Este 3 de diciembre a las 21:30 horas se proyectará en CineMancha de Alcázar de San Juan la película: «Romería», de Carla Simón con motivo de la celebración el pasado lunes 1 de Diciembre del «Día Mundial de la lucha contra el SIDA»
«Romería» es la tercera película de Carla Simón, tras Verano 1993 y Alcarràs. Se estrenó en el festival de Cannes 2025 y se proyectó en España desde septiembre de 2025. Carla Simón cierra con esta película lo que ella considera su “trilogía familiar”: un proyecto autobiográfico en el que reconstruye — con respeto, poesía y honestidad — la historia de sus padres y su propia memoria.
Sinopsis y contexto narrativo
La protagonista es Marina -una joven de 18 años adoptada- que en 2004 viaja a Vigo para conocer por fin a la familia de su padre biológico, del que sólo sabe que murió por sida.
Marina descubre una familia reacia a hablar del pasado: sus tíos y abuelos rehúsan enfrentarse a los recuerdos, marcados por la adicción de sus padres y el estigma social que envolvía al sida en aquella época.
A medida que Marina indaga, se desvelan contradicciones, silencios, medias verdades… y con ello, una memoria fragmentada. La película evidencia lo difícil que es reconstruir una historia familiar marcada por la pérdida, el abandono, la vergüenza y el dolor.
¿QUE OFRECE ROMERÍA PARA REFLEXIONAR SOBRE VIH/ESTIGMA/MEMORIA?
La película rescata una historia que muchas familias quisieron ocultar. El padre biológico de Marina – y de algún modo el padre de todos esos hijos huérfanos del VIH/sida de los 80–90 – fue silenciado por vergüenza, miedo o culpa. Ahora, Marina (y Carla Simón) lo nombra, lo trae al presente: es un acto de dignificación.
Romería visibiliza el sufrimiento humano tras las estadísticas: adicción, sida, muerte prematura, abandono, hijos que crecen sin conocer sus orígenes. Permite humanizar a quienes muchas veces han sido estigmatizados.
Pero no es sólo un drama: también es un acto de resistencia simbólica. Recuperar la memoria, nombrar lo que fue borrado, es una forma de justicia personal y colectiva. La película invita a empatizar, a escuchar, a no juzgar, a reconstruir humanidad.
Además, muestra cómo los efectos del VIH/sida no son sólo médicos: también son sociales, culturales, familiares. Cómo los traumas se transmiten, cómo los silencios pasan de generación en generación, cómo la culpa y la vergüenza pueden permanecer por siempre. Y cómo, a través del arte y la memoria, se puede sanar — o al menos intentar abrir heridas para transformarlas.














