tanta historia y tantas huellas de civilizaciones pasadas es algo difícil de describir. Además, las vistas desde el yacimiento son impresionantes, y permiten disfrutar de la belleza del paisaje conquense.
La laguna del Hito en Montalbo: Un rincón de tranquilidad
Finalmente, no podía faltar la visita a la Laguna del Hito, en Montalbo. Este es uno de esos lugares en los que el tiempo parece detenerse. La laguna, rodeada de un espeso bosque de pinos, tiene una calma que invita a la reflexión. A mí me sirvió para tomarme un respiro y disfrutar de la serenidad del entorno. Es el lugar perfecto para desconectar del bullicio y reconectar con la naturaleza en su estado más puro.
Castilla-La Mancha: Un destino lleno de sorpresas
Este viaje me ha mostrado que Castilla-La Mancha es mucho más de lo que muchos imaginan. Es una tierra llena de historia, cultura y naturaleza que se despliega ante los ojos de quien se atreve a explorarla. Desde sus pueblos pintorescos hasta sus parques naturales, la región está repleta de rincones donde perderse y disfrutar de su auténtico espíritu. Si alguna vez te animas a visitarla, no dudes en dejarte sorprender por su belleza y, sobre todo, por la calidez de su gente. Sin duda, cada rincón tiene una historia que contar y una experiencia que vivir.
Sergio Bernao














