Es cierto que este año con las lluvias, por decirlo de alguna manera anticipadas, los campos manchegos tomelloseros envían un mensaje de luz, y de color: las siembras en apogeo, las hierbas creciendo y de mostrando la intensidad y belleza de sus flores que han proliferado de forma manifiesta.
Nuestras tierras dedicadas a la agricultura, siempre han presentado seriedad, formalidad, austeridad, firmeza y humildad, pero esto desaparece en el momento en que nuestra planta icono: la cepa, comienza a darnos a entender que La Mancha es luz, es ganas, es grandeza, donde se superpone a las grandes circunstancias que han dado grandes posibilidades a nuestras tierras, pero que lo ha conseguido modificar esta problemática inicial: nuestra madre : la cepa
Esta planta seca, árida, formal y poco vistosa a la fotografía se ha propuesto -y lo ha conseguido- presentar la belleza de nuestros campos.
Y…¿cómo lo hace? Pues presentando sus virtudes: unos brotes simpáticos, agresivos, dobles, con hojas que casi hablan, con yemas que engruesan su perímetro con osadía y con vitalidad, con la intención de dejar salir a sus hijas y darlas vitalidad y, si miramos el conjunto de una plantación en plena brotación, nos hace pensar en la belleza que se nos va a presentar a continuación, cuando los verdes de sus pámpanas demuestren su valentía, atrevidas y dispuestas a vencer todas las dificultades y llevar al mundo su trabajo final: el racimo.,
Un viñedo en plena vegetación supone un inolvidable recuerdo de la propia naturaleza por su sencillez , su decoro, su uniformidad y su respeto y connivencia con los árboles con las casas, con las plantas con toda la flora y fauna que acompaña al medio ambiente.
Este año se nos ha presentado, en principio, la primavera muy favorable, con lluvias oportunas , espaciadas y acompañadas de días de sol, que, seguramente nos van a proporcionar una excelente vegetación de los viñedos y unas excelentes cosechas.
Gracias, Primavera, por todo.Te queremos.