Terminada la vendimia, las labores del campo en la viña se inician de nuevo y se debe ir preparando a las cepas para la cosecha futura con las labores y cuidados necesarios para poder obtener una nueva y provechosa cosecha.

La operación más fundamental que debe realizar el viticultor es, ni más ni menos, que la poda de las cepas y, en este sentido, es necesario recordar que una buena poda no es siempre un éxito por muchas razones.
La operación de podar viñas consiste en dejar la cepa preparada para poder dar la cosecha que nosotros queremos que aporte cada una.
Pero una cosa es la cosecha que pretendemos obtener y otra la que es capaz de dar la cepa, aspecto que en muchas ocasiones no tenemos en cuenta, porque no nos ponemos del lado de la cepa.
Pongamos el ejemplo del sentir y del pensamiento de una cepa que hemos bautizado con el nombre de BELINDA.
¿Qué piensa Belinda?
“¡Uy!, buena me espera, estoy descansando tranquila después de una buena cosecha que mi amo tiene que agradecerme, porque he realizado todos los esfuerzos posibles por dejarle contento, aunque le ha faltado algún detalle, porque mis raíces madres no se han desarrollado totalmente y sus hijas, las raicillas finas, no han conseguido buscar todo el territorio necesario para su crecimiento”.
”Pero lo peor se me presenta esta próxima campaña, porque, conociendo a mi amo, me parece que me va a dejar más carga que soportar- como mínimo dos pulgares más, pienso yo- y, la verdad, no estoy preparada para tanta carga, ya que esta campaña he realizado un gran esfuerzo y, como siga así, me va a pedir al menos diez kilos y eso es demasiado”.
“Yo soy un acepa muy agradecida y me siento orgullosa de proporcionar vida a mis hijos y, por mi esfuerzo, espero que mi amo realice algunos esfuerzos, porque no sé si da cuenta que para ese exceso de cosecha necesito ayuda, ya que la tierra la tengo ya muy machacada y no alcanzo a llegar más lejos y necesito apoyo de alimento en mis raíces: basura, vitaminas y agua suficiente, porque, cuando yo empiezo a crecer, a mis brotes también les pido a mi estómago que esas raicillas comiencen a trabajar y lo hagan con satisfacción y placer y yo les mando la orden de obedecer, ya que por eso les envío ya alimento energético desde las hojas, pero, cuando la carga es muy grande, necesito a mi amo se porte mejor, ya que me va aumentar el trabajo y ese exceso de actividad hay que compensarlo con un cariño especial.
Tengo que reconocer que tengo envidia de mis compañeras las cepas en bajo, porque yo estoy amarrada a unos hierros finos para no caerse mis tallos, pero el ardor que produce estar en bajo es disfrutando del cielo y adorando al Sol son incomparables con estas que llaman los humanos espalderas.
Las cepas en bajo es un brindis al sol y mis compañeras lo contemplan como algo maravilloso, sin sombra alguna y con un espacio celeste abundante y disponible, pero, mi obligación, es acostumbrarme en la modernización que mi amo ha decidido y yo soy obediente.
Así que, la decisión de que mi amo me deje más pulgares, no me va a importar, pero que me deje siempre uno libre en la punta sin otro que compita para poder desarrollarme con ganas, aunque tenga que acortarme un poco mis ganas de crecimiento y que me haga el favor de dejarme mis primeras hijas de brotes de cuando era pequeña que son a las que más dedico mi crecimiento. Así que le prometo a mi amo que, si cumple con mis necesidades, le daré la cosecha que pretende, aunque me cueste algún mayor esfuerzo por mi parte.”
Agradecemos a Belinda sus consejos, explicaciones y razonamientos y su correcto planteamiento y, lo que propone , es un acto de solidaridad vitícola que merece la pena recordar y si me apuran de obligado cumplimiento.














