A nadie debería sorprenderle ya. En Tomelloso, bajo el Gobierno de Javier Navarro, hay decisiones que uno ya se ve venir. Y es que cuando toca elegir a alguien para dar una distinción o convertir en embajador de nuestras tradiciones, suele pesar mucho el carnet del PP o los servicios prestados a la derecha. Por supuesto que no siempre es así, claro. Pero si son ya muchos casos de elegidos cuyos méritos han sido la fidelidad férrea al Partido Popular y cierta habilidad para el sectarismo y el frentismo político.
Este año, el turno le ha llegado a Francisco Marhuenda, que será hoy el mantenedor de la Fiesta de las Letras 2025. Porque si algo representa la cultura, la palabra y el pensamiento libre, es… bueno, exactamente todo lo contrario a lo que representa Marhuenda. Pero no seamos injustos: al menos es coherente. Lleva años escribiendo lo mismo, defendiendo lo mismo y poniendo “su periodismo” al servicio de los intereses de los mismos: los de su oficialmente partido. No todos pueden decir lo mismo con tanto entusiasmo durante tanto tiempo.
Eso sí, hay que reconocerle otra virtud: la discreción. En la biografía oficial que aparece en el Libro de Festejos, por ejemplo, no ha mencionado que fue diputado del PP en el Parlamento de Cataluña. Una omisión menor, sin duda. Porque qué importancia puede tener ese pequeño detalle en un acto institucional si ya todo el mundo sabe de qué pie cojea.
Y si aún quedaba alguna duda sobre la línea editorial del Ayuntamiento, esta elección la despeja. Porque Marhuenda no es un periodista cualquiera. Es el director de La Razón, el diario más disciplinado del ecosistema mediático de la derecha española, el altavoz de una forma de hacer política donde la prensa se convierte en brazo armado y no en contrapoder.
Su trayectoria ha ido siempre de la mano del Partido Popular, y especialmente de figuras como Mariano Rajoy y María Dolores de Cospedal, cuya forma de ejercer el poder dejó una herencia más que conocida: la de las cloacas del Estado. Aquel entramado de despachos, comisarios, filtraciones interesadas y campañas de destrucción personal donde algunos conspiraban en la sombra y otros blanqueaban en portada. En esa cadena de favores mediáticos, Marhuenda no fue espectador: fue parte del engranaje.
Y no sería de extrañar que la conexión para la elección de Marhuenda tenga un rostro propio. El de Mamen Casero, hoy asesora principal del alcalde, pero reconocida por todo el pueblo como la verdadera alcaldesa en la sombra. Ex-Consejera en en Gobierno de Cospedal, y por tanto vinculada directamente a esos tiempos de poder oscuro y de cloacas de Estado. Es difícil pensar que esta designación no lleve su firma, por aquellos vínculos y lodos de su pasado. Porque quienes aprendieron en aquellos tiempos de Cospedal y cloacas, no sólo aprendieron a mandar… también a repartir.
Y ya que hablamos de reparto… ¿tendremos de nuevo otro caso de invitado de honor que viene “altruistamente” a Tomelloso, sin cobrar por su intervención, pero que luego aparece, como por arte de magia, en la lista de contratos a dedo del Ayuntamiento con algún jugoso encargo de publicidad institucional? Porque seguro que no saben que detrás del “el pregonero de 2024 no cobró del Ayuntamiento”, que decía con mucha indignación la Señora Inés Losa, si hubo un bien escondido contrato a dedo de más de 3.000 euros del Ayuntamiento con El Debate, el digital que dirige Bieito Rubido, pregonero de 2024. Un digital que, desde luego, no vemos cubriendo la actualidad y actividad local. Así que, si también nos dicen que Marhuenda viene “por amor al arte”, habrá que estar atentos a las próximas facturas. No sea que el verdadero pregón nos lo den en el presupuesto municipal.
Desde el Grupo Municipal Socialista de Tomelloso, hemos decidido, tras cierta reflexión, asistir a la Fiesta de las Letras. Lo hacemos por respeto. Por respeto a las personas premiadas, a nuestros creadores y creadoras, a quienes trabajan por la cultura desde la honestidad y el compromiso. Asistiremos por el convencimiento de que Tomelloso merece una cultura de todos, no un acto al servicio del sectarismo político.
Lo que no haremos es aplaudir. Ni callar. Porque esta designación no es un homenaje a las letras, sino a una forma de ejercer el poder que ya conocemos demasiado bien.
Primero fue el pregón. Después, el contrato. Ahora, el mantenedor. Y seguro que se repetirá la secuencia. Y siempre con las mismas caras, los mismos discursos, y las mismas justificaciones. Cultura, dicen. Letras, aseguran. Pero lo que de verdad reparten son tribunas bien escogidas. Y luego quieren aplausos. Porque ya saben el chiste del que va al kiosko y pide que le den La Razón…
