Cada 1 de octubre, el Día Internacional de las Personas Mayores nos convoca a honrar su legado. Rechazamos que la voz de millones de personas continúe siendo silenciada. Este día no es solo una celebración de la longevidad, sino un grito de guerra por la dignidad, la autonomía y la plena inclusión de todas las personas. Ascensión Palomares Ruiz, en su trabajo “Raíces de Resiliencia, Experiencia y Solidaridad”, por el que el Hospital Universitario Juan Carlos de Madrid le ha otorgado el primer premio, defiende que los hospitales sean más que un centro de salud, y se conviertan en un refugio donde la dignidad de los mayores se celebre, sus historias se entrelacen y su luz ilumine a toda la comunidad.
Las personas mayores no son un “problema demográfico”, sino el corazón palpitante de nuestras comunidades, tejiendo sabiduría, cultura y resiliencia en nuestras sociedades, fomentando la inclusión generacional. Ascensión Palomares insiste que debemos actuar ya para construir un futuro donde las generaciones se unan en solidaridad, no en división.
Las personas mayores guardan valores eternos: fortaleza, dignidad y amor inquebrantable. Su experiencia nos enseña que el tiempo no mengua el valor, sino que lo enriquece. Esta es una llamada a la acción: abraza a tus abuelos, escucha a los mayores, lleva sus historias a tu corazón. Que su solidaridad y resiliencia derribe muros de indiferencia y construye puentes entre generaciones. Los hospitales deben ser un faro de esta misión, donde las raíces de la sabiduría crecen profundas e inspiran a vivir con humanidad, dignidad, resiliencia y solidaridad.
El Decenio de la ONU para el Envejecimiento Saludable (2021-2030) advierte que, sin acción inmediata, el envejecimiento generará tensiones económicas y sociales, pero también abre oportunidades si actuamos con decisión. Las personas mayores no piden compasión; exigen empoderamiento. Su mensaje es claro: ¡basta de edadismo! Esta discriminación, sutil pero devastadora, tacha a los mayores de “inútiles” o “cargas”. El edadismo no son solo prejuicios crueles, sino exclusiones sistémicas: desde ensayos clínicos que los ignoran hasta oportunidades laborales negadas. Las mujeres mayores, las minorías y las personas con discapacidad sufren aún más esta injusticia. Esto es un fracaso moral que no podemos tolerar.
Además, la Convención Interamericana sobre los Derechos de las Personas Mayores prohíbe la discriminación por edad y garantiza trabajo digno, independencia y seguridad. Sin embargo, en España, estos derechos siguen siendo promesas vacías para muchos. Las personas mayores reclaman decidir sobre su vida, su hogar y sus cuidados sin restricciones arbitrarias. Exigen pensiones que les permitan vivir con dignidad, acceso universal a la salud y viviendas adaptadas. En nuestro país, donde el aislamiento rural golpea con fuerza, necesitamos con urgencia inversión en hospitales y centros de día, teleasistencia y programas comunitarios para combatir la soledad y la exclusión. Insistimos en la importancia de educar en salud y en la convivencia pacífica desde la infancia, porque sembrar en los más pequeños el respeto y la responsabilidad hacia uno mismo y los demás es la mejor herencia que podemos transmitir.
En su trabajo, Ascensión Palomares Ruiz reclama que, en los hospitales, se integren programas permanentes para integrar a los mayores en actividades educativas y sociales, honrando su experiencia como un tesoro vital, porque cuidar a los mayores es nutrir sus almas, dar voz a sus historias y aprender de ellas.
Ascensión Palomares Ruiz, doctora y catedrática de la Universidad de Castilla-La Mancha, presidenta de la Asociación Europea de Liderazgo y Calidad de la Educación, ha dedicado su vida a la defensa de los derechos humanos, con especial énfasis en las personas mayores y las mujeres rurales. Este premio reconoce su compromiso inquebrantable con la justicia social y la inclusión.
