En la Cuenca del Alto Guadiana, —sintetizaremos lo máximo posible— el singular “filón” o geoafloramiento, visible, de cuarcitas ordovícico-silúricas,(“gemelas” de los plegamientos de la “Sierra de Alhambra”) del Palezoico, se localizan en “Cerro Minero”, junto al caserío de la “Ermita de San Pedro”, en las proximidades de la Cueva de Montesinos y paraje de la “Cuesta de la Almagra”, (cuyo nombre se debe a los sedimentos de hematites roja o almagra) que es el ámbito donde emerge el lomazo de cuarcitas, en marcada discordancia con el resto geológico y orográfico. En el contexto geo-orográfico de la Cueva de Montesinos, compuesto por margas yesíferas, arcillas, dolomías, calizas, carniolas…, predominantes en toda la cuenca hidrográfica, también se detectan rocas ferruginosas y pequeños piroclastos, fruto de procesos entroncados con el movimiento de elementos rocosos fundidos, asociados a erupciones volcánicas, en épocas geológicas de cronología ambigua… En estos “pisos” o formaciones ordovícico-silúricas— que sepamos—, no han aparecido fósiles característicos u otros organismos petrificados, como por ejemplo en la comarca de Alcaraz y en el suroeste de la “Sierra de Alhambra”, las enigmáticas “crucianas”: huellas que marcaban los trilobites, en sus desplazamientos por los fondos marinos…
Del Secundario o Mesozoico, más hacia la zona oriental, resaltan “horizontes” de margas, arcillas grises, oscuras, rosadas…, descansando sobre ellas bancos de calizas blancas y rojizas, de composición arcillosa y cristalina. El “revoltijo” de sedimentos y escasez de prospecciones científicas en estos “lares”, (por fin tenemos la exploración del alterado yacimiento de los Villares, realizada por un buen equipo de expertos) hace que no se hayan diferenciado y clasificado debidamente, restos fosilizados aparecidos fortuitamente o de “aquella” manera…, durante años.
Los mares del Secundario, invadieron el geosinclinal bético y sus costas alcanzaron gran parte del territorio, hoy denominado “La Mancha”, rodeando resaltes orográficos; destacando en estos parajes el “Cerro Conejo” y “Cabeza del Canto”, al noreste de la población de Ruidera, colmados de cantos rodados-rañas, o como se dice en el lugar: “atestados de guijarros”. Algunos de grandes dimensiones, que se acabarían de fraguar en el Terciario-Cuaternario.

Era yo un crío y cuando mi padre viajaba a Tomelloso, alguna que otra vez, me iba con él encaramado en el carro… Cuando entrábamos en alguna “cueva”-bodega, recuerdo que paredes y suelo estaban formados por un gran depósito de conglomerados con guijarros de pequeño tamaño…— “Guijarretas”, les llamábamos los muchachos—. Hoy sabemos que, descomunales corrientes y masas de agua del Secundario, Terciario y Cuaternario, durante miles de años, fueron depositando esas gigantescas cantidades de conglomerados con cantos rodados, en el arcano mar que fue la llanura tomellosera, en aquellas “edades” de la Tierra.

En los periodos Mioceno y Plioceno del Terciario, se forman cordilleras…, y la Meseta se fragmenta; surgiendo la cordillera Central y los Montes de Toledo. En las zonas hundidas, se configuran las cuencas del Duero, Tajo y Guadiana.
La magnitud de la erosión de la Cuenca del Alto Guadiana, al igual que la de otras cuencas fluviales, dependía de los diferentes estados hidrogeológicos, pluviométricos…, del momento, del caudal, pendiente y masa de agua x velocidad de los materiales de arrastre, que producían la máxima erosión, cuando tenían lugar fenómenos de acarreo por lluvias y otros agentes móviles y la carga fluvial se movía a gran velocidad… Continuará.
Salvador Jiménez Ramírez














